En un año como otro cualquiera, septiembre habría impuesto, una vez más, los rigores de la rutina. El regreso del curso escolar, el reinicio de la actividad política y la vuelta de las grandes competiciones deportivas. 2020 es una excepción a tantos niveles que cuesta asimilarlos. Por ejemplo: hace un puñado de semanas que se disputó la final de la Champions League, multitudinario acontecimiento celebrado siempre en mayo y que en esta ocasión no contó con un solo aficionado en las gradas. Septiembre marcaba el regreso del fútbol. Este año ni siquiera ha terminado el Tour.
Pese a todo, que todas las competiciones se estén celebrando en un año marcado por el coronavirus ilustra hasta qué punto la escala del deporte ha alcanzado proporciones jamás soñadas por sus fundadores. El fútbol es un fenómeno capaz de mover miles de millones de euros. La NBA es quizá el mayor escaparate mediático del mundo. Y la NFL, pese a quedar reducida en exclusividad al interés del público estadounidense, se ha convertido en un gigantesco emporio mediático-financiero que culmina en el espectáculo deportivo más seguido en todo el globo, año a año.
Las cifras de todos sus negocios son sencillamente alucinantes.
¿Pero cómo se comparan sus protagonistas? ¿Qué clubes son los más grandes entre los grandes? HowMuch, la publicación dedicada a explorar y visualizar los aspectos más singulares de la economía global, ha producido un estupendo gráfico en el que podemos observar a las entidades más valiosas del deporte en un ránking elaborado por Forbes. Sólo cuatro competiciones acaparan a los cincuenta clubes más poderosos: el fútbol europeo (repartido en tres competiciones: La Liga, Bundesliga y la Premier League); la NFL; la NBA; y la MLB, el conglomerado de clubes que componen el peculiar béisbol.
A la cabeza del planeta, los Dallas Cowboys, un caso paradigmático del potencial económico del fútbol americano. Símbolo por antomasia de un estado, Texas, volcado en el deporte como ningún otro, la franquicia poseída por Jerry Jones tiene un valor de mercado estimado en los 5.000 millones de dólares. Son cifras que ningún otro club es capaz de atisbar. Los dos clubes de fútbol más valiosos, el Real Madrid y el FC Barcelona, ambos poseídos por sus dueños, superan a duras penas los 4.000 millones de dólares. Los Yankees, una de las marcas deportivas más reconocidas en el mundo, se queda en los 4.6000 millones.
Acaso el miembro del top ten más singular de todos son los New York Knicks, con 4.000 millones de dólares de valoración. Su trayectoria deportiva a duras penas se acompasa a su valor de mercado: una franquicia que parece siempre en barrena, con un historial de triunfos exiguo y que se arrastra por los bajos fondos de la NBA en busca de una esquiva siguiente estrella del draft (su pasada temporada consistió en perder, perder y perder más partidos para finalmente perder a la gran promesa del baloncesto, Zion Williamson). Se ubica por delante del glamour angelino de los Lakers y de los Warriors, grandes dominadores del lustro.
Un club de fútbol más entra en la zona noble (el Manchester United, primer gran fenómeno de márketing del fútbol moderno), y las otras dos posiciones se las reparten los Patriots de Nueva Inglaterra (3.800 millones de dólares), el tiránico dominador de la última década en la NFL; y los Dodgers de Los Ángeles, la otra gran franquicia del béisbol moderno.
En materia futbolística, sólo cinco clubes más aparecen entre los cincuenta primeros, todos ellos oscilando entre los $3.000 millones del Bayern de Múnich y los $2.100 del Liverpool (entre medias, Manchester City, Chelsea y Arsenal). Lo mismo se puede decir de la NBA: Chicago Bulls, Boston Celtics, Brooklyn Nets, Houston Rockets, Dallas Mavericks y Los Angeles Clippers completan el listado. Y también de la MLB, con los Boston Red Sox, los Chicago Cubs, los San Francisco Giants, los New York Mets y los St. Louis Cardinals cerrando el cuadro.
En general, el gráfico evidencia el magnífico negociado que representa el deporte estadounidense, un dechado de capitalización económica, ingresos, impacto publicitario y, ante todo, espectáculo deportivo (muy peculiar, no obstante: dos de sus cuatro grandes ligas pertenecen a deportes casi locales). Y también la enorme cantidad de dinero que es capaz de movilizar el fútbol europeo (muy especialmente el británico). El mérito de Real Madrid, Barcelona y Bayern aquí es triple: son clubes de escala mundial y muy valiosos, y han llegado hasta ahí siendo poseídos por sus socios, no por magnates multimillonarios.
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