Hace justo un año, los inversores veían en las criptomonedas la solución a todos sus problemas. Describían a Bitcoin como el futuro del dinero y a Ethereum como la herramienta de desarrollo más importante del mundo. En aquel momento, los NFT habían despegado como nunca y plataformas de intercambio como Coinbase cotizaban en cifras récords. Sin embargo, todo eso ha quedado atrás. Desde entonces, la caída en los activos digitales ha sido brutal para los inversores.
Aquellos fans de las criptomonedas, esos que estaban convencidos de que el mundo iba a comenzar una revolución financiera impulsada por blockchain, se han hundido por la volatilidad de los mercados. Resultó que aquel pico de 2021 era lo máximo que iban a ver. Y ahora muchos se preguntan cómo salir del túnel en el que se metieron.
Caída en picado. En los 12 meses que han pasados desde que Bitcoin alcanzó el valor de los 68.000 euros, los dos activos digitales más grandes han perdido tres cuartas partes de su valor. La industria que una vez fue valorada en aproximadamente 3 billones de euros, ahora se sitúa en unos 900.000 millones. En lugar de actuar como un escudo contra la inflación disparada que estamos viendo, Bitcoin y compañía han demostrado ser (por el momento) otro activo especulativo que surge cuando hay FOMO y se desploma cuando el entusiasmo se esfuma y los inversores se asustan.
De hecho, la caída que comenzó en 2018 ya ha destruido hasta un 88% del valor de mercado de todos los criptoactivos, según CoinMarketCap. Entre su punto máximo en noviembre de 2021 y su punto más bajo a mediados de junio, cayeron hasta un 71%, eliminando un valor de mercado estimado en 2 billones de dólares, según CoinGecko.
La tormenta de FTX. La compañía que otrora valía 32.000 millones se ha hundido del día a la mañana cuando la liquidez se agotó, se suspendieron los retiros y el intercambiador rival Binance rompió su acuerdo para comprar la compañía. El fundador de FTX, Sam Bankman-Fried, lo admitía hace unos días: "Se ha jodido". Y horas después renunciaba como director ejecutivo. Según Bloomberg, FTX se enfrenta a déficit de 8.000 millones de dólares y al escrutinio por parte de los reguladores por posible mal manejo de fondos. Todo eso ha sembrado temor en el mercado criptográfico.
La llegada del "criptoinvierno". La tendencia empezó a finales del año pasado, cuando las tasas de inflación comenzaron a aumentar y generaron preocupación de que la Reserva Federal comenzaría a aumentar los costes de los préstamos. Bitcoin cayó un 19% en diciembre, ya que los inversores rotaron hacia activos considerados más seguros. La liquidación continuó en enero, con Bitcoin cayendo un 17% y Ethereum un 26%.
David Marcus, exjefe de criptografía de Meta, utilizó una frase que pronto resonaría en la cabeza de todo inversor: "Es durante los criptoinviernos que los mejores empresarios construyen las mejores empresas". Aquel invierno criptográfico en realidad no llegó hasta unos meses más tarde, donde las monedas "estables" se volvieron paradójicamente inestables.
Como fichas de dominó. Fue entonces cuando TerraUSD y su token LUNA cayeron y se produjo un efecto dominó. La confianza se evaporó. Más de 80.000 millones se esfumaron y las principales criptomonedas colapsaron, con Bitcoin cayendo un 16% en una sola semana. En junio, la plataforma de préstamos Celsius detuvo los retiros debido a las "condiciones extremas del mercado". Lo mismo hizo Binance, mientras que el criptoprestamista BlockFi recortó el 20% de su fuerza laboral. El fondo de cobertura Three Arrows Capital incumplió un préstamo de más de 670 millones. Aquel mes Bitcoin registró en total un caída del 38% de su valor.
Las acciones vinculadas también sufren. Tal y como hemos contado en Xataka, el intercambiador de criptomonedas Coinbase también cayó un 20% en dos días, mientras que Robinhood cayó un 30% durante el mismo período. La semana pasada, Coinbase comunicaba una caída de ingresos de más del 50% en el tercer trimestre con respecto a 2021 y una pérdida de 545 millones. En junio, ya había recortado el 18% de su fuerza laboral.
A futuro. El daño causado a las carteras de los inversores ha dado la alerta a los gobiernos para empezar a supervisar y regular estos activos igual que las finanzas tradicionales para evitar más desastres. Los críticos, de hecho, ven la caída como una prueba de que los criptoactivos todavía son demasiado arriesgados. Incluso Elon Musk dio un paso atrás: su compañía Tesla vendió el 75% de sus tenencias de Bitcoin.
El 2022 ha demostrado sin duda que las criptomonedas no están, como suelen afirmar sus defensores, desvinculadas de las fortunas de los activos tradicionales, y pueden ser tan vulnerables al aumento de las tasas de interés como otras inversiones. Y ya sea que Bitcoin y compañía estén condenadas para siempre o sea un revés a corto plazo, los eventos recientes demuestran los muchos obstáculos de esta industria y sirven como un recordatorio de por qué existe la regulación financiera.
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