DC (es decir, Warner) se encuentra en un momento tan feliz como delicado. A lo largo de casi toda esta década ha intentando replicar el tono siniestro y deprimente de los Batman de Nolan (a los que seguimos definiendo como "de Nolan" por algo: llevan la impronta de su director, y por tanto la clonación no es sencilla) con la ayuda de un director quizás no demasiado adecuado para ello -Zack Snyder-, a causa de su devoción por la narrativa de brocha gorda.
La sombra del MCU y su apisonadora de éxitos también ha pesado lo suyo, y DC ha intentando una y otra vez poner en marcha un universo compartido, con tantas posibilidades y solera como el de Marvel, pero que no ha terminado de cuajar. Arrancó todo con 'El hombre de acero' (2013), siguió con 'Batman v Superman: Amanecer de la justicia' (2016) y acabó estrepitosamente con 'Liga de la Justicia' (2017). Por medio, la única aportación interesante al conjunto, 'Wonder Woman' (2017), lejos también de ser redonda por su necesidad de acogerse a los códigos de la casa, y 'Escuadrón suicida' (2016), un intento muy irregular de abrazar una moda puntual, la decostrucción brutal estilo 'Deadpool'.
'Liga de la justicia' era tanto un desbarajuste de tonos como una película que acusaba en exceso su autoría compartida y una clara necesidad de ideas más claras como guía, y que contrastaba con el monolítico, a veces algo uniforme estilo unitario de Marvel. Pero cuando parecía que quizás lo más saludable para el Universo DC hubiera sido parar a tomar aire llegaron 'Aquaman' y '¡Shazam!', dos películas que demostraron quee la mitología DC también sirve para hacer películas despreocupadas, coloristas, y donde la aventura prima sobre el drama.
Un poco lo que se había ensayado con 'Wonder Woman' sin demasiado éxito a causa de su tramo final y sus necesidades coyunturales de empalmar con el universo DC en construcción. Pero que apunta ahora mismo una clara dirección de futuro: 'Birds of Prey' y 'Wonder Woman 1984' irán, muy posiblemente, en esa dirección más desenfadada y prestando menos atención a la coherencia de un cosmos de ficción con sentido. El proyecto de Flash es posible que se reeformule según esos mismos códigos (ningún héroe mejor que Flash para ello, por otra parte). Y Batman.... bueno, 'The Batman' es un mastodonte distinto, pero está claro que los cambios de casting y de equipo creativo obedecen, cuanto menos, a la intención de distanciarse de los primeros y fallidos envites del Universo DC.
Y a todo esto se añade un elemento inesperado en la ecuación: el éxito de 'Joker', ya la película de calificación R más taquillera de la historia, y sin duda un camino que Warner y DC pueden explorar en el futuro, el de las películas de superhéroes para adultos. Clasificadas R (una vía que, además, a Marvel no le interesa transitar porque no lo necesita), con escasas conexiones con el Universo DC y más atentas a plantear historias autónomas dee personajes que conectar con una mitología más amplia. Tanto 'Aves de presa' como la futura 'Suicide Squad' de James Gunn tantearán esa vía antes de las más que futuras y probables incursiones en biopics realistas de villanos de Batman.
¿Y Superman qué?
La cuestión es... con este panorama general del futuro de las películas de DC, ¿donde queda Superman en todo esto? ¿Qué destino le espera al Hombre de Acero? Las dudas sobre su destino surgieron muy recientemente, con un artículo de Variety que describía cómo, de todos los héroes DC, posiblemente Superman era el que tenía un futuro menos claro: "el personaje ha sido reiniciado dos veces en los últimos 13 años, una con Brandon Routh ('Superman Returns: El regreso') y otra con Henry Cavill ('El hombre de acero'), sin dar en el clavo con ninguna de ellas".
A ello se suma la presencia constante del personaje en televisión desde los noventa, lo que ha generado cierto miedo a que haya sido sobreexplotado: 'Lois y Clark: Las nuevas aventuras de Superman' y 'Smallville' fueron series muy longevas. Y ahora 'Supergirl' es, junto a 'Arrow' y 'The Flash', la abanderada del universo DC en televisión a través de The CW, y exhibe sin problemas su filiación al Super-universo. Lo que incluye apariciones de su primo Superman y, por supuesto, la estética azul y roja y con eses en triángulos invertidos que ya se lleva viendo desde explotaciones de los noventa como la fugaz 'Superboy'.
Y hay que añadir, cómo no, las adaptaciones de la facción animada de DC. Siempre ha habido animación de Superman, ya desde la mítica miniserie de los Fleischer de los años cuarenta, pero desde 2007 y la fundación del sello DC Universe Animated Original Movies, se han adaptado icónicas historias de los personajes DC. Se empezó nada menos que con 'La muerte de Superman', y desde entonces se le ha visto en las adaptaciones de la Liga de la Justicia, cruces con Batman y aventuras en solitario como 'All Star Superman: Superman viaja al sol', 'Superman vs. La Élite' o 'Superman: Sin límites'.
Afirma Variety que en la búsqueda de esa nueva encarnación de Superman se ha hablado con J.J. Abrams, que a través de su compañía Bad Robot ha contactado con Michael B. Jordan, protagonista de 'Creed', para una primera aproximación al personaje. La nutrida agenda de Jordan y la condición del proyecto como una película a medio plazo, no para antes de 2023 y aún sin director ni guionista, complica las cosas.
La situación es, pues, complicada, y la responsabilidad recae en dos puntos de conflicto. Por una parte, el peso de las adaptaciones hasta el momento, que podemos cifrar en tres. La clásica tetralogía de películas protagonizadas por Christopher Reeve (si has olvidado la cuarta, mira, eso que te llevas) entre 1978 y 1987; 'Superman Returns: El regreso', dirigida por Bryan Singer en 2006; y las encarnaciones de Henry Cavill desde 'El hombre de acero', con apariciones en 'Amanecer de la justicia' y 'Liga de la justicia'.
Cada una tiene sus problemas, pero también sus aspectos a recuperar. Las películas de Christopher Reeve son sin duda más infantiles,** muy distantes en su inocencia y su deslumbrante bondad del concepto de superhéroes que tenemos en la actualidad**, y que nos ha acostumbrado a personajes más cercanos a la idea del antihéroe o el héroe con aspectos morales dudosos y discutibles. Hasta el Capitán América, equivalente Marvel de Superman en términos de moral intachable, se "ensució" narrativamente por la vía del thriller de conspiraciones setentero con 'Capitán América: El Soldado de Invierno'.
Del Superman de Reeve podemos recuperar, sin embargo, aparte de su capacidad para convertirse en un icono, en la recuperación de cierto humor ingenuo como parte del discurso del personaje. Paradójicamente, era ese humor comprensivo el que humanizaba a un alienígena absolutamente ajeno a las cuitas terrestres: la presencia física del actor y los chascarrillos (equilibrados con la acción y la aventura en la segunda entrega) son los que convirtieron a aquel Superman en un mito y sembraron la semilla del cine superheroico que aún hoy seguimos explotando.
En 'Superman Returns: El regreso' faltó la capacidad para aprovechar el carácter icónico del héroe, dando pie a una película algo diluida en una estética impersonal (Bryan Singer nunca ha estado especialmente capacitado para la creación de iconos y el manejo de los superhéroes a un nivel simbólico, como demuestran sus películas de X-Men). Aún así, tiene detalles memorables: el conflicto del héroe, sin perder la esencia bondadosa, altruista y humanitaria de Superman, es más complejo que en las películas de Reeve.
Además, su estructura narrativa es muy interesante, ya que renuncia a volver a contarnos el origen del personaje y se plantea como una especie de secuela / reboot de 'Superman II'. Plantea una Tierra donde Superman ha desaparecido, eje que ya sirvió de punto de partida similar para 'Liga de la Justicia', que plantea cómo sería un mundo sin el kryptoniano. El Lex Luthor de 'Superman Returns' interpretado por Kevin Spacey es delicioso, más cruel y maquiavélico que el también memorable de Gene Hackman, y encuentra oro en pequeños detalles como el personaje de Parker Posey, magnífica como minion de Luthor.
Finalmente, en cuanto a la aportación de Zack Snyder, parte de un entendimiento absolutamente erróneo de la naturaleza de Superman y que conduce a un callejón sin salida. Dejando aparte conflictos morales directamente mal concebidos (llevar un combate genocida a Metrópolis donde pueden morir cientos de personas es una decisión que en un Superman tradicional sencillamente no tendría cabida), su posicionamiento como defensor de la Tierra / dios todopoderoso que nos protege como un niño compasivo protege unos insectos solo tiene ante sí un camino sin vuelta atrás.
Por eso el Superman de 'Amanecer de la Justicia' es tan demoledoramente antipático y el humor que se le inyecta en 'Liga de la Justicia' no solo es inefectivo, sino también incómodo: viene desde la superioridad de un ser omnipotente. El Superman de Snyder, sin embargo, tiene algún elemento de interés, aunque sea de forma lateral (un poco como su 'Watchmen': lo más digno de análisis de la película son sus errores): la idea de un villano que no supura maldad, sino una postura éticamente defendible, sería perfecto para hacer dudar a un Superman que exhibiera una bondad inquebrantable.
Le hemos preguntado sobre el tema a nuestro colaborador Adrián Alvarez, experto en el género, y nos cuenta que "es complicado volver atrás porque, para una generación, este Superman oscuro e introspectivo es el referente. Pero no es un callejón sin salida, sólo que no hay voluntad de arriesgar: la semilla de La Liga de la Justicia, con ese Superman optimista, sólo hay que regarla con el mismo actor y todo, pero parece que DC es reticente". Añade que "es una pena porque Matthew Vaughan estaba asignado a una secuela de 'El hombre de acero' y está claro que él era el idóneo para rescatar la franquicia: rescató de la pochez a los X-Men, de capa caída después de 'X-Men 3' y 'Lobezno: Orígenes'".
El otro punto de conflicto que mencionábamos, aparte de las adaptaciones, es la propia visión que el espectador medio tiene de Superman -más allá del aficionado a los comics, que sabe que, como veremos más abajo, hay historias del personaje complejas y rebosantes de matices-. El espectador sin conocimiento del profundo legado del personaje ve a Superman como un héroe demasiado poderoso, de una bondad ingenua lindante con la estupidez y, además, casi como un vehículo de propaganda imperialista. Álvarez nos cuenta que "hay una percepción errónea, principalmente en dos cosas: que es aburrido porque es un Dios, y que es demasiado americano"
Sin embargo, a DC le resultaría sencillo rebatir estas cuestiones. "Lo primero es ridículo porque Superman es el pionero del género y a la vez su mejor exponente", dice Álvarez. Es decir, es un personaje con tanta historia a sus espaldas que no es difícil encontrar enfoques que se alejen del típico titán bondadoso de Christopher Reeve, como de hecho bien demuestran las mencionadas adaptaciones animadas de la propia DC. En cuanto a su cualidad como arma propagandística, Álvarez nos recuerda que DC podría mirar "al Capitán América, que al menos en la cuestión patriótica provocaba aversión a la gente. Y fíjate ahora: el culo de América. Evans convertido en un ídolo y un icono".
Algunas historias que podrían ser adaptadas
Hay innumerables historias de Superman que podrían servir de inspiración para una buena película de Superman, una que reiniciara el personaje con o sin Henry Cavill a bordo. Suele citarse la estupenda 'Hijo rojo' como perfecta para una adaptación, pero si bien el sensacional cómic de Mark Millar da para una gran historia alternativca de Superman -que aquí cae en la URSS en vez de Estados Unidos y se convierte en fuerza de choque del régimen soviético-, es completamente inapropiada como nueva puesta en marcha del personaje.
'Las cuatro estaciones', sin embargo, es una opción perfecta: Jeph Loeb y Tim Sale -famosos por sus personalísimas reformulaciones de Batman en miniseries como 'El largo Halloween' o 'Victoria oscura'- plantearon en esta historia una revisión de los aspectos éticos del personaje, sobre todo su limpieza moral absoluta, con las estaciones del año de fondo y desde el punto de vista de sus eternos acompañantes. Empezando por sus padres adoptivos, pasando por las mujeres más importantes de su vida y recalando, como no, en su eterna némesis. Ojo a las historias, también escritas por Jeph Loeb, en las que Lex Luthor es presidente, y que darían para una adaptación extraordinaria.
Aún más a la esencia fue John Byrne a finales de los ochenta, reformulando por completo la tradición del personaje. Además de brindar un cómic de superhéroes extraordinario, es un perfecto ejemplo, del que el cine podría tomar nota, de cómo hacer un héroe moralmente de una pieza, pero con sus contradicciones y conflictos: una lección magistral acerca de cómo humanizar a Superman sin banalizarlo ni sin necesitar añadirle capas de significado siniestras. Sus choques con Bizarro en esta etapa son especialmente memorables.
Y si de Byrne se puede coger su pureza conceptual, de 'All-Star Superman', la versión de Grant Morrison y Frank Quitely del personaje, se puede recuperar su devoción por la aventura y la fantasía en estado más puro, el volver a colocar la imaginación en primer plano y el comprobar que Superman es un personaje que está aquí para cosas mucho más interesantes que romperle el cuello a gente. Y eso que el propio planteamiento de base del cómic (los últimos doce meses de vida de Superman) darían para un acercamiento tenebroso al más puro estilo Snyder. Pero nada más lejos de la realidad.
Es decir, historias hay, y no pocas. Solo hay que encontrar autores con una visión que sepa modernizar el legado de un héroe inmortal de la mitología pop... sin necesidad de convertirlo en un icono randiano como hizo Snyder. La empresa no es fácil, pero el potencial que atesora esta propiedad de DC es incomparable. Seguiremos a la espera de esa gran película de Superman que hace tanto que no vemos.
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