Casi diez años han pasado desde que un joven talento gijonés, Javi Poves, abandonara el fútbol profesional hastiado por su carácter mercantil y corrupto. "En el fútbol todo es dinero, está podrido y se te quita la ilusión", declararía poco después. Algunos aficionados asistieron pasmados a tan espectacular descubrimiento del Mediterráneo. Otros asintieron con la cabeza y reafirmaron su opinión. Odio eterno al fútbol moderno, mascullaron. Un fútbol que ha ido a peor.
Las comisiones. Un ejemplo reciente y muy oportuno que explica cómo los clubes, antaño entidades locales depositarias de las esperanzas, ilusiones e identidades de miles de aficionados, se han convertido en instrumentos especulativos. Fabio Silva, promesa del Oporto, ha sido traspasado al Wolverhampton. La operación ha sido tasada en €40 millones. El 25% (€10 millones) se lo embolsarán sus representantes. Jorge Mendes, el más prominente, se quedará con €7 millones.
El negocio. Espectacular, ¿verdad? Es sólo la punta del iceberg. Mendes ha labrado su fortuna a través de Gestifute, una agencia de representación que tiene en cartera a Bernardo Silva (tasado en €100 millones) o Cristiano Ronaldo (€70 millones: ya tiene 35 años). Hasta diez jugadores del Wolverhampton le cuentan como agente. Gestifute tiene entre sus accionistas a Guo Guangchang, dueño del 15% de su matriz (Start SGPS)... Y a la sazón CEO de Fuson, empresa china propietaria del Wolverhampton desde 2016. Todo ha quedado en casa.
¿Cómo hemos llegado aquí? Ha sido un proceso lento. Por un lado, el engrandecimiento presupuestario de los clubes gracias a la venta de sus derechos de imagen; por otro, la relación cada vez más íntima entre las agencias de representación y los futbolistas; y por último, la entrada de grupos de inversión. Esto ha inflado el precio de los fichajes, lo que ha multiplicado las ganancias de los representantes, lo que a su vez ha abierto la puerta a inversores interesados en su rentabilidad.
Hay dinero a espuertas. Y todos quieren su parte.
Representante-asesor. Algo hay que conceder a los agentes: se lo han trabajado. Lo explica este estupendo reportaje de El País. Las agencias se han convertido en empresas "360º". No sólo negocian los próximos contratos de sus clientes, sino que les ofrecen asesoramiento fiscal, inmobiliario, inversor, un equipo médico a su disposición e incluso logístico, decorando sus próximas viviendas. De la representación a la consultoría. Un servicio que se paga más caro.
Y que deposita las lealtades del futbolista no tanto en su club, tan contingente, sino en su agencia, tan necesaria. Gestifute es el ejemplo paradigmático, pero todas operan igual. Best of You, RR-Soccer Management, HMG. Por allí pasan los hermanos y padres de grandes futbolistas (René Ramos, Pedro Granero, Yago Arbeloa) en busca de un talento cada vez más joven, dado que el adulto es finito. Promesas que con 13 o 14 años ya engrosan sus listas de representados.
Gran cartera. Las agencias, así, han dejado de ser un mero instrumento colateral (mediador) a uno imprescindible. Ellas controlan el mercado y el destino de algunos clubes. El Wolverhampton es el mejor ejemplo: la mitad de la plantilla, incluido su entrenador, ha llegado allí gracias al interés conjunto de Mendes y Fuson. Muchos jugadores ya no pertenecen a sus clubes, sino a agencias y fondos de inversión que dirigen su carrera en función de sus incentivos financieros, no deportivos.
Su poder se ha expandido tanto que Mendes, algún día, podría crear su propio equipo de fútbol. Sería extremadamente competitivo.
¿Futuro? Es un modelo de negocio que otros deportes ya están explorando. El ciclismo es uno de ellos. Uno de los mejores equipos de desarrollo (joven) del mundo es propiedad de una agencia, SEG, que lo utiliza para promocionar a sus clientes y encontrarles acomodo en el pelotón profesional. Su éxito es incontestable, y año tras año promociona a ciclistas muy jóvenes a equipos de primer nivel (ganando su comisión en el camino). Es cuestión de tiempo que el fútbol llegue a ese punto.
Cantidades. En especial porque el dinero que mueven los representantes es cada año más y más grande. En 2019 los agentes se embolsaron €583 millones en forma de comisión. Un 7% del volumen total del mercado aquel año (€7.500 millones) y cuatro veces más que en 2015. Mendes gana tanto como Ronaldo, y su parte del pastel es cada vez más grande (€7 millones del fichaje de Trincao por el Barça, valorado en €31 millones, un 22%). Más dinero equivale a más poder de decisión.
Gestifute controla a 32 jugadores valorados en más de €5 millones, para un total de €1.000 millones en el mercado. Cuesta entrever un futuro en el fútbol que no pase por los intereses de Mendes y de todos los agentes a los que marca el camino.
Imagen: Reuters
Ver todos los comentarios en https://www.xataka.com
VER 0 Comentario