“Estaba a la mitad de la primera temporada de ‘Stranger Things’ y publiqué en Facebook, ‘Vale, ¿quién quiere convertir esto en un juego de mesa conmigo?’ Jon [Gilmour] respondió que ya estaba trabajando en uno, pero nos pusimos a hablar y decidí que un juego de rol podría ser una forma aún mejor de hacer lo que queríamos hacer con él. Mientras trabajábamos en ello, decidimos que queríamos ampliar las cosas para permitir que la gente jugara en más lugares que solo Hawkins, Indiana. ¡Es un género tan rico que no queríamos limitarlo a una sola cosa!”, explica Doug Lewandowski, creador de juegos de rol.
Doug Lewandowski y Jonathan Gilmour son los autores del juego de rol ‘Kids on Bikes’, publicado por Renegade Game Studios y Hunters Entertainment. Su ambientación gira en torno a chavales que se enfrentan a criaturas y fenómenos sobrenaturales en los 80. El juego consiguió el premio Ennie –de los más importantes y respetados en el rol mundial– a Mejor juego familiar en 2019, y recaudó en su Kickstarter 84.706 euros de los 4.531 iniciales. Saldrá este año en español de la mano de las editoriales Bastión de Mundos y The Hills Press, que consiguieron los 5.000 euros que pedían en poco menos de cinco horas. Finalmente superaron los 20.000. [El autor de este artículo es mecenas del juego]
Estos niños en bici se unen a otro juego de rol de similar planteamiento aparecido a finales de 2018: ‘Nuestro último verano’, creado por Grapas&Mapas, que en una edición limitada de 200 unidades se presentaba en el interior de una caja de VHS (el juego y todos los materiales están disponibles gratuitamente en la web)
Estos juegos tienen varios elementos en común: niños y niñas aguerridos, peligros sobrenaturales y nostalgia. Mucha nostalgia. Los autores de KoB no esconden sus referencias a las películas ochenteras. Tampoco los de ‘Nuestro último verano’. “Tiene mucho de cultura popular de las pelis de los 80 y del cine americano, que al final era lo que veíamos nosotros en aquella época. Pero también de experiencias propias de cuando en verano iba por el pueblo con mi pandilla”, explica Eneko Palencia, componente del grupo creativo Grapas&Mapas.
Un lugar al que suele gustar volver
“Hay dos tipos de nostalgia”, explica Amparo Lasén, profesora de Sociología aplicada en la Universidad Complutense de Madrid. “Está el gusto por recordar una época en la que has vivido, y una nostalgia de tiempos que no has vivido pero que conoces a través de películas y con la que puedes conectar por razones estéticas”.
“Las series y películas como ‘Stranger Things’ o ‘Super 8’ llegan a muchísimo público y provocan nostalgia en la gente que se acuerda de su propio pasado. Pero también son vistas por gente un poco más joven que conecta porque se puede reconocer en las tramas adolescentes, y a partir de ahí, desarrollar un gusto nostálgico por la estética de los 70 y los 80 aunque no hayan vivido estas épocas”, explica Lasén.
Conforme las personas van sumando cumpleaños, se van acumulando épocas por las que sentir nostalgia, pero siempre hay un lugar preferido al que se quiere volver: “la niñez, algo menos la adolescencia. Ocurre incluso entre personas de 20 años”, explica Lasén. “Hay estudios culturales que dicen que cuando el presente se hace más duro, hay cierta tendencia a ese recuerdo nostálgico del pasado. En un contexto lúdico en el que uno va a escaparse de su presente también puede funcionar este mecanismo”.
“Creo que la nostalgia es una especie de fantasía muy accesible para mucha gente”, explica Doug Lewandowski, coautor de 'Kids on Bikes'. “Si quiero jugar D&D ['Dungeons&Dragons'], tengo que aprender mucho sobre elfos y enanos y hadas y todo ese tipo de cosas, pero si quiero jugar un juego impulsado por la nostalgia, solo tengo que pensar en lo que fue mi infancia”. Para Lewandowski, los 80 que representan juegos como el suyo o ‘Nuestro último verano’ son “una fantasía de lo que nosotros pensamos que fue un tiempo más sencillo. ¡Como todos los que vivimos esa época, sé que me encantaría volver y tener todo el tiempo libre que tenía cuando era niño sabiendo lo que sé ahora! Creo que juegos como ‘Kids on Bikes’ permiten que la gente haga eso”.
Eneko Palencia cuenta que en las partidas que ha jugado a ‘Nuestro último verano’ ha encontrado a muchos jugadores que se interpretaban a sí mismos. “De forma un poco exagerada, pero sí. También he visto partidas que se quedaban atrancadas porque, sobre todo con gente que ha vivido en los 80, los jugadores empezaban a soltar referencias o incorporar escenas, elementos, objetos, etc. de cuando eran pequeños. Que si las panteras rosa, que si compramos pilas en el ultramarinos... Sueltan sus referencias y las comentan, y hay que pedirles que aligeren porque si no, no se acaba la partida.”
Los 80 de aquí empiezan a ser los de allí
‘Nuestro último verano’ está lleno de referencias domésticas: la moneda del juego son los duros (una cantimplora cuesta 40 duros, una navaja 100, una bici de carretera, 1000), los personajes responden a nombres como Borja Tejedor o María Ortiz, hay una presencia sorprendentemente alta de bocatas de chorizo (15 duros) y una de las clases de personaje (el bromista) es clavado a ‘El Piraña’. “Aunque está muy basado en Estados Unidos, no quería hacer el típico juego de allí, quería darle un toque más cercano. Tiene algo de ‘Verano azul’ y cosas que se hicieron aquí. Laguna alta [el pueblo donde se ubica la aventura que viene en el manual] se parece mucho al típico pueblo americano de las pelis, pero queda claro que es de aquí porque está la guardia civil o los supermercados SIMAGO”, explica Palencia.
‘Kids on Bikes’ no tiene esas referencias a lo de aquí, como es lógico, pero deja abierta la puerta a que pueda jugarse en cualquier pueblo español debido a su particular mecánica. Mientras ‘Nuestro último verano’ es más clásico, en el sentido de que respeta el papel del narrador-creador y los jugadores-jugadores, ‘Kids on Bikes’ explora mecánicas de creación colaborativa que afectan al pueblo y a las relaciones entre los personajes. “Pasamos mucho tiempo ideando sistemas divertidos para la creación de ciudades y rumores porque queríamos que los jugadores pudieran construir rápidamente una ciudad interesante y entrar en el juego. También hay mucho enfoque en las relaciones interpersonales durante la creación de la ciudad, por lo que los jugadores tienen una buena historia de fondo”, explica Jonathan Gilmour, coautor del juego.
Pese a la posibilidad de crear los pueblos, no hay ninguna partida de ‘Kids on Bikes’ disponible en YouTube que no esté situada al otro lado del charco; tampoco lo está la aventura escrita para la versión española, que se ubica en Romeo, Michigan (aunque se está escribiendo una ambientada en España).
Podría resultar chocante que un juego que enciende la nostalgia de los jugadores por una época pasada no se ambiente en el tiempo y espacio que vivieron esos jugadores. “A mí no me extraña tanto”, explica la socióloga Amparo Lasén. “Cuando hablamos de imperialismo cultural, también es esto: te apropias de lo suyo. Si tuvieras que recordar tus años 80 reales, tus ficciones tendrían a Chanquete y no a Spielberg, tendrías a los quinquis y la vida de barrio con su crudeza, con sus descampados, no tendrías los 80 americanos… Así que es muy normal que si estos juegos de rol recrean la familiaridad de los jóvenes con las películas de esa época, al final los jugadores decidan ambientar sus aventuras allí”.
“Aquí se juega con la lógica del reconocimiento", prosigue la socióloga. "Tú puedes conocer mucho mejor tu presente mediático que tu pasado histórico, de forma que puedes estar más familiarizado con las series de los 80 americanos que se hacen ahora que con los propios 80 que viviste." Y eso para quienes efectivamente vivieron esos años. “Para los jóvenes de ahora, los 80 que reconocen son los de Estados Unidos porque son los que ven en las series, y muchas veces cuando hablas de un bar retro lo que ellos piensan es en uno de esos de batidos y hamburguesas. Es la globalización. El imaginario de EEUU sigue actualizándose y sus productos culturales siguen ideando esa realidad, así que es muy normal que el escenario de juego se lleve allí”.
Y no por jugar allí deja de funcionar el mecanismo de la nostalgia. Ahí reside, para Lasén, una de las claves del éxito del revival actual de los 80 y de cualquier revival en definitiva. “Esa maquinaria es perfectamente capaz de generarte nostalgia por un tiempo que no has vivido”.
Imagen de portada |Carátula de 'Nuestro último verano' (Andrés Sáez "Marlock")|
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