Cuando John Lennon publicó 'Imagine', en 1971, lo hizo como un alegato pacifista muy claro, pero hasta él mismo se habría sorprendido de la categoría de himno que ha alcanzado con el paso del tiempo. Dicha categoría quedó muy clara días después de los ataques terroristas en París, cuando un hombre la tocó al piano delante de la sala Bataclan.
Hay más canciones que, sin haber sido compuestas originalmente con ese propósito, calan entre la sociedad de tal manera, que terminan siendo apropiadas por distintos colectivos para que sean sus himnos. Algunas hasta acaban siendo realmente los himnos de países, o de clubes deportivos, que es algo más prosaico, pero que ha hecho pasar a la posteridad canciones que, de otro modo, igual no habrían llegado tan lejos en la historia.
'Va, pensiero' y la unificación de Italia
Es probable que la leyenda urbana que dice que Giuseppe Verdi compuso el himno de Italia venga de la utilización revolucionaria que esta aria de la ópera 'Nabucco' tuvo en su momento. El coro de los hebreos exiliados en Babilonia y un verso muy concreto del aria, "Oh mia patria sì bella e perduta!", resonó con fuerza en 1842, en una Italia dividida y bajo dominio del Imperio Austro-húngaro en el norte, que adoptó el aria y el sentimiento patriótico del coro de los hebreos como himno oficioso y revolucionario contra los austríacos. Hasta se utilizó como lema "Viva Verdi", aprovechando que el apellido del compositor era también las siglas de "Vittorio Emmanuelle Rey de Italia". El programa 'This is opera', de La 2, explicó todo esto hace unas semanas.
La 'Oda a la alegría' y la Unión Europea
'An die Freude', que es el título original en alemán de 'Oda a la alegría', es un poema de Friedrich Schiller que Beethoven incluyó en 1825 en su Novena Sinfonía, y que constituye un canto a la fraternidad entre todas las personas. Es un tema que estaba muy candente en 1785, cuando Schiller escribió ese poema en plena época de revoluciones en Europa, y sólo cuatro años antes de la Revolución Francesa. Los jóvenes revolucionarios, de hecho, llegaron a cantar ese poema con la música de La Marsellesa. El movimiento de la Novena Sinfonía fue adoptado como himno oficial de la Unión Europea en 1985, por considerar que representa los valores sobre los que se fundó la Unión.
'Swing low, sweet chariot' y el rugby inglés
¿Cómo acaba una canción gospel de himno oficial de la selección inglesa de rugby? 'Swing low, sweet chariot' fue compuesto, se cree, por un esclavo negro liberto llamado Wallace Willis, en 1862, y era un espiritual, una canción de iglesia. En la década de 1960, el movimiento de los derechos civiles la recuperó para sus reivindicaciones, de ahí dio el salto a un disco de Eric Clapton en 1975 y, en 1988, los hinchas ingleses empezaron a cantarla para animar a su equipo en el Torneo de las Cinco Naciones. Desde entonces, y aunque es una canción muy escuchada en campos de rugby desde hace tiempo, ha quedado asociada a la selección inglesa de ese deporte.
'Zadok the priest' y la Liga de Campeones
Georg Friedrich Händel compuso, en 1727, cuatro himnos para la coronación de Jorge II como rey de Inglaterra. El cuarto de ellos, 'Zadok the priest' ('El sacerdote Zadok') ha terminado siendo más conocido porque recuerda inevitablemente al himno oficial de la UEFA Champions League, que el compositor Tony Britten escribió en 1992. Aunque Britten no se basó específicamente en este himno, sí que quiso que su composición tuviera el aire de las que Händel hizo para la Corona británica en el siglo XVIII. Y desde luego que lo consiguió, por lo menos en el coro.
'The soldier's song' e Irlanda
La canción en irlandés 'Amhrán na bhFiann', o "la canción del soldado", fue compuesta en 1907 por Peadar Kearney y Patrick Heeney (en inglés) para que la cantaran los rebeldes de la Oficina de Correos de Dublín, y el IRA, durante el Alzamiento de Pascua de 1916 contra el dominio británico de Irlanda. En 1922, parte del IRA pasó a formar el ejército nacional de la nueva República de Irlanda, pero no se adoptó ningún himno oficial para no excitar aún más los ánimos, pues los unionistas aún cantaban el 'God save the king' inglés. 'The soldier's song' fue adoptada, oficiosamente, como himno entre los nacionalistas irlandeses, y ante su popularidad entre la población, acabaría siendo institucionalizada oficialmente como tal en 1926.
Rodríguez y el anti-apartheid
'Searching for Sugar Man', Oscar al mejor documental en 2013, contaba la historia de Sixto Rodríguez, un cantante estadounidense de finales de los 60 y principios de los 70 que publicó dos discos, pero nunca tuvo éxito, y acabó dedicándose a la construcción. Sin embargo, sin que él lo supiera, su álbum 'Cold fact' se convirtió en todo un best-seller en Sudáfrica y, entre la población blanca que se oponía al apartheid,
temas como 'I wonder' se utilizaron como nexo de unión para organizar la resistencia contra el gobierno. Aunque hay otra historia de himnos sudafricanos todavía mejor que ésta.
'Nkosi Sikeleli 'iAfrika' y Sudáfrica
El himno nacional de Sudáfrica es una mezcla entre 'Nkosi Sikeleli 'iAfrika', una canción bantú compuesta en 1897 por Enoch Sontonga, y 'Die stem van Suid-Afrika', himno del país desde 1936. La primera era, originalmente, un canto de iglesia que adoptó la población negra como himno de rebeldía contra el apartheid, y que se cantaba como protesta contra la opresión que sufrían. En 1994, con la llegada de Nelson Mandela a la presidencia de Sudáfrica, se decidió que ambos temas serían el himno del país (en 1996 se fusionaron en la versión actual), como muestra de la tolerancia de la nueva era, pero la decisión no fue apoyada de forma unánime por toda la población. Haría falta que la selección sudafricana de rugby (tradicionalmente formada por jugadores blancos) cantara 'Nkosi Sikeleli 'iAfrika' en la final del Mundial de 1995 para que la situación empezara a normalizarse.
'La Marsellesa' y Francia
Puede resultar sorprendente ahora, pero 'La Marsellesa' no se compuso originalmente como himno de Francia. Y tampoco se titulaba así, sino 'Canto de guerra para el ejército del Rhin', compuesto por Claude Joseph Rouget de Lisle para animar a las tropas francesas que iban a luchar contra Austria en 1792. En agosto de ese mismo año, los soldados federados de Marsella la cantaron durante la insurrección en las Tullerías que derrocaría a Luis XVI y proclamaría la República, y se volvió tan popular, que en 1795 fue declarada "canto nacional". Que la cantaran aquellos soldados le dio el título de 'La Marsellesa', pero ser himno nacional no la libró de ser prohibida en varias ocasiones, como durante el imperio napoleónico y, especialmente, durante la ocupación alemana de Francia en la Segunda Guerra Mundial. En aquellos años, cantarla era todo un símbolo de resistencia.
'Flower of Scotland' y Escocia
Escocia es un caso particular en esta lista porque no tiene himno oficial. Sin embargo, una de las canciones que suele jugar ese rol es 'Flower of Scotland', un tema del grupo folk The Corries, de 1968, que hace referencia a la victoria de los escoceses sobre los ingleses en la batalla de Bannockburn, en 1314. La selección de rugby la adoptó como himno oficial en 1974, después de que la cantaran los seguidores del boxeador Ken Buchanan, de Edimburgo, cuando éste entraba al ring, y desde entonces suele cantarse en los partidos de los equipos nacionales de Escocia.
'Waltzing Matilda' y Australia
No, 'Waltzing Matilda' no es el himno oficial de Australia, pero es tan popular, que es como si lo fuera. Es una canción popular, escrita en 1895 por Banjo Paterson (aunque hay muchas versiones), que conforma parte de lo que se conoce como bush ballads, baladas folk del outback australiano. Cuenta la historia de un vagabundo buscando trabajo por una zona rural, y desde que se grabó por primera vez, en 1926, ha habido incontables versiones de ella. Es, prácticamente, más conocida que el himno oficial australiano, y de hecho se utiliza de esa manera en los partidos de la selección de rugby, para contrarrestar la haka de Nueva Zelanda. Desde 2012, hay hasta un Día de Waltzing Matilda en el país (el 6 de abril), y en 1977, los australianos la incluyeron en una encuesta organizada por el gobierno para determinar que canción preferían que fuera su himno.
'I want to break free' y la canción protesta
Una canción que se llama 'I want to break free' tiene que acabar siendo adoptada en alguna parte como himno. Eso le pasó a este tema de Queen, de 1984, que fue el himno oficioso del Congreso Nacional Africano de Sudáfrica durante el apartheid y que se vio, en algunos lugares de Europa y Sudamérica, como una canción casi protesta contra la opresión política. Sin embargo, también acabó siendo un himno entre el colectivo homosexual, algo que también le terminó pasando a 'I want it all'.
'You'll never walk alone' y el Liverpool
Cuando Rodgers y Hammerstein escribieron el musical 'Carousel', en 1945, no imaginaban que una de las canciones que lo cerraba fuera a adquirir la vida propia que acabó teniendo. 'You'll never walk alone' se cantaba en la obra para consolar a la protagonista ante la muerte de su amado y, después, en la graduación de la clase donde estudia la protagonista, lo que facilitó que diera el salto a institutos y universidades de todo Estados Unidos. Sin embargo, el uso por el que es más famosa, como himno del Liverpool y de otros equipos de fútbol, no llegaría hasta que Gerry & The Pacemakers la versionaron en 1963, y encontraron un gran fan en el que entonces era entrenador del Liverpool, Bill Shankly. Además, antes de los partidos, en Anfield solían ponerse las canciones que estaban en el top 10 de aquel momento antes de los partidos, con el público cantándolas. Y siguieron cantando 'You'll never walk alone' cuando salió del top 10.
La fama de este himno deportivo requiere, además, una pequeña postdata. Es difícil no dejarse llevar por la emoción si se escucha a los hinchas del Liverpool cantarlo, y aún es más difícil si se ven grabaciones concretas. Una es del homenaje a las 96 víctimas de Hillsborough en el 25º aniversario de la tragedia, y la otra corresponde a la afición del Celtic de Glasgow, que jugaba contra el Barcelona la noche del 11 de marzo de 2004 y que se la dedicó a las víctimas de los atentados de Madrid de aquel mismo día.
Imagen | Joe Goldberg