El confinamiento primero y el cierre fronterizo después pusieron en jaque a la industria turística española. La oleada de rebrotes de los últimos meses, muy por encima de las registradas en otros puntos de Europa, han colmado un vaso prácticamente a rebosar desde marzo. El turismo, el motor de la economía española, afronta tiempos de carestía y crisis. No hay visitas. No hay ingresos. Y sí hay muchísimas pérdidas.
Cifras. Las ofrece Ángel Talavera, economista en Oxford Economics, en este tuit. En relación a 2019 y durante el mismo periodo del año (hasta julio), España ha perdido 35 millones de turistas. El cuadro económico no es más optimista. El gasto realizado por los visitantes se ha desplomado, cayendo por encima de los €38.000 millones. Vienen menos, y quienes vienen invierten menos: según el INE, el gasto por turismo ha caído un 17,8% de un año para otro (poco menos de 1.000€).
Previsible. La tendencia era muy negativa incluso antes de computar julio y agosto, dos de los meses del año más importantes para el sector turístico. En junio el número de visitantes internacionales ya había caído en torno a los 27 millones. Aquel mes fue precisamente el más catastrófico: apenas 200.000 turistas aterrizaron en los aeropuertos del país, 8,6 millones menos que en 2019. Un drástico hundimiento del 97% fruto de los cierres fronterizos y del desplome generalizado del tráfico aéreo.
¿Supervivencia? Dadas las circunstancias, tanto el gobierno como los empresarios recurrieron al turismo nacional. ¿Ha funcionado? A medias. Alicante, una de las provincias más dependientes de las llegadas internacionales, ha salvado el grueso del verano con una ocupación hotelera del 50%. Mejor de lo previsto, según las asociaciones locales, pero lejos de lo ideal. Similares cifras arroja el Pirineo: 50% de visitantes menos en Ordesa, con un repunte de los turistas nacionales (el 87%).
Es un magro consuelo. En julio, la industria turística ya avanzaba que ni el renacimiento del turismo nacional (el 90% de los españoles quería pasar sus vacaciones dentro del país, según el CIS) va a ser suficiente.
En casa. Junto a su delicada situación epidemiológica, España se ha topado con otro problema. El incentivo del turismo nacional de otros países. Italia, por ejemplo, ofrece un bono de hasta 500€ para todas aquellas familias que se desplacen a estancias turísticas dentro del país. Alemania y Grecia han aprobado sendas rebajas del IVA para los establecimientos turísticos. Reino Unido hizo lo propio (del 20% al 5%), sumando un veto a los viajes a España. Todo ello ha lastrado su posición como destino.
Impacto. A corto plazo son pésimas noticias. El turismo representa el 13% del PIB español. Su desplome explica las funestas previsiones de la economía nacional: el segundo trimestre del año se cerró un 18% por debajo del anterior, a su vez un 5% a la baja. Al cierre de junio, el PIB caía un 22% respecto al mismo periodo del año anterior. Una cifra con muy pocos precedentes en su historia económica, y que sólo podría ser acolchada por un efecto rebote (crecimiento rápido) en 2021.
En condiciones normales, España recibe unos 80 millones de turistas al año. Al cierre del curso, la cifra habrá quedado reducida a muy por debajo de la mitad (en el primer semestre sólo llegaron 10 millones). La creación de corredores seguros, tal y como se propuso antes del verano y como ha intentado ofrecer sin éxito Baleares, no ha funcionado. El país afronta un agujero económico enorme, personificado en el turismo.
Imagen: Berzane Nasser/ABACA
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