Cada vez es más frecuente que las grandes fortunas alardeen del dinero que invierten en causas benéficas y donaciones sociales. Sin embargo y nunca mejor dicho, no es oro todo lo que reluce. Este gráfico relaciona el dinero invertido (que no comprometido) en filantropía con el patrimonio total de los veinte rostros más ricos de Estados Unidos. El resultado es bastante significativo. Los más generosos destinan un 4% de su fortuna.
0,3%. Este es el porcentaje medio que los multimillonarios recogidos por Forbes destinaron a causas benéficas en 2018. El economista Gabriel Zucman elaboró una tabla a partir de los datos anteriores y los de la lista de los 400 más ricos. Resultado: hombres como Jeff Bezos, situados en la cúspide a nivel patrimonial, se encuentran en el subsuelo de la filantropía. De los $160.000 millones de riqueza acumulados en 2018, sólo el 0,1% fueron destinados a causas sociales.
$130 millones parecen mucho. No lo son en absoluto.
Lo normal. Y esta es la tendencia seguida por la mayoría. Mark Zuckeberg destinó un 0,7% de su riqueza. Steve Ballmer, ex directivo de Microsoft y dueño de uno de los equipos más exitosos de la NBA, dedicó el 0,6% de su patrimonio. El de Ballmer es un caso significativo, dado que ocupa el puesto catorceavo en términos absolutos de riqueza y aun así dona más que el fundador de Amazon, el hombre más rico del mundo.
Excepciones. Solo hay dos nombres del ránking que rompen la dinámica, Bill Gates y Warren Buffet. Aunque la faceta filantrópica del fundador de Microsoft es conocida por todos, su porcentaje que representan los donaciones sociales es sorprendente. Gates destina un 2,6% de su riqueza ($97.000 millones ) a la Fundación Bill y Melinda Gates. Por su parte y a pesar de no tener un documental en Netflix, Buffet destina algo más: el 3,9% de un patrimonio valorado en $88.300 millones.
Promesas sin cumplir. El listado elaborado por Forbes se construye en torno a una regla: solo se incluyen las donaciones que ya hayan sido utilizadas por las fundaciones destinatarias. Es decir, es necesario que ese dinero se haya gastado, lo que deja fuera tanto las donaciones prometidas como las realizadas y no materializadas. Esto, por ejemplo, es uno de los motivos por los que el fundador de Google, Sergey Brin, aparece con un 0% de donaciones.
Sin embargo y según Philantropy, Brin donó $2,2 millones cada año desde el 2000 al 2017 a su propia fundación.
Impuesto para ricos. La presión fiscal en Estados Unidos, país donde tributan la mayoría de las fortunas anteriores se ha ido suavizando durante las últimas décadas. Poco importa que un grupo de veinte multimillonarios firmara una misiva para pedir más impuestos a las grandes fortunas, las políticas caminan en otra dirección. Una situación donde paga más impuestos la clase media-baja que el 1% de privilegiados.
Amancio Ortega. A pesar de que la contribución fiscal de Inditex ha sido objeto de controversia, Ortega contribuye con su capital personal a la financiación de un discutido programa de oncología. Con un patrimonio que ronda los €56.000 millones, se ha comprometido a invertir €360 millones de 2018 a 2022 para renovar la maquinaría tecnológica de los hospitales públicos. Hasta 2017 su fundación donó €147 millones, mientras que Inditex en 2018 pagó €360 millones a través del impuesto de sociedades.
Imagen: Flickr
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