Hay una lógica continuista y científica en la roca que resume toda la ciencia ficción contemporánea
“Esta es la razón por la que estamos aquí: unobtainium. Porque esta pequeña roca gris se vende a 20 millones el kilo. Es la única razón. Es lo que paga toda la fiesta. Es lo que paga tu ciencia”.
La perorata —la recordarás— se la suelta durante la primera entrega de 'Avatar' un pasivo agresivo Parker Selfridge encarnado por Giovanni Ribisi a la doctora Grave Augustine (aka Sigourney Weaver) mientras gesticula con un guijarro brillante en la mano, no mayor que un mechero Zippo.
La escena dura medio suspiro y no es ni de lejos la mejor intervención de Ribisi o Weaver a lo largo de la cinta, pero sí resulta clave para entender la peli. Con el monólogo de Selfridge, James Cameron viene a exponernos de forma clara qué hace aquel grupo de humanos explorando una irrespirable y lejana luna perdida en Alfa Centauri. Aparte de mosquear a los nativos Na´vi, por supuesto.
El unobtainium interesa porque es caro.
Y es caro porque es un material superconductor muy codiciado en nuestro planeta. Como el oro desde hace siglos o las tierras raras por las que suspiramos en 2022, solo que en versión sideral y milmillonaria. Todo esto, claro está, dentro del universo fantástico creado por Cameron.
Más allá de Pandora
Lo que quizás no sepan Selfridge o Augustine es que a este lado de la ficción, en el mundo real, el unobtainium es algo más complejo y no un patrimonio exclusivo de Pandora. Quizás la peli de 2009 le haya hecho saltar a la fama, pero el término —más bien expresión— se usaba ya mucho antes: más o menos desde mediados del siglo pasado, para ser precisos.
Y no siempre en cintas de ciencia ficción para aludir a rocas fantasiosas, como la de Pandora.
Desde la década de 1950 los ingenieros lo utilizan con ironía para referirse a materiales o bien muy difíciles de conseguir por su coste, rareza o disponibilidad o bien directamente quiméricos, dotados de propiedades perfectas para ciertos usos pero que pertenecen al mundo de la especulación. Un “y si…” de manual, solo que combinando buenas dosis de imaginación, tecnología y ciencia.
No busques la palabra en los diccionarios. No aparece. Y eso hace muy difícil perfilar una definición exacta de qué abarca y qué no; pero el propio término nos da algunas pista: básicamente, parte de la palabra inglesa “unobtainable" (inalcanzable) e incorpora el sufijo “-ium” que se aplica a elementos químicos. Unobtainium es por lo tanto cualquier material tan deseado como inaccesible, bien porque es escaso, carísimo, su uso está restringido o directamente no existe en el mundo real.
El Unobtainium de Avatar cumple al dedillo todos esos criterios, con lo que si pudiese existir un museo con una muestra de referencia bien podría ser la que sostiene Selfridge mientras alecciona a Augustine. Hay quien va un poco más allá y ve un trasfondo filosófico en la elección de Cameron.
Que el director de 'Titanic' o 'Terminator', maniático del detalle hasta el extremo de estampar el emblema de White Star Line en toda la cubertería del atrezo de Titanic, se conformase con dar un nombre tan manoseado y genérico al codiciado mineral de Avatar, pieza clave de la trama, tendría una razón muy simple: el palabro es impersonal porque así es como lo ven los humanos que acuden a Pandora para extraerlo; no les interesa qué es o qué le rodea, sino a cuánto cotiza el kilo.
Reflexiones aparte, lo cierto es que Cameron no fue especialmente original al pensar en el unobtainium. Ni en lo que se refiere al nombre, ni desde luego al propio concepto. El canadiense pisaba arena bien batida cuando optó por incluir en el corazón de la trama la idea de un material fascinante y propiedades extraordinarias. Ni fue el primero ni el último en sacarle provecho.
Los orígenes del término en la jerigonza técnica no están del todo claros. Algunos apuntan al apodo con el que en los ingenieros aeroespaciales de los años 50 se referían al deseado titanio. Aún hoy se bromea de vez en cuando con el palabro cuando logramos desarrollar un material hi-tech dotado de unas propiedades especialmente interesante. Lo que sí sabemos es que el concepto lleva unas cuantas décadas dando buenos réditos a los autores de ciencia ficción y fantasía.
Veamos. Unobtainium en sentido estricto —es decir, un material ficticio, inalcanzable y por el que los Selfridge del mundo estarían dispuesto a dar un brazo o cargarse media Pandora— es la aleación de adamantium con la que se fabricaron las garras de Lobezno o el vibranium del que tan buen partido sacan el Capitán América o Black Panther. Incluso la kryptonita, ese pedrusco verdoso capaz de poner en apuros al poderosísimo hijo de Jor-El, podría considerarse como tal.
Más allá de las páginas de los cómics unobtainium puede considerarse también el metal con el que se fabricó el casco e la Enterprise de 'Star Trek' o el vehículo de 'El núcleo', capaces de salir de una pieza de pruebas tan rematadamente extremas que harían temblar al más osado de los ingenieros. Lo mismo pasaría con el scrith ideado por Larry Niven para Mundo Anillo, el acero valyrio de 'Canción de hielo y fuego' o el mithril que con tanta maña trabajaban los enanos de 'El Señor de los Anillos'.
El listado es bastante largo e incluye muchos otros universos. Materiales con un rol semejante se encuentran en las cintas o páginas de 'Ben10', 'Cat´s Cradle' u otros episodios de 'Los Vengadores', como en el que se habla del blindaje de Ultrón. El campo es tan fecundo que incluso se ha llegado a publicar algún que otro libro reflexionando sobre sus supuestas propiedades fantásticas.
Lo de recurrir a un elemento fantasioso, indestructible y con propiedades que dejan en gravilla cualquiera de nuestras aleaciones actuales da al fin y al cabo mucho juego. Queda la duda de hasta qué punto puede acabar convertido en un elemento manido que aleje al lector, pero desde luego Selfridge acertó en algo: con los años ha servido para generar millones de dólares... en taquilla.
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*Una versión anterior de este artículo se publicó en octubre de 2022
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