De vez en cuando a los políticos les toca enfrentarse a retos dignos de un campeón de sudokus. Salvo mayorías aplastantes más propias de otras épocas, cada vez que los partidos sacan las urnas a la calle les toca tirar de calculadora. Hacen cuentas para decidir cuándo convocan elecciones, para estimar cuántos concejales, diputados o senadores arañará cada formación, para los acuerdos de investidura… Y juegan con los números, también, a la hora de componer ejecutivos viables.
El mejor ejemplo lo dejó el 10-N. PSOE y Unidas Podemos (UP) se vieron obligados a hacer encaje de bolillos con el objetivo de formar equipo. El resultado de esa aritmética política se presentó hace solo unas semanas, cuando se anunció el esquema del Gobierno de coalición de socialistas y UP, encabezado por Pedro Sánchez, con cuatro vicepresidencias y 18 ministerios. El dibujo, complejo, combina una amplia gama de sensibilidades, trayectorias e incluso edades.
¿Qué papel ocupa la tecnología en ese esquema de gobierno trazado por Pedro Sánchez? ¿Desde qué ministerios y secretarías de Estado se aborda? ¿Y con qué objetivo?
Al igual que toda decisión política de calado, la presentación del esquema llegó acompañada de cierta resaca política. Durante el mismo acto de traspaso de carteras, el nuevo ministro de Universidades, Manuel Castells, criticaba por ejemplo que se hubiese separado su departamento del de Ciencia, dos áreas que hasta entonces se habían abordado desde un único organismo: el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades, que en el anterior ejecutivo pilotaba Pedro Duque. El representante de UP advertía de que su negociado “tiene una relación intrínseca y fundamental con Ciencia e Innovación", dos ámbitos que siguen bajo la tutela del ex astronauta.
El "peso pesado": el departamento de Calviño
En el organigrama trazado por Sánchez aún habría sin embargo una tercera cartera que abarca la innovación: el Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital, liderado por la también vicepresidenta tercera Nadia Calviño y que en el dibujo de Moncloa ostenta el núcleo duro de la política tecnológica. Durante la etapa anterior del Ejecutivo socialista —entre junio de 2018 y enero de 2020— la gallega ya había ejercido como titular de otra cartera clave: el Ministerio de Economía y Empresa. El cambio de nombre es un primer guiño del nuevo Ejecutivo al I+D+i. También es relevante que el mismo ministerio mantenga la secretaría de Apoyo a la Empresa.
Además de abordar la política económica, la cartera de Calviño se marca entre sus objetivos “mejorar la competitividad, las telecomunicaciones y la sociedad de la información” y desarrollar iniciativas encaminadas hacia la transformación digital y el fomento de la inteligencia artificial. Con ese objetivo, el ministerio se estructura en tres secretarías de Estado: la de Economía y Apoyo a la Empresa (SEEAE), que dirige Ana De la Cueva; la de Digitalización e Inteligencia Artificial, en manos de Carme Artigas; y la de Telecomunicaciones e Infraestructuras Digitales, encabezada por Roberto Sánchez. El organigrama se completa con una Subsecretaría de Asuntos Económicos y Transformación Digital capitaneada por María Amparo López Senovilla.
El dibujo mismo oculta ya algunas novedades importantes. De entrada da rango de secretaría de Estado a dos departamentos —el de Carme Artigas y Roberto Sánchez— que antes se integraban en un mismo y único organismo: la Secretaría de Estado para el Avance Digital, liderada hasta el mes pasado por el emprendedor Francisco de Paula Polo y que se coordinaba con otras secciones en el ministerio de Calviño, como las tres secretarías generales orientadas a la Sociedad de la Información. En el antiguo esquema Roberto Sánchez disponía ya de un papel relevante al frente de la Dirección General de Telecomunicaciones y Tecnologías de la Información.
Dos nuevos secretarios de Estado y un Alto Comisionado
La decisión de Moncloa no solo refuerza el peso orgánico de la IA y la digitalización. Más allá de los cambios en el dibujo de las secretarías de Estado supuso también un relevo de "pilotos". Y muy importante, además. Polo, hasta enero el peso pesado en el área tecnológica de la cartera de Calviño, ha pasado a ser el responsable de una oficina de nueva creación: el Alto Comisionado para España Nación Emprendedora, ligado directamente al equipo de Presidencia. Su salida del ministerio llegó envuelta en polémica. Eldiario.es apuntaba como una de las claves la supuesta mala relación entre Polo y Calviño; en El Confidencial se hablaba de “repesca” y desde El Español se iba más allá y se criticaba al Ejecutivo por “hacer un traje a medida” para reubicar a Polo, al que tildan de “fallido secretario de Estado”. En OK Diario se desliza incluso que Polo y Calviño mantenían visiones divergentes sobre el sector digital y aspectos cruciales, como su nivel de regulación.
El objetivo del Alto Comisionado de Polo es atender uno de los acuerdos alcanzados con UP para el pacto de investidura: fomentar “el ecosistema de innovación” y apoyar a las Pymes. Como parte de esa misma estrategia se plantea también potenciar el Centro de Desarrollo Tecnológico Industrial (CDTI), entidad público empresarial (EPE) que depende del ministerio de Duque y tiene entre sus cometidos canalizar las ayudas y apoyo a los proyectos de I+D+i de las empresas españolas. La trayectoria profesional de Polo lo convierte quizás en una figura más idónea para su nuevo cometido, de fomento del emprendimiento, que su antiguo papel al frente de la Secretaría de Avance Digital. De 39 años, Polo fue el creador de Actuable, startup que se acabó fusionando con Change.org. El valenciano dirigió la plataforma de peticiones hasta 2017, cuando se sumó a la ejecutiva del PSOE.
Sus sucesores, Carme Artigas y Roberto Sánchez, presentan perfiles mucho más técnicos, el requisito que buscaría precisamente Calviño. Artigas, de 51 años, es Ingeniera Superior Química por el IQS y una experta reconocida a nivel internacional en IA y big data. A sus espaldas tiene también una carrera notable como emprendedora. Cofundó Synergic Partners, firma que en 2015 fue adquirida por Telefónica; dirigió Entrepreneurship & Business en la década de 1990 y a comienzos de los 2000 fichó por Ericcson para ponerse al frente de Innova Venture Capital Fund. A pesar de esa trayectoria y de estar considerada una de las mayores expertas en Europa en datos, Artigas ha mantenido siempre un perfil público bajo. Su carrera ha pasado también por horas difíciles. El Confidencial recuerda cómo hace una década y media tuvo que dimitir de su cargo en la AOC por un contrato público de 320.000 euros al que concurrió la empresa de su marido.
El otro nuevo “peso pesado” en el área tecnológica del ministerio de Calviño es Roberto Sánchez. Aunque a diferencia de Artigas, en su caso no se puede hablar exactamente de una figura “nueva”. En el anterior dibujo de gobierno ejerció ya como director general de Telecomunicaciones y Tecnologías de la Información, responsabilidad que desempeñó hasta su nombramiento como secretario de Estado y que le permitió jugar un papel destacado en la expansión del 5G y el segundo dividendo digital. Al igual que su compañera de gabinete, Sánchez presenta un perfil muy técnico, aunque con escasa proyección pública: en 1978 se licenció como Ingeniero de Telecomunicaciones y poco después ingresó en el Cuerpo de Ingenieros Superiores de Radiodifusión y Televisión. A lo largo de la última década ha ostentado cargos públicos como el de Director del Gabinete Técnico de la Secretaría General de Innovación (2010-2011), Subdirector General de Competitividad y Desarrollo Empresarial en la Secretaría de Estado de I+D+i (2012-2013) o Jefe del Gabinete Técnico de la Secretaría General de Ciencia, Tecnología e Innovación (2013-2015).
A la espera de que la labor de Carme Artigas y Roberto Sánchez comience a percibirse en políticas concretas, su elección y los papeles que desempeñan en el nuevo esquema de gobierno no han sido mal acogidos por el sector. Antes incluso de que sus nombramientos fuesen confirmados —cuando se manejaban poco más que quinielas— se destacaba el buen currículo de ambos. El riesgo que se alertaba ya entonces es el mismo que suscita cualquiera división de un mismo organismo en varios departamentos: la descoordinación. El “despiece” de la antigua secretaría de Polo en varios departamentos puede entenderse como una apuesta por el I+D+i, pero también supone un reto a la hora de diseñar estrategias comunes. A su favor juega la dilatada experiencia en cargos directivos que acumulan tanto Artigas como Roberto Sánchez. Probablemente, el escenario sería también bastante más complejo si pertenecieran a dos ministerios distintos de PSOE y UP.
El reto de la transformación digital y el 5G
¿Qué retos tienen sobre la mesa cada una de las secretarías? ¿Y de qué instrumentos disponen para alcanzarlos? En un comunicado oficial lanzado por el Gobierno a mediados de enero, el ministerio que lidera Nadia Calviño resaltaba que la designación de los dos nuevos secretarios supone un “refuerzo e impulso” de la transformación digital. A Artigas, además de encomendársele esa tarea se le asigna también el área responsable de la modernización del conjunto de la maquinaria institucional del Estado, una labor titánica y compleja que recae en la Secretaría de Administración Digital y que hasta ahora dependía del Ministerio de Política Territorial y Función Pública, departamento en manos de la también socialista Carolina Darias.
El reto no es menor. Hace apenas un año un estudio global de EY mostraba por ejemplo que apenas el 28% de las empresas de construcción e ingeniería disponen de una estrategia y agenda digital. El mismo informe concluía además que el 67% destina a digitalización menos del 1% de sus ingresos. En cuanto a la modernización de la propia maquinaria institucional, Artigas deberá consolidar y ahondar en el camino ya avanzado en los últimos años y que —según el informe DESI (Índice de Economía y Sociedad Digital) de 2019— ha permitido mejorar la posición de España en el ranking de países de la UE que están haciendo sus deberes en las áreas de la Conectividad y los Servicios Digitales. En el apartado de conectividad, por ejemplo, ocupa el puesto 9º de 28.
El cometido de Roberto Sánchez no es mucho más sencillo. En su comunicado, el ministerio avanza que será tarea suya “promover la conectividad y el despliegue de las infraestructuras digitales para colocar a España en la vanguardia”. “Entre los retos de esta Secretaría de Estado está liberar el espacio radioeléctrico necesario antes del 30 de junio para el desarrollo de las nuevas redes 5G en España y proceder a su reasignación mediante subasta, así como garantizar una conectividad de calidad para que toda la ciudadanía pueda alcanzar los beneficios de la tecnología 5G”, incide el departamento de Nadia Calviño. Lo cierto es que la creación de la nueva secretaría llega en un momento crucial, justo antes de la irrupción de la tecnología asociada al 5G. Con el fin de afrontar ese proceso, que se adivina complejo para las operadoras, el Gobierno ha apostado por Sánchez, un directivo veterano y sobre todo bien conocido en el sector de las telecos.
El ministerio de Calviño ostenta responsabilidades también sobre organismos relevantes, como el Instituto Nacional de Ciberseguridad (INCIBE) o Redes.es. El primero es el encargado de promover la “confianza digital” y la ciberseguridad necesaria para el buen aprovechamiento de las TIC. Tiene asociada también la Oficina de Seguridad del Internauta (OSI). La segunda, Red.es, promueve el despliegue de la digitalización con el objetivo de lograr la convergencia con Europa. Para lograrlo dispone de herramientas como ONTSI, el observatorio de economía y sociedad digital, que se encarga de analizar políticas, estrategias, evaluar programas y analizar tendencias.
El departamento de Pedro Duque
Calviño no es sin embargo la única con competencias en el área del I+D+i. El ministerio de Pedro Duque, que incluye la Subsecretaría de Ciencia e Innovación, tiene asociados algunos organismos relevantes dentro del organigrama público, como el Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial (CDTI), entidad pública empresarial que promueve la innovación en las compañías españolas; el Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA); la Fundación Española para la Ciencia y Tecnología (FECYT) o el Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (CIEMAT). En enero, durante la toma de posesión de su nueva cartera —despojada del área de Universidades que ahora asume Manuel Castells—, Duque deslizó ya cuáles serán algunas de sus prioridades. Acompañado por la ministra de Industria, Comercio y Turismo, Reyes Maroto; y la propia Calviño, el ex astronauta se marcó cuatro objetivos básicos: impulsar el CDTI, retener y atraer talento y fomentar lo que designó como “diplomacia científica”.
La mención al CDTI no es un detalle menor. Duque lanza un guiño a uno de los grandes "músculos" de los que dispone el Gobierno para impulsar la innovación. En 2018 el Centro de Desarrollo Tecnológico Industrial comprometió con empresas 750 millones de euros en subvenciones y ayudas parcialmente reembolsables. En total, esa inyección de fondos sirve para apoyar 1.780 operaciones de I+D+i con un presupuesto global de unos 1.046 millones. El discurso de Duque puede interpretarse también como un intento por reorientar su nuevo ministerio, una vez desgajadas las competencias que ahora asume el representante de Unidas Podemos. Esa separación será probablemente uno de los flancos más sensibles del Ejecutivo de coalición. Por lo pronto, ya ha conseguido poner en alerta a los centros de formación superior del país.
“Sin ciencia e innovación no hay universidades y sin universidades no hay ciencia e innovación”, advierten los rectores. En el nuevo esquema de Moncloa los gestores de los campus se verán obligados a tratar con tres ministerios distintos: el de Educación y Formación Profesional, que lidera Isabel Celaá (PSOE); el de Duque (PSOE) y el de Castells (UP). “Si separáramos la investigación de la universidad, los profesores aún estarían explicando la máquina de vapor”, lamentaba hace poco el rector de la Politècnica de Catalunya (UPC), Francesc Torres, en La Vanguardia. Su postura está en sintonía con la de la Conferencia de Rectores de las Universidades (CRUE).
Pocas carteras de tecnología en 14 legislaturas
A lo largo de las 14 legislaturas que ha vivido España desde finales de los años 70 —del gabinete presidido por Suárez y que dirigió el país entre julio de 1977 y febrero de 1978 hasta el nuevo de colación entre PSOE y UP—, el peso de la tecnología ha ido basculando. Durante la década de los 70, 80 y 90 el Ejecutivo dispuso solo de ministerios centrados en la Educación, la Ciencia y la Investigación. Hubo que esperar hasta el año 2000, a la VII Legislatura, presidida por José María Aznar, para que se crease un Ministerio de Ciencia y Tecnología. Su primera titular fue Anna María Birulés Bertrán, quien abanderó la expansión del operador de telecomunicaciones Retevisión.
Durante los años siguientes a Birulés le seguirían en el cargo Josep Piqué y Juan Costa Climent. La cartera se mantuvo en el organigrama de Moncloa con rango de ministerio varios años, hasta abril de 2004, cuando el equipo formado por José Luis Rodríguez Zapatero la suprimió y recuperó el Ministerio de Educación y Ciencia. En abril de 2008 se rescató la designación de Ciencia e Innovación, separadas de la de Educación, pero sin la menor referencia a la tecnología. ¿Significa eso que dejó de atenderse el I+D+i o de implementarse políticas para el avance digital? No, pero sí que se abordaba desde una "segunda fila orgánica", como las secretarías de Estado.
Su presencia quedó desdibujada también en diciembre de 2011, con Mariano Rajoy al frente de Moncloa, cuando el impulso al desarrollo tecnológico se disolvió entre varias carteras, pero sin protagonismo con nombre propio en el esquema de Gobierno: el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte y el Ministerio de Economía y Competitividad. El organigrama se mantuvo más o menos inalterado —a Economía y Competitividad terminará sumándose Industria— hasta la moción de censura de mediados de 2018 y la llegada a Moncloa de Pedro Sánchez, quien creó la cartera de Ciencia, Innovación y Universidades que encomendó a Pedro Duque.
La tecnología en los gobiernos de otros países
Prueba del peso que debe tener la tecnología en los esquemas de gobierno es que países vecinos le dan una importancia relevante. Portugal, por ejemplo, dispone de varias carteras que atienden al I+D+i: el Ministerio de la Presidencia y Modernización Administrativa y el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Educación Superior, dirigido este último por el ingeniero Manuel Heitor. En Francia, el Ministerio de Economía y Finanzas, que encabeza Bruno Le Maire, cuenta con una secretaría específica para el Sector Digital que está en manos de Cédric O. La bioquímica Frédérique Vidal lleva las riendas del Ministerio para la Educación Superior, Investigación e Innovación.
En Reino Unido el Ejecutivo integra el Department for Digital, Culture, Media & Sport y en Italia hay un Ministerio de Educación, Universidad e Investigación. Estonia, un referente internacional en administración electrónica e incorporación del I+D+i al día a día de sus habitantes, dispone de un Ministerio de Comercio Exterior y Tecnología de la Información. La cartera es independiente de la dedicada a la Educación e Investigación y ofrece la mejor prueba de la relevancia que dan los dirigentes de Tallin al sector digital. Su responsable es Kaimar Karu, que a pesar de su juventud —este verano cumplirá 40 años— acumula una dilatada trayectoria en firmas multinacionales como Skype. Otro aspecto para la reflexión es que los países nórdicos, referentes en pedagogía, las áreas de educación, ciencia e innovación suelen integrarse en un mismo departamento.
"Históricamente España ha adolecido de esto. Ha acostado entender que la tecnología debe tener cierto nivel en la estructura de gobierno. Ahora por fin lo tenemos y con gente que sabe", explica Marc Vidal. El reconocido consultor en transformación y estrategia digital advierte sin embargo que el esquema del Ejecutivo es "muy complejo", en cierta medida debido a su propia naturaleza como una alianza de PSOE y UP, y muestra su confianza en que se dote de "contenido" a los diferentes departamentos y que además se coordinen. No es un comentario superfluo. El fomento de la innovación, apunta Vidal, debe ser transversal. "Mientras nosotros dejamos el libro blanco de la IA en blanco, otros países lo desarrollan. Espero que el nuevo gobierno lo rellene", abunda.
La coordinación, y más en un esquema de Estado que tiende a descentralizar departamentos, es también una de las claves que señala Lorenzo Martínez, director Securizame e Ingeniero Informático. El objetivo, señala, es alcanzar la "optimización", evitar duplicidades y alcanzar un uso más eficiente de los recursos. "La configuración actual puede ser adecuada. Lo que habría que ver es cómo se desarrolla en la práctica", advierte Sergio Carrasco, politólogo, ingeniero de Telecomunicaciones e ingeniero Informático. La existencia de carteras que anuncian ya en su mismo nombre su enfoque tecnológico tampoco es baladí. "Es una forma de visibilizar lo que se quiere llegar a hacer". El reto, coincide con Vidal, es que las políticas sean "transversales".
Fotos: Gobierno de España (Pool Moncloa/Fernando Calvo), Ministerio de la Presidencia. Gobierno de España, Youtube, Icex.es, Gobierno de España (Pool Moncloa/José María Cuadrado) y Facebook
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