La peor masacre por tiroteo en la historia de EEUU. Un crimen de odio contra la comunidad LGBT, contra lo diferente. Un arma semiautomática más propia del campo de guerra que de suelo urbano en un país desarrollado. Obama sale por decimosexta vez para darle explicaciones a una nación (y unos espectadores internacionales) sobre por qué esta atrocidad ha tenido lugar. A debate, otra vez, la posesión de armas en Estados Unidos.
Más fácil comprar un arma de fuego que fabricar una bomba
En Norteamérica la posesión de armas es muy sencilla, aunque dependiente de las políticas al respecto de cada Estado. A veces basta con ser mayor de edad y no haber pasado por la cárcel en penas superiores a un año. La inmensa mayoría de armas vinculadas a un crimen fueron obtenidas de forma legal.
Los tiroteos masivos, al alza
El pánico social que vive la nación norteamericana en los últimos años tiene que ver con el incremento de tiroteos masivos. Esta gráfica es de 2013, pero si incluyésemos hechos de 2015 y 2016 el aumento sería mucho más pronunciado. Hay quien habla de una oleada de contagio, como si esta fuese la vía rápida de muchos varones de alcanzar la notoriedad y el poder que ven han logrado otros tiradores.
Aquí la línea temporal.
El perfil del tirador de las masacres en Estados Unidos ha sido mayoritariamente un hombre (98% de los casos) blanco (el 64%).
Pero estos crímenes no empujan a la mayoría de la población a ponerse en contra de la posesión de armas. En algunos casos sólo lo reafirma.
El control de armas, más mencionado que efectivamente perseguido
En los últimos años ha bajado, aunque levemente, el número de legislaciones tendentes al control de armas.
La conversación sobre este tema gira especialmente sobre una medida denominada National Instant Criminal Background Check System (NICS), dirigida por el FBI, que analiza los antecedentes de los compradores y su situación psicológica antes de dar el OK a la adquisición a la tienda de armas procedente.
El número de checks de los antecedentes de cada comprados ha crecido mucho en los últimos años, como vemos ahí, pasando en 14 años de los 8 millones a los 20 de intervenciones. Cada una de ellas no se refiere ni a todas las compras ni a todas las intervenciones.
Estos son los Estados según lo efectivos de sus controles de adquisición.
Demografía de la posesión de armas
Pese a ostentar el derecho a la posesión, a datos de 2013 sólo un 24% de la población americana ha declarado ser propietaria de armas de fuego (y 37% vivir bajo un techo en el que alguien las posea). Ese 24% se reparte los 270-310 millones de armas compradas legalmente en el país.
Hay una demografía particular en el propietario de armas que no se relaciona directamente con el porcentaje general de la población norteamericana. Un 74% de aquellos que tienen armas de fuego son hombres y el 82% son blancos. Es decir, un 61% de todos los adultos que tienen armas son hombres blancos, pese a que su masa en la población en los EE.UU. es sólo del 32%.
Las sospechas en lo político también se confirman. Pese a que es un 37% de los adultos los que se identifican directamente como fieles al Partido Republicano, este porcentaje escala al 51% entre los que poseen armas. De los hogares en los que no hay armas, un 27% claman afinidad con el Partido Republicano y un 61% con el Demócrata.
Más tiroteos masivos, pero una pacificación de la sociedad
A decir verdad, aunque hayan aumentado los asesinatos masivos (los de cuatro o más personas que no sean el tirador, ya que no se usa la misma acepción para múltiple), más o menos ha bajado el número de muertes por arma de fuego en los últimos años.
Y el número de homicidios totales, por armas o por cualquier otro tipo, en las últimas décadas.
También, de manera pareja, el número de personas que poseen armas de fuego. El interés por poder defender la Segunda Enmienda (cuya premisa original no es todo lo acertada que podía parecer) ha caído entre las nuevas generaciones.
En EE.UU. las armas son un problema grave, pero menos de lo que algunos medios cuentan
Una de las ideas más extendidas es que Estados Unidos tiene un gravísimo problema con las armas, llegando al punto de ser vista en ocasiones como la nación con más homicidios por arma de fuego de todo el globo o, al menos, de los países desarrollados.
Esa gráfica es engañosa, y coge sólo algunos países de la OCDE dejando fuera, por ejemplo, México.
Eso sí, dentro de los países con mayores índices de criminalidad armamentística (no cuentan países en guerra oficial) es el de mayor bonanza económica.
Esta otra sería una visión más justa con respecto a su nivel de desarrollo cultural y económico, a datos de 2011.
Y esta de 2013.
Si quieres ver los índices de homicidios de Estados Unidos comparado con todos los países del mundo, haz click aquí.
Si dejamos fuera Estonia y México, dentro de la OCDE la nación estadounidense está recuperando unas cifras más aceptables de muertes por asalto.
Mayor posesión de armas, mayor índice de homicidios (y viceversa)
Lo que sí ocurre es que la posesión de armas, comparado con el resto de países desarrollados (en los que las políticas de posesión son bastante más estrictas y el tipo de armas adquiribles más limitado) es altísimo.
Las cifras de posesión de armas frente al número de homicidios por armas también dan una pista.
En Estados Unidos se mata por arma de fuego una incontestable cantidad de veces más que con respecto a los países con los que debería compararse.
Y, por supuesto, lo mismo ocurre si miramos sólo las masacres. Ellos solos contabilizan dos tercios de los tiroteos masivos de los países más desarrollados.
Las armas de fuego, reinas en los grandes núcleos
El otro gran problema al que nos enfrentamos al analizar la posesión de armas en Estados Unidos es el de los centros urbanos frente a las zonas rurales. Dentro de sus cientos de millones de habitantes y decenas de Estados, la cultura armamentística difiere mucho. Nueva Orleands es la segunda ciudad del mundo con mayor número de muertes por arma de fuego, justo detrás de Honduras y un ratio diez veces más alto que la media de la nación de la libertad. Muere prácticamente la misma gente en Phoenix que en la media de México.
Esta es la violencia armamentística por zonas geográficas.
Cualquier conversación seria sobre la cultura y la violencia relacionada con las armas tendrá que partir de lo que se vive en Chicago, Baltimore, Nueva York, Los Ángeles y Washington D.C. Y de las bandas que dominan estas escenas.
Tampoco son los mismos los ratios de homicidios entre razas, siendo los afroamericanos los más afectados.