El mercado de la vivienda español es insatisfactorio para un amplio número de sus ciudadanos. A la subida progresiva del alquiler durante los últimos años podemos sumar unos precios de venta sólo accesibles a través de sueldos muy altos (no demasiado frecuentes en España), mucho ahorro (desplomado durante las últimas décadas) o largas hipotecas. Algunos partidos han recogido parte de este descontento en sus propuestas, aunque las medidas prácticas hayan sido blandas.
Pues bien: aún hay países en peor situación.
Los datos. Lo ilustra este informe de Eurostat, la oficina estadística de la Unión Europea, en el que se compara el porcentaje de la renta que cada ciudadano destina a la vivienda en cada país. La cifra para España alcanza el 17%, una abultada si pensamos en la naturaleza de la estadística (media, distorsionada por las cifras más extremas y por el alto porcentaje de propietarios que accedieron a su vivienda décadas atrás; el coste porcentual para los jóvenes en alquiler o hipotecados es mayor).
En todo el continente asciende al 20%. Y en otros estados, como Alemania, roza el 30%.
Por qué. Porque la crisis de acceso a la vivienda, el estancamiento salarial y la precarización del trabajo no son problemas exclusivos de España. Hemos visto en otras ocasiones cómo la presión turística e inmobiliaria ha multiplicado los precios del alquiler en Países Bajos (+20% de la renta destinado a la vivienda), hasta el punto de que sus políticos han tomado medidas drásticas (como prohibir la compra especulativa, destinada a la inversión y no a la residencia).
Menos dinero. Alemania ofrece otro buen ejemplo: su elogiado "milagro laboral", la larga digestión de la República Democrática que lastró a la economía del país durante años hasta su eventual resurrección a principios de la pasada década, se ha conseguido a través de trabajo temporal. El volumen de empleo "precario" (menos de 11€/hora) ha pasado del 16% en 1995 a casi el 21% en 2019. En 2014, Eurostat ubicaba al 22% de los alemanes en el tramo salarial "pobre", frente al 8,8% de Francia.
Una dinámica extensible a otros países. El salario medio del continente aumentó poco más de un 2% entre 2010 y 2020, cayendo drásticamente en 2021. Lo hemos visto en otras ocasiones: puede que la inflación y el precio de las cosas esté aumentando, pero a las ganancias de productividad, muy claras, no le ha seguido un aumento de los salarios equitativos.
Más caros. Lo que nos devuelve al precio de la vivienda, desatado de la evolución salarial del continente. Los precios europeos aumentaron más de un 8% y un 9% en el último cuatrimestre de 2021. España aquí no destaca: sus subidas fueron contenidas (poco más del 4%) frente a los repuntes de Estonia (17%) o Países Bajos (16%). Tras el shock de 2008 y la contención de los años de la crisis, el coste de la vivienda no ha hecho más que aumentar en Europa. Entre 2016 y 2020 siempre lo ha hecho por encima de la inflación (un 7% más en Alemania, un 13% más en Luxemburgo).
Entre 2010 y 2021, los alquileres en Europa han aumentado un 16% y los precios de la vivienda un 38%. Muy lejos de los salarios.
España, así asá. En ese sentido, España sale bien parada. Los excesos de la burbuja quebraron el mercado inmobiliario, hasta el punto que los precios, siempre muy altos, se han contenido. Según Eurostat, la vivienda en España cayó un 0,5% entre 2010 y 2021. Lejísimos del +140% de Estonia, el +110% de Luxemburgo, el +100% de Austria, el 90% de Alemania o Suecia y el 50% de Dinamarca o Países Bajos. No es ningún consuelo, pero España, en ese sentido, arrastra la misma dinámica que el resto de Europa.
Imagen: Nazrin Babashova
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