Cubitos de hielo, abanicos y un proyector. Mecano combatía el desesperante calor echándole sal al baño y haciéndose unos largos. No necesitaban (o no podían) salir de la capital en pleno bochorno, pero sabían evadirse. Nosotros te proponemos una experiencia veraniega audiovisual similar. Desde la tranquilidad de tu casa podrás viajar a paraísos tropicales, complejos acuáticos y, para los más atrevidos, universos abrasadores.
En nuestra selección encontrarás clásicos, gemas indies y obras no tan populares de autores reconocidos, pero en todos los casos películas en las que el calor juega un papel especial. También, a veces, desde un punto de vista metafórico, por las connotaciones que guarda el periodo estival en nuestras vidas. Prepárate para sumergirte de lleno en el verano.
Mi verano de amor (Pawel Pawlikowski, 2004)
El título lo dice todo. No sólo una historia de amor y coming of age juvenil, sino también una propuesta de atmósferas viciadas (de ahí sus planos ultra cerrados), muy novelescas, en una campiña que nos intoxica como también logra hacerlo una jovencísima Emily Blunt con el personaje interpretado por Natalie Press, sin que debamos olvidar que ambas son igual de peligrosas y perturbadas. Una mezcla de relato misterioso y drama psicológico tan cálido como los paisajes que filma.
Ver: Prime video.
Blissfully Yours (Apichatpong Weerasethakul, 2002)
No importa que no puedas cogerte un billete a remotos parajes tropicales, sólo con ver esta película ya te teletransportarás a la selva. Al margen de todos sus atributos cinematográficos, o incluso de su historia (lo que podría parecer un argumento va disolviéndose en favor de una apuesta mitológica y sensorial), la experiencia sonora de Blissfully Yours te envolverá de pájaros, chicharras, insectos, el agua que corre, las ramas de los árboles agitadas por el viento… Para dormir y soñar.
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Un día de verano (Edward Yang, 1991)
Una película que cita en varias ocasiones a Tolstoi y que se compromete a hacer un fresco humano y nacional tan transversal y profundo como los del novelista ruso. El punto de partida es la resistencia vital de los adolescentes chinos nacidos en Taiwán tras la conquista comunista. Durante los años 60 los jóvenes estaban encandilados con todo lo estadounidense, su música, su rabia antisistema, al tiempo que, quisieran o no, se lamentaban de la pérdida de una cultura propia. Una película con tintes míticos que crece en los detalles y prepara (con mucho dolor) a sus protagonistas para abandonar el verano de sus vidas.
Ver: iTunes.
Un verano con Mónica (Ingmar Bergman, 1953)
Si estás familiarizado con la mirada distímica sobre las relaciones humanas de Ingmar Bergman no te sorprenderá el argumento de la que está considerada como una de las primeras obras maestras del director. El verano aquí encarna el salvajismo, y hacia él caminan dos adolescentes enamorados, que deciden abandonar toda civilización para vivir sin ataduras… hasta que los medios, el dinero y el cuerpo aguante.
Esa prisión que supone para cualquiera las necesidades de subsistencia material acaba por dar el mazazo que les obliga a retornar a la sociedad sólo para descubrirles que ellos mismos eran tan ineptos y mezquinos como todo aquello de lo que quisieron huir. Pero, ah, el recuerdo de aquellos instantes en que fueron soberanos y bellos.
Ver: Filmin.
El sabor de la sandía (Tsai Ming-liang, 2005)
Su argumento se resume en dos patadas: hay una escasez de agua en Taiwan, y los programas de tele pregonan métodos para que la población ahorre agua, como por ejemplo, fomentar la ingesta de zumo de sandía en lugar del preciado líquido. Esta sinopsis choca de frente con la materialización de la propuesta, una colección de dilatados planos estáticos que duran hasta la exasperación sobre una relación entre una pareja enamorada y el mundo del porno y con interludios musicales de comedia erótica. Amor y porno, emociones y mercancías, contagiosa sed de trascendencia. Una peli para mojarse.
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El rayo verde (Éric Rohmer, 1986)
Al ver que toda la gente a su alrededor disfruta del estío en compañía de sus parejas, una secretaria soltera toma abruptamente vacaciones en Los Alpes, Biarritz y San Juan de Luz. Va torpemente buscando el amor, la compañía de otros, sin éxito. La búsqueda de esa paz existencial la lleva a apostarlo todo a una única ficha: ha oído a unos tipos hablar de algo llamado el rayo verde, un raro destello al atardecer perceptible por décimas de segundo en el que nuestros propios pensamientos y los de otros se revelan como por arte de magia.
Por la naturalidad de lo expuesto, y por ese impasse veraniego tan identificable en el que nos replanteamos nuestra vida de arriba abajo, es uno de los grandes éxitos de Rohmer.
Ver: Filmin.
A nuestros amores (Maurice Pialat, 1983)
La película arranca asistiendo a los días de nuestra protagonista en un campamento de verano donde abandonará a su novio para tontear con extranjeros, sólo el inicio de toda una temporada de escarceos amorosos que, pese a darle breves destellos de felicidad, no consiguen llenar una vida desquiciada por su incapacidad de amar, fruto de una educación en una de las familias más típicamente disfuncionales y francesas que se han visto en el cine.
Ver: Filmin.
Todos queremos algo (Richard Linklater, 2016)
Un trabajo de Richard Linklater que retrata a la perfección ese crisol de fuerzas melancólicas que nos sobreviene con el ocaso de verano, más si es el último que vives antes de empezar la universidad. Buenos coches, chicas guapas, camaradería y una galería de estilos musicales e identitarios para demostrar que aún hay margen para picotear hasta que encuentres tu verdadera personalidad.
Una película en la que emana ese feliz momento en la cúspide en el que aún todo es posible, también la confianza en el porvenir, y con una fuerza nostálgica que, además de ser coherente con la propuesta (todo te recuerda a tu juventud) lo es al rememorar ese cine norteamericano de fraternidades universitarias.
Ver: Google Play.
Water Lilies (Celine Sciamma, 2007)
Adolescentes, sexualidad y bailarinas de natación sincronizada, cuyos cuerpos emergen como esos nenúfares a los que alude el título, llenos de vida, de deseo. Marie, cuyo cuerpo aún no se ha desarrollado, sufrirá la fatal atracción de la hermosísima Floriane, en pleno apogeo físico. Entre ellas surgirá una relación de tensos desafíos y concesiones, una contienda emocional en la que cada una de ella buscará en la otra descubrir algo de sí misma. Lástima que estos nenúfares tengan que abandonar su estanque.
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El viaje de Morvern ( Lynne Ramsay, 2002)
¿Qué harías si fueses una adolescente escocesa sin perspectivas de futuro y te encuentras con que un buen día tu novio se ha suicidado en tu casa? Exacto, coger su música, su dinero e iros tú y tu amiga como dos buenas guiris a pasar el verano en los magalufes de España. Así de impredecible arranca (y continúa) la segunda película de Lynne Ramsay. Una gran reinterpretación de la tradición del cine realista sucio británico y también una manera de ver con ojos extranjeros cómo se construye ese Mediterráneo arcádico y exótico que los norteños vienen buscando.
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La isla desnuda (Kaneto Shindō, 1962)
Con el calor que hace ahí afuera es muy posible que lo último que te apetezca es ver a una familia pasar penurias caniculares, pero hay gustos para todos y no siempre se ha filmado con este grado de belleza el golpe de calor (muy similar, aunque con diferentes resultados, a la invernal El caballo de Turín de Bela Tarr).
La isla desnuda es la lucha por la supervivencia de una familia agrícola en la isla más dura de cultivar de un archipiélago japonés. Para contar este drama cotidiano no hacen falta artificios, y por eso mismo la cinta carece casi por completo de diálogos, que no de sonidos o tensión. Una hermosa oportunidad para, desde la comodidad de nuestras casas, conectar con las durezas de este ciclo.
Ver: YouTube.
U.S. Go Home (Claire Denis 1995)
No es fácil ser guay siendo adolescente, y la presión debía ser mucho mayor, suponemos, viviendo en los 60 en los suburbios parisinos cercanos a una base militar estadounidense, allí donde fluye la música beat más exclusiva. Asistiremos en este mediometraje para la televisión de Claire Denis a las 24 horas vacacionales de tres jóvenes con todo por descubrir, tumbando sus expectativas sobre sus propios deseos y desmontando los prejuicios de juventud. Tras la larga noche de fiesta viene el amanecer y la revelación espiritual de lo mucho que les queda aún más allá del horizonte.
Ver: YouTube.
Oslo, 31 de agosto (Joachim Trier, 2011)
Joachim Trier nos coloca ante un planteamiento que, si bien puede ser falso, sabe fingirse y hacerse verosímil: nadie siente la vida con más intensidad, con mayor oportunidad para el diagnóstico, que quien ha dispuesto su muerte y aguarda unos últimos días de encuentros y despedidas antes de llevarla a término. Cada segundo es una ocasión de resarcirse o de vivir algo nuevo. Todo gesto cuenta. El fin del estío es aquí literalmente lo que podría ser el crepúsculo de la vida de un joven noruego con todo de su parte, también el sinuoso y agobiante verano oslense.
Ver: Filmin.
El perro rabioso (Akira Kurosawa, 1949)
Como no todo iban a ser películas de adolescentes o romances, puedes darle un tiento a este noir y thriller procedimental de ejecución y guión impagable, con gran importancia en el retrato de la miseria de la sociedad japonesa de posguerra, el conflicto con los viejos valores sociales y el calor, un personaje más habitante de las calles de Tokio, bomba que todo lo asfixia. Hay grandes momentos, pero el montaje de la secuencia del mercado se hace inolvidable.
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La ciénaga (Lucrecia Martel, 2001)
La Mandrágora la finca donde veranea la familia-ciénaga, es desasosegante, tan pegajosa como el calor que intuimos en sus imágenes y como suponemos tendría que debe ser el interior del útero maternal, simbolizado en la cama-cuarto de Mecha, la madre, al que acuden como moscas los personajes, la raíz familiar que parece explicar el origen de esa corrupción sentimental de la que hacen gala sus personajes. Una película en la que no pasa nada… salvo un misterio estático e inquietante.
Ver: Filmin.
Call me by your name (Luca Guadagnino, 2017)
Luca Guadagnino se consagró como cineasta adaptando una novela de André Aciman, una familia multilingüe y burguesa que vendimia intelectualmente en su villa lombarda y cuyo protagonista, un sensible adolescente, se enamorará perdidamente del estudiante posdoctorado de su padre.
Con quietud y sutileza nos acercaremos a la consagración del deseo juvenil, de haber cazado el primer amor y haberlo disfrutado sin límites, y llegar a su doloroso fin, pasando en todo momento por una batería de emociones nuevas e intensísimas (de las que también seremos partícipes, gracias al talento expositivo) como sólo un romance de verano en la campiña italiana puede entregarnos.
Ver: Movistar Plus.
Otras grandes películas caniculares:
- Crónica de un verano (Jean Rouch y Edgar Morin, 1961)
- Su juego favorito (Howard Hawks, 1964)
- Céline y Julia van en barco (Jacques Rivette, 1974)
- Zabriskie Point (Michelangelo Antonioni, 1976)
- Cuento de verano (Éric Rohmer, 1996)
- Summer of Sam (Nadie está a salvo de Sam) (Spike Lee, 1999)
- Ghost World (Terry Zwigoff, 2001)
- Al primo soffio di vento (Franco Piavoli, 2002)
- Soñadores (Bernardo Bertolucci, 2003)
- Aquel querido mes de agosto (Miguel Gomes, 2008)
- Entre Nosotros (Maren Ade, 2010)
- La chica del 14 de julio (Antonin Peretjatko, 2013)
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