Esta crisis va a dejar profundas huellas desde todos los ángulos imaginables. También en el de la convivencia vecinal.
La mayoría de generaciones que está compartiendo la experiencia fatal del coronavirus no estaba preparada para lo que nos está pasando, nadie supo anticipar cuáles iban a ser esos nuevos comportamientos nacidos como respuesta para adaptarse psicológicamente a una cuarentena en el siglo XXI. Y, desde luego, nadie pudo prever la sociedad de los balcones.
Como sabrá ya cualquier persona de este planeta con Twitter o metida en algún grupo de WhatsApp, la población italiana y española también se fueron sumando a esas convocatorias colectivas que vimos con ojos atónitos provenientes de Wuhan, con gigantescos bloques de edificios entonando cánticos para envalentonar a millones de sujetos confindos en un puñado de metros cuadrados durante meses.
Se observa un patrón compartido, la necesidad de crear una respuesta social y común, pero todo apunta a que en los próximos meses cada cultura irá creando su propia adaptación cultural al fenómeno.
En Italia la gente ha cantado canciones populares
Otros hitos internacionalizados
Temazos indiscutibles
Invocaciones a satán
E incluso adoración a sus nuevos líderes: el Partido Comunista Chino
Es un fenómeno que, de hecho, se está extendiendo (está ya también en Países Bajos)
Pero España no se está quedando atrás. Es más, es probable que nos convirtamos en el país que, por razones exógenas (por desgracia somos uno de los países que primero ha entrado en cuarentena del mundo) e intrínsecas (nuestra larga tradición en el esperpento y esa conocida querencia guasona), mayor capacidad de inventiva balconil vaya a demostrar en este 2020. Nuestra propia champions league. Y por mucho que les pese a esos trabajadores sanitarios que están luchando por evitar nuestro extermino, como ejemplifica esta carta.
Así que aquí va una recopilación de algunas muestras de prácticas ventanales que ya se están dando, que han demostrado qué se ocultaba debajo de nuestra piel ahora que no existen convenciones y nadie sabe bien qué hacer. Todo esto dejará una profunda huella en nuestra psique colectiva. De momento, y bajo esas toneladas de bailoteos y jarana, puede ya percibirse el dolor que nace de lo más hondo de nuestras almas.
Aquí hemos hecho variadas actividades, como clases de gimnasia
Competiciones de veo veo
Y del hundir la flota de ventana a ventana
Hay incluso fuerzas de la ley operando ya sin ningún sentido del deber
Pero nuestra respuesta más frecuente está siendo la de sacar los altavoces al balcón
Un instinto natural por musicar los patios de vecinos
Por llevar la gran orquesta panorama al interior de las casas de los demás, quieran o no
La Humanidad al completo lanzando desesperados gritos de ayuda,
indisimulados bajo una furia polimorfe y cacofónica
y para la que sólo hay una respuesta posible:
"¡Ay, desdichados habitantes de la tierra!
Si nuestros primeros padres hubiesen estado prevenidos contra su oculto enemigo,
cuando todavía era tiempo,
se hubieran preservado quizá de sus mortíferas acechanzas;
no así ahora, que encendido en furor,
comenzando por tentar al Hombre para después acusarlo,
baja Satán por vez primera a la Tierra y quiere vengarse
en su inocente y débil morador
de la pérdida de aquella batalla que sostuvo
y de la fuga que emprendió al infernal abismo".
Sobreviviremos, pero a qué coste.
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