Si en Los Simpsons los señores mayores descargan su rabia contra inanes nubes, en el mundo real lo hacen contra los muy amplios y repetidos males de la generación millennial. Aunando la misma incomprensión y nihilismo que Abraham Simpson, son múltiples, recientes y muy variadas las columnas que dibujan enmiendas a la totalidad de una generación. Al margen de sus logros, al margen de sus defectos, al margen de la variopinta amalgama de personas que la componen.
Los millennial son malos. Y no quieren comprar cosas. Y así, la nube se convirtió en un filtro de Instagram.
De modo que ante afirmaciones tan sorprendentes como las incluidas por Antonio Navalón en su última columna de El País ("Me encantaría conocer una sola idea millennial que no fuera un filtro de Instagram o una aplicación para el teléfono móvil") y sin especial ánimo apologético de la inmensa variedad de culturas, razas y géneros que componen la generación millennial (cuyo único punto identitario común es haber nacido más o menos a la vez), aquí van algunas ideas que no son una app.
1. Facebook, pero no de ese modo
Y no tanto en su versión "red social que conecta todo el mundo", sino en su versión "emporio empresarial que representa el colmo del capitalismo contemporáneo y que se ha colocado por mérito propio entre lo más alto de la élite multimillonaria", que es algo que hasta un columnista babyboomer sabrá apreciar.
2. Un futuro sin trabajo
Aunque no es una idea millennial per sé, la idea de acabar con el trabajo (o de que las máquinas acaben con él) tiene un recorrido bastante amplio en la investigación académica, pero tanto su inevitabilidad como las soluciones al mismo (la Renta Básica Universal) están siendo puestas sobre el tablero político a través de la generación millennial. En parte por convencimiento (#AbajoElTrabajo) en parte por necesidad: el futuro (robotizado) es suyo.
3. La deconstrucción del género
Que tanto a nivel académico, activista y social, en el día a día, ha alcanzado su mayor protagonismo dentro de la esfera pública ahora, de la mano de la generación millennial que ha aceptado y asimilado las enseñanzas del movimiento Trans y LGBT de décadas anteriores. Un hecho del que hasta revistas como National Geographic, más vetustas que muchos columnistas hispanoparlantes, se han dado cuenta.
4. La deconstrucción de la raza
Que en un tiempo en el que la convivencia multirracial se ha convertido en la nota dominante entre las generaciones más jóvenes (tanto en España gracias a los hijos de los inmigrantes que llegaron al país en décadas interiores como en Estados Unidos, donde en estados como California hay tantos latinos como blancos entre la cohortes más jóvenes) ha colocado la cuestión de la representatividad racial en el centro del debate político.
5. Una nueva forma de la política activista
Todas las generaciones jóvenes han sido por naturaleza más abstencionistas y han disfrutado menos de la participación política que sus mayores. Era así en 1968 y sigue siendo así a día de hoy. Sin embargo, quienes se movilizan lo hacen con estruendo: ya sea a través de imaginativas campañas digitales en redes sociales y a pie de calle en favor de Bernie Sanders o Jeremy Corbyn o en forma de movimientos protesta idénticos al '68 y no tan mitificados.
La generación millennial es muy política, otro asunto es que los sea de un modo que choca radicalmente con las generaciones previas.
6. El fenómeno youtuber
Por todo lo que tiene de representativo de las formas creativas y empresariales del millennial: la utilización de una plataforma tecnológica nueva y disruptiva (y cuyo público potencial es precisamente millennial) para reventar un modelo de negocio tradicional desde dentro. Para los youtuber, el modelo quebrado es el de la televisión. Para Facebook, el de los medios. Para casi todos los pilares clásicos de los babyboomer hay un Rubius, y de ahí el pánico y la incomprensión.
7. La economía colaborativa
Pero no entendida à la Uber o à la Airbnb, las caras de una misma moneda que lleva funcionando varias décadas, sino desde el "sharing": ante la escasez de recursos, los millennial no han tenido más remedio que compartir piso, compartir cocinas, compartir espacios de trabajo, compartir métodos de transporte, una cuenta de Netflix, otra de Spotify y un largo etcétera. Es una idea brillante surgida de la precariedad que destruye otro pilar básico de la sociedad babyboomer: la propiedad.
8. Un futuro sin huella de carbono
Pensemos en las ciudades: son los millennials quienes más están promoviendo un nuevo urbanismo basado no tanto en el coche como en la bicicleta, el peatón y la movilidad pública. También a través de la concienciación animalista (motivada por el progresivo alejamiento urbano de la vida en el campo, en convivencia con los animales) o el crecimiento del veganismo o del vegetarianismo, que en última instancia tiene una motivación medioambiental.
9. Filmar toda la realidad
Sólo en un día se toman tantas fotografías como en casi toda la historia de la humanidad antes del surgimiento de los smartphones. El resultado es una permanente documentación de la realidad, una catalogación y preservación de todos los hechos relevantes o mundanos que suceden en este momento en el mundo. Algo que disipa las fronteras (puedes saber todo lo que sucede en todos los rincones del mundo) y que revoluciona nuestra percepción de "tu lugar en el mundo".
10. Del eje cartesiano al giro panóptico de Google
La visión monocular y cartesiana ha definido el pensamiento y la acción de Occidente en, al menos, los últimos 500 años. A la revolución que supuso el mapeo de la realidad ahora hay que añadirle la tercera dimensión. Pensemos en Google Maps o Earth: a dos clics todos podemos navegar tanto por el mapa como por el territorio del mundo, tanto a nivel físico como conceptual. Todo el campo de la información está tocado por las redes de indexación de Google, árbol sintáctico que los millennials sabemos descifrar casi de manera innata.
Puede que nosotros no fuéramos los primeros en generar todo aquel contenido, pero con el tiempo una buena parte de ese mundo está ya conquistada por los creadores millennials y, sobre todo, en nosotros se empezarán a ver las inmensas consecuencias que esta nueva manera de entender toda la realidad, la que está dentro y fuera de Internet, va a tener para una humanidad que asume de antemano que toda la información está disponible en tiempo real.
11. El gif como arte y como palabra
Porque tanto como arte o como herramienta comunicativa, jamás el gif había alcanzado cotas tan elevadas, y eso es una idea valiosa en sí misma que está transformando el modo en que nos comunicamos y que está derritiendo las barreras entre el lenguaje escrito y el lenguaje visual. Y no se nos ocurre mejor legado a la humanidad del porvenir que este.
12. El meme como código humorístico
Que en cierto sentido es antiguo (y que podrías rastrearlo hasta el movimiento dadaísta) y que en realidad es bastante nuevo: un código de humor totalmente renovado que ha surgido de la propia convivencia diaria con la red (algo que las generaciones previas no vivieron) y que se retroalimenta de forma global y orgánica, sin especiales voces singulares que empujen sus límites. Un humor libre y anárquico donde todos pueden meter mano y difundirlo hasta el infinito desde el anonimato.
13. El lenguaje emoji
Somos plenamente conscientes de que, al igual que muchas otras ideas en esta lista, los emoji no son una invención millennial (antes, son el reducto del Politburó de Unicode), pero si a quien corresponde el hallazgo de traducir grandes obras de la literatura universal al lenguaje emoji o de reconstruir por completo las formas de comunicarnos en el siglo XXI a través de una serie de iconos/imágenes que sustituyen a los conceptos, en una suerte de lenguaje global que ha llegado más lejos de lo que jamás soñó el esperanto.
14. El crowdfunding o la financiación democrática
La idea de que a falta de mecenas todos somos el mecenas. Aunque tiene multitud de problemas endémicos en su base, el crowdfunding como apoyo multitudinario a proyectos que merecen la pena y que no se rigen tanto por el modelo de financiación tradicional del mercado es una idea puramente millennial. Aprovechar la brecha que abre la tecnología para esquivar los modelos tradicionales de las generaciones previas y convertir el arte en algo democrático en su base financiera.
15. La doble identidad digital
El juego de dobles y falsas identidades ha sido una constante en la narrativa literaria universal, de particular prominencia en una época, la previa al siglo XIX y a las revoluciones tecnológicas modernas, en la que la confusión de identidades fruto de la peligrosa nocturnidad era un tema común en la vida diaria de las personas. Pues bien, el siglo XXI y la generación millennial le ha dado una doble vuelta: convertir ese juego de identidades en un diálogo entre la real y la digital.
Hoy en día todos contamos con dos personas: la que representamos en nuestro día a día y la que proyectamos en los múltiples avatares digitales que moldean nuestra forma de ser en uno y otro campo, y que no siempre están entrelazados de forma coherente. Es una interpretación permanente de nuestra propia identidad que, como tal, la convierte en algo mucho más maleable, expuesto a las influencias de mundos virtuales y mutable (para bien o para mal).
16. Cuerpo sano, mente sana
Que diría el cordobés, pero que los millennial llevan hasta sus últimas consecuencias: beben menos, consumen menos drogas y fuman mucho, mucho menos. No es una idea revolucionaria, pero sí es la generación que más la está llevando a la práctica, desligando el consumo de sustancias del ocio y rediseñando una nueva identidad de la juventud.
17. Llevar del modo más estoico y divertido posible la permanente sombra de la duda que los medios más viejos ciernen sobre los millennial
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