Tras dos años de negociación con los representantes sindicales y numerosos borradores publicados, el gobierno, al fin, ha presentado su reforma del Régimen Especial de Trabajadores Autónomos (RETA). El anuncio ha causado una gran indignación en el colectivo. Planteado desde un principio como un sistema "progresivo", las cuotas, sin embargo, seguirán siendo elevadas desde su tramo más bajo (de los 600€) en adelante.
¿Hay otra opción? Lo más probable es que no.
La reforma. Primero acudamos a la tabla de ingresos/cotizaciones diseñada por el Ministerio de Seguridad Social de aquí a 2031. Se trata de un esquema progresivo donde los autónomos con menos "ingresos reales" (por debajo de los 600€ mensuales) pagarían, al término de la fase de transición (nueve años, una horquilla muy criticada por todas las partes implicadas en la negociación) unos 183€ al mes. Ganancias más comunes, como la horquilla que va de los 1.500€ a los 1.700€, pagarían 470€.
En el extremo de la progresividad se encontrarían los autónomos con ingresos superiores a los 4.000€, en ocasiones empresarios. Su cuota ascendería en 2031 a los 1.200€ mensuales.
¿Gana alguien? Si tomamos como referencia la actual cuota, 295€ al mes en su formulación mínima, muy poquitos grupos. En 2031, sólo los autónomos por debajo de los 1.125€ estarían pagando menos que hoy. Todos los demás habrían observado un incremento sustancial de sus cuotas, a las que habría que sumar el IPRF. No es de extrañar que el cuadro de cotizaciones haya generado un gran revuelo y que algunos portavoces de asociaciones de autónomos hayan definido la reforma como "una locura".
Todo esto dejando a un lado la disputa técnica sobre la base de cotización, ya sean los "ingresos reales" contemplados por el ministerio (lo facturado) vs. los "rendimientos netos" reclamados por las asociaciones (la diferencia entre lo facturado y los gastos deducibles, aquellos que acometen los autónomos inevitablemente para realizar su actividad laboral).
¿Se puede bajar? La reforma de Escrivá se propuso desde un primer momento diseñar un sistema de cuotas "más justo". Bajar las cotizaciones siempre había sido una reivindicación del colectivo. Una petición muy antigua consistía en ajustar las cuotas a los ingresos. Se ha hecho. Este es el resultado: ¿están los autónomos condenados?
Probablemente sí. Una buena forma de entenderlo es acudiendo a los impuestos + cotizaciones pagadas por cada tipo de trabajador (autónomo vs. asalariado). Este artículo de Ayuda T Pymes es bastante ilustrativo: en 2018 y sobre un beneficio/salario bruto de 14.000€, un trabajador por cuenta propia pagaba 4.200€ de impuestos + cotización. Un trabajador por cuenta ajena, sin embargo, apenas sufragaba de su bolsillo 1.650€. A priori, un decalaje incomprensible entre dos "sueldos" idénticos.
A la empresa. ¿Qué falla aquí? El papel de las empresas. La cuota RETA anual de un autónomo, de unos 3.200€, por muy alta que sea, siempre será más baja de lo aportado por trabajador y empresa al cabo de un año. Los empleadores aportan a la SS el 23,6% del salario bruto de su asalariado además del 5,5% para el desempleo, además de aportaciones más pequeñas al Fondo de Garantía Salarial o a fines formativos. Al cabo del año, empresa y trabajador han pagado 5.000€. Y con más ventajas (más paro).
Cuadrando el círculo. En la práctica, los autónomos aportan mucho menos a la Seguridad Social que los asalariados. El problema radica en su soledad: son ellos quienes deben soportar por sí mismo lo que en otras circunstancias es una carga compartida por trabajador y empresa. De ahí que cualquier reforma del RETA, por muy ambiciosa y "progresiva" que desee ser, redunda en cuotas altísimas desde un punto de vista relativo a los ingresos. Los autónomos ya cotizan menos (y aún así pagan mucho).
¿Cómo lo solucionan en Europa? Depende mucho del país, pero allí donde se paga muy poco en concepto de autónomos (los 60€ de Reino Unido o los 50€ de Países Bajos) la cobertura es mínima. Y cuando hablamos mínima no nos referimos a un paro muy limitado, sino a la obligatoriedad de contratar seguros privados para acceder a la sanidad (en España sí entra). Alemania, donde la cuota es más alta pero más baja que la española, también obliga a sufragar un seguro médico por cuenta del autónomo.
En Francia, Dinamarca o Italia no hay cuota y el cálculo anual se realiza a final de año sobre un porcentaje (a menudo más alto que el IRPF español). De nuevo, la cobertura social varía, siendo en los dos últimos casos más generosa. Pero la tónica general es similar: si se paga menos, se accede a menos servicios (algunos críticos e incluidos en España). El autónomo siempre en compite en inferioridad de condiciones.
Imagen: Lorenzo Amor
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