París es una de esas ciudades que se ha mantenido siempre al margen de la aparente modernidad, su belleza se basa en el diseño clásico de su arquitectura estilo Haussmann del siglo XIX, lo que se ha vuelto un sello distintivo de la llamada Ciudad de la Luz. Por esto los parisinos son muy especiales y renuentes si se trata de modificar algo de su característica arquitectura.
Pero esta semana París se ha visto envuelta en una polémica, debido a que la alcaldesa, Anne Hidalgo (nacida en España), ha aprobado la construcción del primer rascacielos en 43 años. El nuevo proyecto es conocido como Torre 2, ya que en 2008 se dio a conocer el primer proyecto, que también fue objeto de polémica entre políticos y ciudadanos, pero finalmente fue cancelado... hasta ahora.
La Tour Triangle: la pirámide de la discordia
Cuando el Centro Pompidou fue construido en 1977, le llamaron una monstruosidad; en 1972 cuando la Torre Montparnasse fue inaugurada, los habitantes mostraron desprecio y se unieron para exigir que París no tuviera más de estas construcciones, por ello, ésta fue la última construcción de gran tamaño en la ciudad.
Pero ahora bajo el argumento de que la ciudad necesita modernidad y construcciones de gran tamaño con la mira puesta en el futuro, es como la alcaldesa Anne Hidalgo, aprobó el proyecto presentado por los arquitectos suizos Herzog & de Meuron.
A pesar de que los miembros del consejo de la ciudad, y la gran mayoría de los habitantes están en contra de esta construcción, Hidalgo ha utilizado su poder de veto para seguir adelante con el proyecto, sin importar que la mayoría esté en contra.
Esta torre triangular estará hecha en cristal y acero con 43 plantas, tendrá una altura de casi 200 metros y tendrá un coste de alrededor de 627 millones de dólares. En su interior contará con un hotel de 120 habitaciones, un restaurante gourmet, un bar y 70.000 metros cuadrados para oficinas con todo y servicio de guardaría con capacidad para 60 niños.
Los opositores argumentan, que un diseño de este tipo no es necesario en la ciudad ya que arruinaría su apariencia, además de que sería un gran muro que proyectaría una enorme sombra hacia los edificios aledaños. "Los turistas no vienen aquí a ver rascacielos, no estamos en Manhattan", mencionó Olivier de Monicault, presidente de SOS París, una asociación civil que se opone al nuevo rascacielos.
Por otro lado, también están aquellos que apoyan el proyecto, que sin importar que sean una minoría, también han alzado la voz mencionado que la ciudad necesita edificaciones como ésta para que no se quede fuera del futuro. "Corremos el riesgo de que París sea únicamente una ciudad con historia, una pieza de museo sin perspectivas en el futuro", dijo el arquitecto Jacques Rougerie. Asimismo, los impulsores del proyecto argumentan que la construcción traería más de 5.000 nuevos empleos y un importante impulso a la economía.
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