El proyecto de la 'Biblioteca del Futuro' lleva diez años cocinándose en Oslo. Solo es el 10% de su plan, que comenzó en 2014 y durará, por contrato, hasta 2114. Se trata de una obra de arte pública que recopila anualmente una obra original de un escritor famoso. Pero nadie la publica, ni siquiera la lee. Solo será posible acceder a ellas cuando termine el proyecto, dentro de noventa años.
Los manuscritos (nada de impresión digital) se recopilan en la 'Sala del Silencio', construida en el último piso de la Biblioteca Pública de Oslo. En cada primavera se añade uno más a la sala, protegido bajo llave. Cualquiera de las personas que han participado en la creación y los primeros años del proyecto estarán muertas para cuando puedan ser leídos.
Cien manuscritos inéditos a muy largo plazo
Ideado por la artista escocesa Katie Paterson, el proyecto tiene el respaldo de la ciudad. La 'Sala del Silencio' está construida en madera tallada ondulada. Entre sus capas hay cien bloques de vidrio, uno por cada una de las obras que almacenará este espacio.
Cada año, la Future Library Trust contacta con escritores para proponerles que creen una obra original para este proyecto. David Mitchell, Elif Shafak o Margaret Atwood, la primera en participar, son algunos de los que tienen su manuscrito en uno de los bloques de vidrio. Anne Beate Hovind, la presidenta del patronato, nos ha explicado algunas de las claves de este espacio.
Por ejemplo, que la madera de sus tallas fue obtenida de un bosque cercano en el que se plantaron mil abetos. En 2114, cuando el proyecto finalice, esos abetos serán talados para fabricar el papel en el que se imprimirán los cien manuscritos que habrá entonces.
"Hay cien anillos en la sala. Se ha convertido en un espacio público extremadamente popular, incluso van adolescentes. Es un espacio seguro. Para mí significa la alfabetización futura. Creo que el arte y la cultura tienen un papel clave junto a la tecnología para ayudar a las personas a activar el hemisferio cerebral más innovador e imaginativo", nos explica la presidenta.
Acceder a la sala, tras cinco pisos de escaleras mecánicas, produce una sensación similar a la de entrar en un árbol, por su forma y por los anillos. Como sugiere su nombre, es muy silenciosa.
Es un espacio muy pequeño donde es obligatorio descalzarse para entrar. Un angosto pasillo lleva hasta la pequeña estancia, con una pequeña bancada en el perímetro. La sala sirve para visitarla por curiosidad y pasar un rato en silencio, poco más si nos ceñimos a la utilidad presente, más allá de la futura.
El punto más llamativo del proyecto es la longevidad planeada. No solo por ser de una duración atípica, sino por el hecho de que trascenderá a la vida de todos sus ideólogos e impulsores, e incluso a la mayoría de quienes hayan participado en él. "He de confiar en que las generaciones venideras cumplirán con ese trabajo y realmente les importará hacer que ocurra", añade Hovind. "Si no empezamos este tipo de proyecto transgeneracional, no hay nada que ellos puedan cumplir".
El último día de 2023, cuando las portadas de todos los periódicos estaban ocupadas por la guerra entre Israel y Hamás, la 'Biblioteca del Futuro' se hizo un hueco en la portada precisamente de Al Jazeera. Anne nos cuenta que un organismo público de Dubai contactó con ella recientemente para que diese una charla allí. Dijeron que su trabajo les resultaba inspirador porque "demuestra que la innovación es posible en el sector público".
Cada año se celebra una pequeña ceremonia en el bosque antes mencionado, simple, que culmina con un nuevo manuscrito en la sala. Sus autores no pueden revelar nada sobre él, solo su título. Tsitsi Dangarembga, por ejemplo, escribió 'Narini and Her Donkey' ('Narini y su burro'), Karl Ove Knausgaard optó por 'Blind Book' ('Libro ciego').
Ni siquiera es necesario que el texto esté en inglés o en noruego. Sjón, el pseudónimo del poeta Sigurjón Birgir Sigurðsson, escribió el suyo en islandés, y anticipó a The Guardian sus preocupaciones por el asunto lingüístico: "Mi idioma solo es hablado por 370.000 personas", dijo en referencia a la esperanza de que para 2114 su lengua siga viva y con traductores disponibles.
No es la única incógnita sobre el futuro. No solo es que quienes disfrutarán de los resultados del proyecto no hayan nacido aún, es que ni siquiera lo han hecho la mayoría de los escritores cuya obra terminará en la sala silenciosa.
Al menos saben que entre el respaldo que ofrece Oslo no se encuentran únicamente buenas intenciones, sino un contrato firmado en 2022 en el que se sella el compromiso a proteger tanto bosque como biblioteca hasta 2114. Cien años de desarrollo. Un gesto poco habitual en la política cortoplacista.
Este proyecto también ha suscitado algunas críticas al entender que se trata de una "cápsula del tiempo elitista" o que rompe con el propósito fundamental de cualquier biblioteca, que es poner libros a disposición del público.
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