Cinco días después de la muerte de Qasem Soleimani, Irán ha respondido al ataque estadounidense lanzando un número aún indeterminado de misiles sobre dos bases norteamericanas en Irak. Una decisión de profundas implicaciones que no ha causado ningún muerto, pero que amenaza con escalar aún más un conflicto entre dos potencias, Irán y Estados Unidos, escenificado sobre un tercer país, Irak.
Uno donde hay tropas españolas destacadas.
¿Cuántas? En torno al medio centenar. El grueso de la misión lo componen 500 soldados destacados en la base militar de Besmaya, unos cincuenta kilómetros al sur de Bagdad. Hasta ayer, otros trece especialistas trabajaban desde la capital iraquí en una misión coordinada por la OTAN. Diez de ellos han sido evacuados a Kuwait, junto a otros compañeros, ante la previsible escalada violenta del enfrentamiento.
El destino de los otros 500 es aún incierto.
¿Por qué están allí? Por el Estado Islámico. España abandonó Irak en 2004, tras la victoria de Rodríguez Zapatero. Diez años más tarde, regresó bajo el paragüas de una coalición internacional compuesta por más de ochenta países. Su objetivo, detener al ISIS. No tanto batallando como instruyendo al ejército iraquí, misión principal del destacamento español. En un principio, el Congreso aprobó el envío de 300 soldados.
¿Qué harán? No se sabe, aunque es posible que sigan el mismo camino que otros países desplegados en Irak. Canadá ya ha anunciado el traslado de su destacamento, otros 500 soldados, a Kuwait. Alemania dispersará sus 120 envíos entre Kuwait y Jordania. Los gobiernos de Croacia y Eslovaquia han anunciado medidas similares para sus pequeñas operaciones. Es probable que la OTAN, en una misión separada, haga lo mismo.
Otros países, como Finlandia, han descartado marcharse. De momento.
A más. Todo ello en un contexto de creciente tensión. No sólo por las acciones iraníes, sino por el aglomeramiento de tropas estadounidenses. A las 5.000 destacadas en Irak, objeto de fuerte controversia en la región, Estados Unidos suma otras 50.000 en todo el golfo pérsico. Si se iniciara la guerra, una posibilidad hoy no remota, Irak podría servir de escenario.
¿Y el ISIS? La Coalición Internacional tenía un objetivo claro: detener al Estado Islámico. Es una misión parcialmente conseguida. La muerte de Al-Baghdadi no implicó su extinción, y se calcula que hay más de 20.000 combatientes yihadistas aún repartidos entre Irak y Siria. Un vacío de poder similar al provocado por Estados Unidos en 2011 podría ofrecerles un escenario donde, de nuevo, crecer.
El Líbano. Otro quebradero de cabeza para España. Cuenta con otros 500 soldados destacados en la frontera entre Israel y Líbano. Hezbollah, uno de los principales aliados de Irán en la región, amenazó expresamente a las tropas estadounidenses y a sus aliados tras la muerte de Soleimani. Las tensiones entre Israel y Hezbollah han ido al alza durante los últimos meses.
La posibilidad de un conflicto paralelo entre ambas fuerzas, espoleada por Irán, es real. Lo que pondría en una situación delicada a las tropas españolas, bajo misión de la ONU.
Imagen: EMAD