Si cuando pensamos en viajar en avión lo primero que se nos pasa por la cabeza son asientos incómodos, comida plastificada o incómodas esperas en aeropuertos, hay un motivo muy claro: no hemos volado en primera clase. La clase media aérea ha desaparecido y, mientras unos nos peleamos con el low cost, otros descubren el lujo (generalmente, asiático) de las grandes compañías de gama alta. Hemos recopilado unas cuantas razones por las que todos deberíamos poder permitirnos el lujo alguna vez.
La espera en el aeropuerto se lleva mejor en un lounge de primera clase...
...puede que incluso no nos importe demasiado que el vuelo se retrase.
O tener que aguantar a los niños unas horas.
En la Private Room empieza el viaje de 23.000 dólares en primera clase de Singapore Airlines.
Derek Low es un afortunado pasajero que probó la experiencia y la documentó punto por punto en su blog.
Nosotros podríamos conformarnos con otras experiencias parecidas.
Para dormir bajo un falso cielo estrellado.
O para que nos arrope una azafata (really?).
O para comer cómodamente en una mesa para dos.
Con primer plato...
...y segundo...
...y postre.
¿Que nos apetece un té? Pues también.
Por muy cómodo que sea nuestro asiento, siempre está bien tener un lugar donde estirar las piernas.
Y tomar una copa (modelo no incluido).
Socializar un poco.
Y, venga, otro té. En primera clase somos muy de infusiones.
Habrá que llevarse algún recuerdo, ¿no?
O nadie se creerá que hemos estado aquí.
Y contarlo es el motivo principal para haber hecho el viaje.
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