Gracias a Ray Bradbury descubrimos que el papel de los libros arde a 451 grados Fahrenheit. Pero no parece probable que la sociedad actual vaya a necesitar un Montag que queme los libros en papel por falta de uso. Según la última Encuesta de hábitos y prácticas culturales, que recoge datos del periodo 2014-2015, el 59% de la población lectora de España utiliza el formato papel, mientras que solo el 17,7% lee en digital. Datos similares arrojan las encuestas en Estados Unidos: el papel se lleva al 65% de los lectores, el ebook al 28% y el audio libro al 14%.
¿Por qué el libro electrónico no ha conseguido el éxito que sí han obtenido las nuevas fórmulas de consumo de cultura y ocio en el sector musical o audiovisual? ¿Aparecerá algún día un Netflix o un Spotify del libro que mate (o haga enfermar, al menos) al libro en papel?
En opinión de Guillermo Chico y Almudena Gil, responsables de marketing de HarperCollins Ibérica, la filial para España y Portugal de la segunda mayor editorial del mundo, todavía falta tiempo para que ocurra: «En Estados Unidos, que van muy por delante de nosotros en todo lo digital, aún no ha ocurrido ni se vislumbra que vaya a pasar, por lo que en España parecería que está mucho más lejos. La sensación general es que el público sigue prefiriendo leer en papel, por regla general».
¿Es comparable el caso de los libros al del cine o la música?
Ya el año pasado augurábamos la muerte de los soportes físicos de vídeo frente a las plataformas de streaming. Algo similar ocurre con la música, precisamente en este 2016 en que la industria celebra la rentabilidad (al fin) de plataformas como Spotify. ¿Existe una alternativa similar a Netflix o Spotify para la industria editorial?
La respuesta es sí... y no. Existen tres plataformas que ofrecen un servicio similar: 24Symbols, Nubico y Kindle Unlimited. En todas ellas, el usuario paga una cuota mensual (8,99 euros en el caso de los dos primeros, 9,99 para el servicio de Amazon) y tiene acceso a contenidos. Pero es muy diferente en otros aspectos, en los cuales se puede encontrar parte de las razones del atasco del formato ebook.
En primer lugar, estas plataformas no ofrecen la posibilidad de leer gratis, lo cual sí ocurre con la música en Spotify. A muchos puristas literarios les podría parecer una aberración que cada 30 o 50 páginas de un libro, apareciera una página de publicidad, pero esa es una solución aceptable, en cambio, para muchos usuarios de la versión gratuita de Spotify.
Desde HarperCollins no ven viable esta opción: «La lectura es una actividad mucho más íntima y privada que la música y el cine, que además requiere más concentración. Por ello no creemos que el lector medio acepte publicidad intrusiva mientras lee. Seguramente haya público para todo, pero la sensación es que a la gran mayoría de los lectores eso no les gustaría».
En segundo lugar, la industrias musical y audiovisual se han rendido a las plataformas de streaming mientras que la literaria se resiste. Todavía son pocas las editoriales que, en habla hispana, ofrecen sus publicaciones digitales a través de este servicio. Apenas es posible acceder a novedades, best-sellers... mientras que Spotify y Netflix son los lugares elegidos para muchos de los grandes estrenos de sus sectores.
Pau Centellas, agente literario de la agencia de Silvia Bastos, nos confirma esas reticencias de la industria editorial tradicional hacia el libro electrónico por temor a que canibalizara su producto principal, el libro físico. Además, nos apunta una segunda razón: «Si potencias el formato digital, cualquiera que sea, pones al libro a competir con contenidos digitales muy diversos y mucho más atractivos, sobre todo entre la población joven. En un ordenador, en una tableta, en un smartphone, el libro tiene las de perder».
El romanticismo del libro en papel
Existe un halo romántico alrededor de la lectura en papel. Muchos lectores y escritores defienden el papel a ultranza, incluso aunque sean techies en el consumo de otros contenidos. Y es que la lectura sí ofrece una experiencia de uso diferente a la música o lo audiovisual. No es fácil distinguir si la música que escuchamos procede de un dispositivo conectado a Spotify o de un CD. Ni si una película o una serie se está emitiendo en nuestro televisor desde Netflix o desde un DVD o Blu-ray. Sin embargo, todos distinguimos la lectura en un dispositivo electrónico de la de un libro en papel.
El precio importa
Una de las razones a la que aluden muchos usuarios a la hora de renegar del libro electrónico es su precio. Existe una especie de sensación de que quien compra algo digital... no ha comprado nada. El producto es efímero, mientras que el ejemplar en papel permanecerá en nuestras estanterías de por vida. Por tanto, pagar un precio similar por uno y otro formato resulta inconcebible para muchos usuarios.
Además, existe la percepción de que las editoriales tienen un gasto mucho menor en la producción de un ebook que en la de un libro físico. Guillermo Chico y Almudena Gil desmienten esta idea: «Es verdad que los gastos de producción son más económicos que en el caso del físico. Pero todos los gastos de edición, distribución, marketing, diseño, etc. siguen aplicándose». En su caso, mantienen la política de que el precio del ebook esté siempre por debajo de la del libro físico, sin que nunca lleguen los formatos digitales a sobrepasar los diez euros.
Existe otro dato de crucial importancia a la hora de analizar la economía editorial en comparación con la de la industria musical, por ejemplo. Y es que el sector editorial no tiene otra vía de ingresos que la venta de ejemplares. No existen los conciertos. Una editorial no puede cobrar por una firma de libros o una presentación. «Sin ninguna duda, es muy complicado que un autor o una editorial tengan ingresos fuera de la venta de libros», nos dicen desde HarperCollins.
La autopublicación va por libre
Si hay un terreno en el que el ebook campa a sus anchas es en la autopublicación. Los autores independientes optan por este formato en prácticamente todos los casos, la mayoría de ellos incluyen sus obras en el programa Kindle Unlimited y solo en algunos casos editan sus libros también en papel.
Nos lo confirma Alice Kellen, autora híbrida (es decir, que publica de forma independiente y también en editorial tradicional): «La experiencia de ser escritora es muy diferente como autora autopublicada que a través de editorial. En la autopublicación, el libro electrónico supone un tanto por ciento elevadísimo de las ventas. De hecho, yo ni siquiera he editado en papel mis dos últimas novelas independientes».
En la misma línea se manifiesta Andrea Longarela "Neïra", también autopublicada y en catálogo de Planeta, que pone, además, especial énfasis en la importancia de servicios como Kindle Unlimited: «En el caso de la gran mayoría de autores autopublicados que conozco, no es solo que los ingresos por libros electrónicos sean mucho mayores que por libros físicos, sino que nuestra mayor fuente de ingresos viene de Kindle Unlimited. En este servicio, los autores cobramos por número de páginas leídas y, en la mayoría de casos, percibimos más ingresos por este medio que a través de venta de unidades digitales».
El futuro que nos espera
Todos los profesionales del campo literario con los que hemos hablado coinciden en que el mundo editorial está en constante cambio. Desde la aparición del libro electrónico a las nuevas plataformas de suscripción mensual, pasando por el fenómeno de la autopublicación. «Lo cierto es que la situación está cambiando. Los editores empiezan a abrirse a otros modelos de explotación de las obras, pero es tan reciente que aún no se puede apreciar resultados significativos», nos confirma Pau Centellas.
Podemos buscar las causas del atasco del libro electrónico en la reticencia de las editoriales a apostar por nuevos formatos, en el precio de los libros o en que las plataformas de streaming literario no hayan acabado de cuajar todavía, pero hay una realidad de la que es fácil extraer conclusiones: tras hablar con editores, agentes, escritores y muchos, muchos lectores, la percepción de todos ellos es que seguimos prefiriendo tocar un libro, pasar sus páginas y hasta oler el papel que disfrutar de la lectura en un dispositivo digital.
Imágenes | Pixabay.
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