Confinadas durante dos meses en el interior de sus hogares, miles de parejas podrían haber caído en la tentación de practicar más sexo. La idea de un baby boom que multiplique los nacimientos a nueve meses vista se ha convertido en un meme recurrente en redes sociales y conversaciones diarias. La realidad del coronavirus, sin embargo, podría ser menos halagüeña. En lugar de un boom, una contracción.
Los datos. Los ofrece una reciente investigación de Brookings: sólo en Estados Unidos la contracción de nacimientos podría oscilar entre los 300.000 y los 500.000. Los motivos son variados y todos ellos muy interesantes. La mezcla de una epidemia que ha obligado a un confinamiento pronunciado y el estrés resultante de la crisis económica supondrán dos trabas inevitables a la fertilidad.
¿Por qué? Por la evidencia histórica. El trabajo se fija en lo sucedido en dos crisis paralelas y similares: la Gran Recesión de 2008 y la gripe española de 1918. Las cifras de la primera son muy elocuentes. Si en 2007 la fertilidad estadounidense se situaba en los 69 nacimientos por cada 1.000 mujeres entre los 15 y los 44 años, en 2012, cuatro años después del crack, la cifra había caído a los 63 por cada 1.000 mujeres.
En 9% menos. En torno a 400.000 niños que no nacieron. Similares correlaciones se pueden encontrar en la epidemia de principios de siglo. Por cada oleada de gripe, los nacimientos se hundieron.
El impacto. En esencia, los repuntes de natalidad son "procíclicos", suben cuando la economía tiende a ir por el buen camino. Exactamente lo contrario de lo que podemos esperar en los próximos años. Otro efecto relevante: es posible que los divorcios hayan aumentado por culpa del confinamiento, como la experiencia china dicta. La convivencia prolongada ha resultado no ser buena idea para muchas parejas.
¿Bodas? Pospuestas. ¿Planes de independencia para parejas jóvenes? Anulados, cuando no revertidos por la crisis. ¿El sexo? Mejor no hablar.
En España. Las situaciones de estrés, en general, no contribuyen a afianzar la fertilidad de un país. Si le sumamos la distancia social y los conflictos de convivencia, estocada mortal. España no es diferente. Lo explicaba Antonio Izquierdo, catedrático de Sociología, en EFE hace algunos días: "La natalidad se va a desplomar, porque en medio de la incertidumbre no se tienen hijos". A los factores previos debemos sumar la interrupción de miles de tratamientos de reproducción asistida, como cuenta El País:
Casi el 10% de los niños nacidos en España lo son gracias a estas técnicas. Solo en IVI, el gigante de la fertilidad en España, han dejado de iniciarse 4.000 ciclos en un mes, señala su director médico, Antonio Requena. "Podríamos hablar de 1.000 niños menos en nuestras clínicas", dice.
Y esto en un trimestre. A largo plazo su impacto, si bien reducido pero no insignificante en el saldo fértil global de España, podría ser dramático: el 30% de las madres y el 47% de los padres primerizos superan ya los 35 años (porque tenemos los hijos cada vez más tarde).
Tendencia larga. El golpe será dramático en un contexto de fertilidad desplomada. Al margen de la economía, los nacimientos llevan cayendo en Europa desde mediados del siglo pasado. Sólo la inmigración (tienen más hijos) ha logrado levantar algunas tasas o sostener la caída. En España ni siquiera ha sido suficiente: 2018 fue el primer año en nuestra historia en el que murieron más personas de las que nacieron. Una inquietante estadística que, 2020 mediante, no cambiará a corto plazo.
Imagen: Koa Pham/Unsplash
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