Al menos 322 personas han muerto intentando llegar a la cima del Everest desde principios del siglo XX, según datos de The Himalayan Database. De media, entre cinco y 10 personas mueren en la montaña más alta del mundo cada año, pero en la última década se ha producido un aumento. Aunque el 2014 quedó grabado como uno de los años más mortíferos por la trágica avalancha que sepultó a varios sherpas locales, los expertos indican que este 2023 es el más peligroso de la historia.
Se trata de la temporada con más muertos: 17. Un número que tiene preocupado al mundo del alpinismo.
Demasiados permisos. No hay una sola razón que explique por qué este está siendo un año tan trágico en la cima del mundo, pero sí hay varios factores en juego que lo están impulsando. Y es que, además de ser un año con el récord de muertes, 2023 también es el más activo de la historia, con un récord de 479 permisos emitidos. Motivo por el cual el gobierno de Nepal ha sido criticado. Pero claro, el país ingresa 12.000 euros por cada uno. Se trata de un importante generador económico para un país empobrecido, que se ha mostrado reacio a reducir esas cifras.
El peligro del hacinamiento. Además de tener que lidiar con multitudes con poca o ninguna experiencia escalando, los alpinistas tienen que enfrentarse a los empujones y embotellamientos en un ascenso donde cometer un error puede ser mortal. Los atascos son ya una constante. Y es algo que obliga a estar más tiempo en una altitud que desgasta nuestros cuerpos. Las aglomeraciones empezaron a originarse durante la pandemia, lo hemos contado en Magnet. Y es una tendencia acrecentada por la proliferación de empresas low cost que ofrecen servicios de escalada.
Tal y como comentaba Ang Norbu Sherpa, presidente de la Asociación Nacional de Guías de Montaña de Nepal, en este artículo de The Guardian, se están emitiendo demasiados permisos que están ejerciendo presión ambiental sobre la montaña: "El patrón de escalada ha cambiado, solían ser escaladores experimentados, pero ahora hay muchos escaladores novatos que quieren llegar a la cima del Everest".
Un "destino turístico" para escaladores sin experiencia. Varios expertos han advertido que el Everest se está convirtiendo en un "destino turístico" y un patio de recreo para ricos y escaladores con poca experiencia a gran altura. De hecho, tal y como se comenta en este artículo de El Mundo, ascender el Everest ya no es tan caro como era antes: el precio ha bajado de los 50.000 o 60.000 euros hasta los 30.000, pero se ha rebajado la seguridad. Es decir, es mucho más accesible para el público general.
Y la causa principal de la gran cantidad de muertes radica justamente en los clientes sin experiencia que se esfuerzan demasiado y no regresan lo suficientemente pronto. "Si quitamos las tres muertes en la cascada de hielo, las demás muertes podrían haberse evitado siguiendo las normas de seguridad y teniendo oxígeno suficiente en todo momento. Hay gente que ha perdido la vida por ahorrarse 10.000 euros", explicaba Lucas Furtenbach, propietario de la empresa Furtenbach Adventures.
El mal de altura. Ha sido el culpable de muchas de las muertes que ocurrieron este año, según la revista Outside. Hay que tener en cuenta que el Monte Everest tiene la friolera de 8.849 metros. Y en su parte superior el oxígeno es tan escaso que se le ha dado el nombre de "zona de la muerte". Básicamente, es una zona donde los cuerpos de los escaladores están "descomponiéndose y muriendo". Este año, una alpinista húngara fue encontrada inconsciente en la cumbre del Everest después de escalar sin sherpa ni oxígeno suplementario.
Otro escalador de Singapur desaparecido le envió un mensaje a su esposa para informarle que tenía edema cerebral de gran altitud, una afección mortal que ocurre a grandes alturas. En mayo, un doctor jubilado estadounidense de 69 años murió en el campamento II tras decir que se sentía mal. Ese mes también una profesora de 58 años con un marcapasos murió tras sufrir un infarto en el campamento base antes incluso de empezar la ruta. Y otro chino de 52 años murió cerca de la cumbre sur después de quitarse el oxígeno artificial para limpiarse las gafas.
La actividad humana y el cambio climático. A Nepal también le preocupa que el aumento de la actividad humana en el campamento base del Everest lo esté volviendo inestable e inseguro, lo que empeora las condiciones peligrosas ya creadas por el cambio climático. Según declaró la semana pasada su director de turismo, Yuba Raj Khatiwada, "la metereología es cada vez más variable y por eso la montaña es cada vez más peligrosa".
Lo cierto es que los glaciares del Everest han perdido 2.000 años de hielo en los últimos 30 años. Y el gran número de escaladores también está agravando el problema de la enorme cantidad de basura que queda esparcida en el Everest.
Imágenes: Rob Smith (Adventure Consultants)
En Xataka | Estamos convirtiendo al Everest en un megacongelador de gérmenes humanos. No es una gran idea
Ver 9 comentarios