Paco Roca (Valencia, 1969) es uno de los más importantes autores de cómic contemporáneo en castellano. Su figura, con una biografía de largo recorrido, materializa el éxito ya no solo de un profesional de la historieta en un entorno, España, nada propicio para el éxito mediático a través de la historieta, sino sobre todo el de un autor personal.
Saliéndose de los estrechos márgenes de movilidad que solía ofrecer la industria del cómic y superando unos inicios en el marco de una crisis profunda del sector, logra imponerse y renovar, casi como pionero, un panorama yermo, el de nuestro sector en el cambio de siglo. Vamos a ver cómo lo logró.
Los inicios en Kiss Comix
Roca comenzó su trayectoria profesional dibujando a partir de 1994 historietas eróticas para la revista Kiss Comix de la editorial La Cúpula. Fue una oportunidad, y también un trabajo de encargo. Temática, duración de las historias —a publicar en una revista de periodicidad mensual de corte similar a las revistas del boom de los ochenta, aunque adscrita al erotismo—, características generales... en fin, todo obedecía a un proyecto cerrado, al que Roca se adaptaría con toda la ilusión del principiante en un mundo donde no era fácil entrar.
El dibujante ha recordado su primera entrevista con el editor de Kiss Comix: «Yo vivía con mis padres todavía y esto del porno lo hacía a ratos mientras trabajaba en publicidad y muy a escondidas. Un día cogí todos los dibujos y me fui a Barcelona a ver a Berenguer en La Cúpula. Llegué, me hicieron esperar en la sala, donde todo era muy hippie, me recibió Berenguer. [...] Se puso a pasar las páginas, [...] poniendo atención en los detalles. Las dejó y me dijo: bien, creo que podemos publicarlas, pero tienes que hacer las pollas más venosas y las vaginas tienen que estar como húmedas. No me podía creer los consejos que me estaban dando. Ah, y también que las chicas miraran a cámara cuando hacían una felación.».1
Tras colaborar en Kiss con varias historietas desde 1994, el trabajo del ilustrador parece satisfacer a sus editores, que en 1998 le abren las puertas de El Víbora, su cabecera principal —quizá no en ventas, la revista pornoerótica era un producto por entonces de éxito— pero sí en prestigio. Allí publica Road Cartoons con su colaborador, el guionista Juan Miguel Aguilera, con quién ya había trabajado en Kiss Comix. Su nuevo proyecto es un experimento que mezcla dibujo y 3D. Y en 2000 crearon juntos GOG, comic-book inspirado en los mundos virtuales de aquella serie.
Entre 1995 y 2000 el futuro del cómic se contemplaba bastante oscuro en nuestro país. Era un paisaje de editoriales cerrando en una progresión alarmante, las revistas que en los años ochenta habían triunfado en el mercado del quiosco se habían cancelado una tras otra por falta de ventas, y los lugares en los que labrarse un presente profesional en España eran escasos. Uno de los poquísimos espacios para intentarlo era la colección “Brut”, de La Cúpula, que en formato de cómic grapado publicaba tanto autores internacionales de la importancia de Daniel Clowes o Charles Burns, como tanteos de promesas nacionales como Juaco Viruete.
En dicha colección alumbró Paco Roca El juego lúgubre (2001), en la que el autor venidero ya se intuía con bastante nitidez. La obra fantasea con la figura de Salvador Dalí sin pretender acercarse a la biografía como género. Desde una impronta surrealista (¡cómo no!) y acercando al personaje que era el pintor de Figueras a los esquemas del relato gótico, Roca fabula con la imagen del autor de Premonición de la Guerra Civil con tono reposado y gusto por un dibujo sintético pero atento a los matices.
Todo, de nuevo, sujeto a los férreos patrones editoriales: un tebeo en blanco y negro —la reedición posterior de Astiberri será a color—, en formato comic-book —para entendernos, como un tebeo de superhéroes de 24 x 17 centímetros— con cubierta a color. Eso sí, pudo extenderse 64 páginas.
Durante este período el dibujante desperdiga colaboraciones breves en fanzines y revistas diversas pero el paso determinante para su futuro vendrá de la mano del mencionado El juego Lúgubre. Esta obra comienza a jugar en una liga importante, al venderse los derechos de reproducción a Francia, Italia y Holanda.
El despegue
En 2003 Roca se internacionaliza trabajando directamente para el mercado galo, realizando una serie, Los viajes de Alexandre Ícaro. Bien, en realidad de dicha serie, Les voyages d'Alexandre Icare, aparecerá un único álbum —en estilo muy franco belga, tamaño álbum tintiniano, a todo color— de título «Los hijos de la Alhambra» (en España lo publicó Planeta de Agostini en 2007).
Incide en su gusto por lo artístico, al relatar las aventuras de un pintor romántico en el entorno del palacio/fortaleza nazarí. Gustos personales filtrados a través de un cuento de aventuras y para todas las edades. Eficacia madura como autor en una obra profesional, que marca un camino de no retorno para Roca: escapar del encargo.
En las páginas de este volumen parece advertirse la frialdad de aquello que no implica a su autor. En resumen Roca ofrece en este álbum un buen acabado artesanal para un tono y unos postulados —aventura, magia, acción— que no parecen afines a sus universos precedentes ni posteriores, pero intenta hacerlos suyos filtrando querencias personales.
En 2005 Roca, desencantado con la experiencia previa, propone su nuevo trabajo a Astiberri, una editorial que ya entonces está tanteando nuevos caminos en el mercado nacional. La editorial bilbaina se centra en el cómic de autor, carece de colecciones con formatos estandarizados, cada obra es única y se edita de un modo singularizado.
En 2004 habían apostado por la edición de Blankets, de Craig Thompson. Un grueso volumen encuadernado en cartoné que, en cierto grado, inauguró en España la edad de la novela gráfica. No solo en tanto a formato, sino, sobre todo, como apuesta por un modelo de cómic personal, autoconclusivo, de contenido maduro y afín a un lector externo al reducto del coleccionismo de librería especializada.
Era el marco natural para un Paco Roca que publicará El Faro en la editorial vasca, en 2005, y que desde entonces ha hecho de Astiberri su hogar natural, como autor. En este tebeo la guerra civil es un marco para una historia lírica, un canto a la literatura clásica de aventuras. Destila la mirada personal de Roca y nos revela a un autor sensible e inquieto. Puede que El Faro no sea la obra más conocida de Roca, pero parece de las más importantes para comprender al autor.
Arrugas, la inauguración de un nuevo tiempo
Arrugas (2007), su siguiente trabajo, marca un antes y un después categórico en la historia del cómic en España. Lo marca porque en la vida editorial del medio en nuestro país supone un eslabón entre el pasado y el futuro. Es sabido que Roca ofreció este álbum al mercado francés, directamente, y que se edita en España por la vía de la compra de derechos por parte de Astiberri. En esto nos recuerda una España donde la edición de cómics es un cuerpo anémico a principios de siglo XXI.
Parece mentira que un trabajo de argumento tan universal como Arrugas no haya sido cebo de tiburones en el sector, pero al mismo tiempo Roca movía ficha en la dirección que en 2007 podía interesar a cualquier autor. Ya conocido por puntuales obras editadas en el mercado galo, ofrece Arrugas a editores franceses. El propio Roca lo explica en el blog Sonaste manteco: «Pensé, “¿por qué no voy directamente a Francia y ofrezco una obra a una editorial de las grandes que pueda pagarme bien y pueda distribuir bien los álbumes?. Así fui a Delcourt con el proyecto de Arrugas y les gustó.»
La publicación de Arrugas por parte de Delcourt supone para Paco un punto de no retorno. Sigue explicando en la misma entrevista:
«Fue el momento de tomar una decisión, de hacer en aquel momento lo que quería. A partir de ahí mi vida profesional no ha sido la misma. Ha sido tener la suerte de estar en una gran editorial. Y cuando estás allí dentro, digamos que todo cambia. Ya es más difícil que la gente te replantee las cosas. Que estar luchando por volver a publicar. De repente estás en esa gran familia, en esa gran editorial. A la larga puedes estar contento con ellos, o no y buscar otras cosas, pero ya estás en esa primera división en Francia con esos autores que venden medio millón de ejemplares.»2
Arrugas lo editará en España Astiberri el mismo año, y su éxito en nuestro país catapulta a Roca a una fama inaudita. Fama que se acrecienta al ganar el Premio Nacional del Cómic con este libro. No es de extrañar su éxito: la dura historia de un hombre con alzheimer cuaja en el lector desde una cotidianidad amable pese al retrogusto agrio, en una trama documentada y de poso íntimo. Todos podemos sentir dolorosamente lo que Arrugas cuenta, porque es un dolor universal. La obra además sería trasladada al cine en 2012, y obtiene dos premios Goya.
Ello supone una cristalización de Paco Roca como creador visible, mediático y famoso. Y además, Arrugas posibilita a su autor vivir de su oficio. Y se lo permite con un trabajo personal, que se aleja de patrones y preconceptos, estilos o géneros.
Arrugas es la historia que Roca quiso contar, el escozor interno que ve la luz en formato de libro de historieta. Contada del moque que él quiere. Ademas su tema toca a lectores ajenos a los universos del cómic —universos múltiples, pero generalmente estancos— y asienta un nuevo mercado, el de la novela gráfica. Si quieres saber qué demonios es una novela gráfica —si aún no lo sabes a estas alturas, claro— bastará que leas Arrugas para comprender el nuevo fenómeno.
La historia de la senilidad acelerada nació en un mercado débil, acudiendo a uno fuerte y externo. Y en su edición nacional se asentó como un nuevo modelo de «cómic diferente» a ojos de un nuevo lector que hasta entones no leía historieta, no desde que decidiera dejar de leer Pumby, Tintín o como mucho, Mafalda. Por eso Arrugas regeneraría el paisaje de la historieta en nuestro país. Es, en fin, una de las más importantes bisagras de la historia reciente del medio.
El paso a convertirse en un autor mediático
La siguiente obra de Paco Roca fue lógicamente esperadísima, se publicó en 2009 y es un trabajo que retorna al gusto del autor por lo onírico: Las calles de arena. Gráficamente incide en las características de su obra, depurándolas: páginas de diseño ordenado pero dinámico; dibujo hábil y al tiempo sintético y levemente caricaturesco, elegante; y un color narrativo, cuidado y expresivo. Aunque no obtiene el éxito de Arrugas se vende bien y recibe ediciones internacionales, en Francia e Italia. Y apuntala un universo personal, entre lo cotidiano y lo mágico, una suerte de Buñuelismo amable con referencias a Lewis Carroll que sabe mirar a nuestra realidad social.
Esa realidad es objeto de El invierno del dibujante (2010), su siguiente trabajo de enjundia. Antes publica Emotional World Tour junto a Miguel Gallardo, y un proyecto para La Casa de España de Beziers: El ángel de la retirada, con guión de Serguei Dounovetz. Es interesante constatar que en estas obras se cimentan más características del autor, como son un humor cotidiano autobiográfico, y la preocupación por la historia, concretamente la reciente historia de España.
El «World Tour» relata la vida de una gira de firmas del autor en compañía del creador de Makoki. El ángel de la retirada trata sobre hijos de emigrantes de la guerra civil española nacidos en Francia. Y El invierno del dibujante incide en la posguerra, en un franquismo reflejado en la historia del grupo de dibujantes que, desafiando a la todopoderosa Bruguera, decidieron montar DDT, una revista independiente de historieta en el marco de la edad dorada del tebeo español. Un relato histórico o de microhistoria donde Roca refina una composición de escenas brillante y entrega otro relato con sabor reflexivo y amargo. Al respecto comenta Roca:
«Uno de los motivos de hacer El invierno del dibujante fue la excusa de, documentándome, saber realmente cómo era aquel mundo y poder descubrir definitivamente qué había detrás. Me imaginaba algo como en la película El apartamento, donde podía llegar un dibujante de vida interesante y la compartía con los otros… Además en ese momento, antes de la ley de censura infantil que hubo a finales de los años cincuenta, era un terreno muy libre y se hacía un cómic social, que podía estar a la altura de lo que en cine podía estar haciendo Azcona con Berlanga, o en novela lo que hacía Cela. Pero luego me empecé a dar cuenta de que realmente no era así, que cada uno dibujaba en su casa. Y me pasa muchas veces que documentándome no encuentro el camino que me gustaría, pero puedo tomar otro. En este caso fue cuando los dibujantes se salieron de Bruguera para montar su propia revista, Tío Vivo» 3
Sus trabajos más recientes, su autobiografía y una obra maestra
Autor consolidado, capaz de bucear en el zeigest de nuestra sociedad con obras comprometidas sin abandonar su personalísima mirada compuesta de humor, toques de fantasía y una conciencia político social ya palpable, el siguiente hito de Roca es la recopilación de su serie para el diario Las Provincias, Memorias de un hombre en pijama.
El portador de la elegante prenda no es otro que un sosias del propio Paco, feliz de poder demostrar al mundo que el estado de plenitud es poder vivir trabajando sin salir de casa, y por lo tanto, sin necesidad de abandonar el pijama. Y que él ha alcanzado ese Nirvana de barrio. Lo hace mediante historietas cortas de humor inteligente, divertidísimas perlas donde además Roca se permite experimentar recursos, lucirse en el diseño de la página y despojar su dibujo de lo accesorio. Su estilo gráfico abandona definitivamente cualquier poso relamido, para aventurarse por la expresividad más lograda.
Todo ello no cae en saco roto si no que deriva en la obra maestra del autor, Los surcos del azar (2013). Esta novela gráfica es de momento el trabajo más extenso de roca, 328 páginas para relatar la historia de «La Nueve», compañía a las órdenes del capitán Dronne integrada en la segunda división blindada del general Leclerc, y formada mayoritariamente por republicanos españoles. En la noche del 24 de agosto de 1944, ellos serían los primeros en entrar en París. Y ellos encabezarán el desfile de la victoria del día 26 por los Campos Elíseos.
Roca hace un llamamiento a la memoria histórica, un homenaje a nuestros exiliados y un relato sólidamente construido como juego de espejos entre el pasado y las investigaciones del propio autor, que vuelve a retratarse pero con un tono ajeno al humor del hombre en pijama. Roca en la ficción del cómic encuentra en Francia a un superviviente de la época, que será el narrador de la historia de «La Nueve».
El fascinante juego de Los surcos del azar consiste en que esta segunda historia es falsa, el presente narrado por Roca en primera persona, sus conversaciones y afianzamiento de amistad con un superviviente, es un constructo narrativo apoyado en un dibujo claramente diferenciado del estilo gráfico que emplea para relatar los sucesos, estos sí históricos y verídicos, de los republicanos exiliados.
El tono medido de Los surcos del azar, su emoción sostenida, el profundo trabajo de investigación y un regusto final a relato clásico casi hollywoodiense, con una nota emocional digna de radionovela a través de una historia de amor, convierten a este trabajo en una de las novelas gráficas más importantes de la década.
Tras este cómic se editarán más recopilaciones de El hombre en pijama, que se publicará previamente en El País Semanal, pero haber entregado un trabajo tan definitivo como Los surcos hacía esperar el nuevo paso de Roca en forma de novela gráfica, quizá con cierta sensación de que su techo ya lo había alcanzado.
Y curiosamente el nuevo —y por ahora, último— cómic de Roca nos habla de tejados y construcciones. La casa (Astiberri, 2015) tiene techo, claro. Metafórico también. No sé si más alto que el de Los surcos del azar. Diferente, en todo caso, y quizá por eso haya que convenir que su autor sigue viviendo un estado de gracia profesional y creativo. Era difícil escapar a la sombra de una obra tan trascendente en tono, forma y resultados como Los surcos del azar, pero La casa lo logra, simplemente porque es otro camino y tiene otras intenciones.
Del relato histórico se pasa a la memoria personal filtrada por una historia íntima, pequeña... pero universal. En cierto grado, se vuelve al tono de Arrugas pero con una mirada mucho más madura. La casa es una nueva obra maestra de su autor, que parece dotado de un talento inconmensurable a día de hoy, uno además que no se extingue. Qué buena señal es que además tanta calidad se corresponda con el éxito masivo.
La casa trata sobre una familia que, tras el fallecimiento de su padre, acude a la segunda vivienda familiar, la rural, la construida con las propias manos del padre que se ha ido. Una reflexión con tintes autobiográficos sobre el peso de las vidas de quien nos rodea, y también sobre una España que está desapareciendo, la de una precariedad que llevaba a convertir esa segunda casita del pueblo en el lugar del ocio, que era de trabajo, albañilería amateur y esperanzas pequeñas cristalizando en una segunda residencia. Y Roca desarrolla nuevos recursos y formas para contar este retrato, de modo que además de un cuento profundo y emotivo vuelve a entregar un maravilloso ejercicio estilístico.
Es el último paso, de momento, de un autor cuya biografía profesional completan aportaciones a libros ilustrados, carteles, exposiciones individuales y colectivas... y vendrán más cómics, porque Roca es ante todo eso: autor de historieta. Uno que por la vía del cómic de autor, maduro, transversal, con capacidad de gustar más allá de los mentideros habituales del medio, ha consolidado una carrera profesional. Es ejemplo a seguir, y muchos autores pueden mirar para Roca y decir que efectivamente se puede. Es cuestión de suerte (eso siempre), mucho trabajo, y más talento.
Referencias
1 Álvaro Corazón Rural. Entrevista a Paco Roca. Jot Down ↩
2 Fernando Ariel Garcia. Entevista en Sonaste manteco ↩
3 Álvaro Corazón Rural. Op. Cit ↩
Foto | Raquel Silvestre
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