Ha circulado en la red, y particularmente en España, un tuit con un recuento electoral del medio Anadolu Agency, vinculado al AKP, el partido de Recep Tayyip Erdogan, que gobierna Turquía. A las 22.43 de la noche se leía que el AKP perdía en Estambul por 215 votos. A partir de ese momento se dejaron de publicitar los resultados electorales. ¿Qué es lo que ha pasado?
Counted vote: %99.69
— Turkish Minute (@TurkishMinuteTM) March 31, 2019
İstanbul
CHP: 4.140.186 vote
AKP: 4.139.971 vote
source: election offices pic.twitter.com/DdBfWcntIr
Este domingo han tenido lugar en Turquía unas elecciones municipales. Erdogan las había alentado y se las había tomado como un plebiscito de sí mismo, pero ha salido muy tocado de ellas. El Partido de la Justicia y el Desarrollo ha perdido algunas de las principales ciudades, incluida la capital Ankara, como ya se adelantaba desde las encuestas. Lo que no esperaban era lo que ha terminado ocurriendo en Estambul, centro económico del país y lugar de residencia del 20% de la población turca.
¿Entonces han perdido por cuántos votos? Con el 99.8% escrutado, los resultados parciales confirmaban la victoria del candidato opositor, Ekrem Imamoglu, del CHP (Partido Republicano del Pueblo), frente al candidato Binali Yildirim, de Erdogan, por unos 25.000 votos. Los 215 votos de antes es sólo la última cifra progobierno que ha sido difundida. Imamoglu ha salido en prensa y ha insistido en multitud de ocasiones en su triunfo, afirmando que tendrá que pelear contra el AKP por su validación, ya que prevé una "conspiración de recuento por parte del Gobierno". Yildirim se ha aferrado a los 300.000 votos declarados nulos en las 30.000 urnas que había por toda la ciudad, y su partido ha dicho que impugnarán los resultados.
¿Ha habido corrupción electoral? Según la versión opositora, si no la ha habido en esta ocasión ha sido solo por el tesón del pueblo por proteger el evento en todos los puntos del proceso, y afirman que, al menos en dos elecciones anteriores, las municipales anteriores en Ankara y las del referéndum constitucional de 2017 que arrogó enormes poderes a Erdogan, hubo rastros de interferencias.
Otros analistas apuntan a que no habría habido interferencias, y que, de hecho, mostrar esta debilidad electoral ha servido para infundir credibilidad democrática a Erdogan, quién, además, y gracias al adelantamiento de elecciones al año pasado, tiene ahora cuatro años por delante para volver a ganarse la confianza del pueblo. Aunque los resultados siguen sin ser de buen gusto para el líder islámico: Estambul fue el municipio que le vio nacer electoralmente en 1994 y la ciudad llevaba gobernada por el AKP los últimos 25 años.
¿Por qué está el pueblo descontento con Erdogan? En cuatro cifras, porque el desempleo en el país está en el 13%, en un 25% en el caso del juvenil, porque a lo largo de 2018 la lira turca ha perdido un 28% de su valor con respecto al año anterior y porque la inflación ya está en el 20%. Erdogan, ese líder presidencialista, astuto, autoritario y represor, llevaba gobernando dos décadas imbatible gracias a una lenta pero progresiva mejora económica del país y a la incompetencia de sus rivales. Ahora ninguno de esos dos puntos podrá ayudarle.
¿Y es esto su fin? Aunque a muchas potencias occidentales les gustaría que esto fuese así, aún es pronto para adelantar estos acontecimientos, sobre todo porque Erdogan sigue teniendo mucho control y ha sabido sobreponerse a los obstáculos. Pero, le conceda o no la impugnación de resultados el ayuntamiento de Estambul al CHP, los resultados electorales de estos ayuntamientos (histórica base del poder islamista desde mediados de los noventa) han sido todo un torbellino en la vida política turca.