¿Cuál es la especie animal más exitosa de la historia natural? La pregunta es tramposa en tanto que "éxito" suele conllevar cierta catalogación moral, cierta preponderancia. Si decidiéramos medirlo desde un punto de vista estrictamente poblacional, demográfico, el ser humano presentaría una muy buena candidatura a llevarse el galardón.
Hace diez años, cuando la humanidad superó por primera vez la marca de los 7.000 millones de personas viviendo al mismo tiempo, algunos expertos y medios de comunicación trataron de acotar el hito poblacional en comparación a otras especies. ¿Había alguna otra comparable? Dejando a un lado organismos unicelulares y apenas visibles, como las bacterias, son pocos los "animales" que se han reproducido tanto. Uno de ellos, las gallinas (25.000 millones), sólo ha llegado hasta ahí inducido por el propio ser humano, así que no compite en igualdad de condiciones.
Tampoco las vacas (1.000 millones, más o menos) o las ovejas (similares números). Por encima habría que contar posiblemente a alguna especie de pez (cuyo número desconocemos y desconoceremos siempre, por lo que sólo es estimable desde su biomas) y a las hormigas, miles y miles de millones en número. Animales comparables en tamaño y tipología al ser humano (mamíferos, cuatro patas, etcétera)... Ninguno.
¿Cómo hemos llegado hasta aquí? Hace dos siglos la idea del ser humano como el gran dominador demográfico del planeta se antojaba lejana y un tanto extravagante. Sólo la revolución industrial y las mejoras en las condiciones de vida (medicamentos, alimentación, sanidad, recursos materiales) permitieron a los seres humanos despegar de forma definitiva. Lo hicieron en un periodo sorprendentemente breve de tiempo (apenas un siglo), empequeñeciendo sus registros anteriores.
La mejor forma de entender el hito, que hoy roza los 8.000 millones, es mediante este gráfico de Our World in Data. El crecimiento durante el último siglo es tan grande y vertiginoso que empequeñece la larga era previa a la revolución industrial. Figuradamente, de 0 a 8.000.
Explicado de otro modo: los humanos requirieron de toda su historia como especie para llegar a los primeros mil millones (en torno a 1.800), 124 años más para llegar a los segundos mil millones (a principios del siglo XX)... Y 33 años más para llegar a los terceros mil millones. La humanidad entró en 1900 superando los 1.000 millones y lo cerró por encima de los 6.000. Un incremento exponencial inédito, muy por encima de los primeros saltos demográficos propiciados por la modernidad (a partir de 1.700 y sólo en un puñado de países).
A partir de ahí el récord no hizo sino caer. Tardamos apenas 15 años (1960-1975) en llegar a los 4.000 millones; 12 años en llegar a los 5.000; otros 12 en llegar a los 6.000; y otros 12 más en llegar a los 7.000 (2011). La marca de los 8.000 todavía no ha sido oficialmente superada pero se estima que caerá en 2024 (lo que ralentizaría el ritmo de los mil millones un año). A partir de ahí las previsiones son cada vez más conservadoras: llegaremos a los 9.000 millones 14 años después; a los 10.000 millones 18 años después; y a los 11.000 millones 32 años después.
Es evidente que la población mundial camina hacia el estancamiento, fruto de dinámicas demográficas y económicas ya experimentadas por los países desarrollados y en camino de implantación en países hoy en día en pleno crecimiento. Hablamos no ya de China, cuya dinámica decreciente ya ha comenzado, sino de la India, Nigeria o Egipto. Es lo que se conoce como la "revolución fértil". Los países pobres están dejando de tener hijos (entre 5 y 6 por mujer) a una velocidad similar a la de los países europeos y americanos siglo y medio atrás.
En consecuencia, el futuro demográfico del planeta se parecerá poco al actual. Habrá mucha más gente (aunque menos de la que había en el año 2000 en comparación al año 1900) y estará distribuida de forma distinta. Sólo entonces la curva vertical que representa hoy la evolución de la población humana comenzará a aplanarse.