¿Qué firmas esperarías encontrarte en un prestigioso evento sobre el columnismo patrio? Probablemente Juan Cruz y Manuel Jabois estarían entre los nombres más esperados, pero también escudriñarías los primeros puestos en busca de Rosa Montero, Maruja Torres o Elvira Lindo. Ningún nombre femenino apareció en el adelanto de programación que hizo el II Congreso Capital de Columnismo en León, un evento organizado por la Fundación Godofredo Garabito y Gregorio y que cuenta con el apoyo de la diputación regional y de diversas organizaciones.
Esto ha encendido la alerta entre varios periodistas, que corrieron a señalar la carencia que presentaba el cartel. El evento se desmarcaba recordando que sólo era un avance, que habrá alguna participante entre los más de veinte nombres que se darán cita el mes que viene y que, de las invitaciones hechas a mujeres, alguna había sido incluso declinada. En su primera edición de 2016, de 18 nombres programados 14 fueron de hombres. Y como recordó la periodista Lorena G. Maldonado, tampoco esos invitados se libraron de perpetrar el machismo desde sus tribunas durante las ponencias.
En realidad, el propio organizador pidió disculpas públicamente después de indicar que no se dieron cuenta de la imagen que dejaba el cartel que habían lanzado. Pero el daño estaba hecho, la sensación de que uno de los prerrequisitos para ser alguien al que se le supone un pensamiento elevado, alguien cuya firma sepa atraer al público, es formar parte de un club concreto, el masculino. Todo lo demás, segunda línea.
Los varones en España no tienen el monopolio de las columnas en prensa, mucho menos del talento para opinar. Por eso mismo se están llevando a cabo algunas acciones que contrarresten la imagen dejada por el polémico certamen, como la periodista Fany S. Vasconcellos que planea ya hacerle contraprogramación al congreso en su misma ciudad y durante los mismos días.
O la veterinaria y poeta María Sánchez, que ha llevado lejos el hashtag #HayMujeresColumnistas y ha hecho llegar a buena parte de los internautas la denuncia del cartel.
Por nuestra parte no hemos querido criticar al festival (que seguro ha tomado buena nota del escarmiento público) o entrar en una guerra de cifras de trascendencia mediática según géneros. Mejor dejar que sean periodistas y escritores los que nos recomienden las decenas de plumas femeninas que hay ahí afuera. Apenas un puñado de entre tantas columnistas existentes que casi da apuro tener que sacar a relucir el sexismo y el pasotismo (lo mismo es) que nos ha conducido a esta situación.
Belén Carreño, periodista de Eldiario.es
Lucía Méndez. Soy luciamendecista convencida. Conjuga todo lo que debe tener un buen columnista: fuentes, información, inteligencia, pluma y sentido común. Es imprescindible leer sus análisis para entender el mundo de la política. Escasos en adjetivos, llenos de lucidez y con contenido absolutamente confiable.
Elena Álvarez Mellado. Aka @lirondos, uno de los últimos fichajes de eldiario.es. Una filóloga joven que logra colmar una de las misiones del periodismo para el que la columna es un género ideal: formar y entretener. @lirondos le saca todo el jugo a la actualidad ortográfica, cazando al vuelo las tendencias lingüísticas del momento. Una de las columnas más refrescantes de la prensa española.
Y me quedan en el tintero Elisa Beni, que maneja también muy buena información y fuentes, Barbi por su labor pedagógica, Luz Sánchez Mellado porque también hay que reírse, Laura Freixas por dar siempre en el clavo. Y no sigo más.
Luna Miguel, poeta y editora de PlayGround Books
Me sería imposible elegir a una sola columnista de este país o de fuera de él como mi favorita. Sin embargo, voy a intentar dar tres nombres que, en mi opinión, merece la pena seguir muy de cerca:
El primero es del de Gabriela Wiener, una escritora acostumbrada a desnudar su “yo” en cada texto, y de quien he aprendido muchísimo sobre cuestiones de cuidados, sexualidad, literatura o política. Especialmente recomendables son algunos de sus textos sobre violencia hacia la mujer en América Latina, o los que dedica a la maternidad.
El segundo es el de Ana Requena Aguilar, cuyo trabajo desde Micromachismos me parece importantísimo y cuya manera de abordar ciertas cuestiones de actualidad, siempre usando esa lupa-detecta-machismos, me abre los ojos muchas veces a cuestiones de desigualdad en las que yo ni siquiera había reparado.
El tercero es el de Cristina Pardo. Ella es una de mis presentadoras favoritas de La Sexta y una periodista que sabe cómo y cuándo usar el humor para desmontar a un político o para relajar el discurso en momentos de tensión. Aunque sus columnas tienen un tono más serio, me gusta que ella me cuente la actualidad con esa lucidez que le caracteriza.
Héctor Barnés, periodista y columnista en El Confidencial
Sofía Pérez Mendoza. Me ha pasado varias veces. Tengo una idea para un artículo de Educación y, al buscar información, me doy cuenta de que Sofía ya lo ha escrito antes y mejor. La elijo porque creo que representa bien el periodismo-termita frente al solipsismo de la Gran Firma: construir un discurso día tras día, poco a poco, con conciencia y sensibilidad sobre lo tratado, frente a la hipertrofia del "yo-yo-yo" de la primera persona del columnismo.
Otra razón: no la conozco más que por su trabajo y jamás he hablado con ella. Es urgente que los periodistas salgamos de nuestras redes de amiguismos/colegueos/aspiraciones que premian al bienqueda y marginan al trabajador duro. Se celebran congresos donde solo hay hombres, entre otras razones, porque los hombres que los forman solo se relacionan con otros hombres: sus compadres.
Gabriela Bustelo, escritora, traductora y columnista
Soledad Gallego-Díaz, Victoria Prego y Lucía Méndez. Representan la veteranía y el buen hacer en la profesión. Las tres son mejores que sus equivalentes generacionales participantes en el Congreso de León.
Berta González de Vega. Veterana periodista de El Mundo experta en educación y columnista con una versatilidad que le permite enfocar cualquier asunto desde una óptica distinta de la habitual. Cristina Manzano. Directora de EsGlobal y esperta en política internacional, tema sobre el que escribe con la inteligencia de quien quiere compartir su sabiduría, sin creer que informar es apabullar al público.
Lucía Etxebarria. Escritora de éxito y columnista cuya opinión sobre cualquier tema resulta atrayente porque piensa “fuera de la caja”, pero está en contacto con la España de a pie, en especial con las nuevas generaciones.
Marta Rivera de la Cruz. Escritora que ha postergado su carrera como novelista para meterse en el desagradecido mundo de la política. Sus columnas en El Español dan una vuelta de tuerca a la realidad española.
Eva Díaz Riobello, periodista y escritora
Leila Guerriero. Algunas de las mejores columnas que he leído en el último año eran suyas. Tiene una gran sensibilidad para diseccionar la realidad y comentarla en columnas breves pero afiladísimas y con mucha miga. En su día me conquistó con esta columna sobre la literatura y la censura de lo políticamente correcto. Una curiosidad: no tiene twitter ni está muy presente en las redes sociales. Hoy parece que para que conozcan tu trabajo es más importante hacer ruido que hacerlo bien.
Cristina Fallarás. Me gusta porque es franca, directa, no se muerde la lengua va de cara y denuncia la injusticia con un verbo desgarrado que te noquea. Sobre todo, es valiente, porque es precisamente su estilo lo que le granjea amenazas a diario por parte de miles de tarados que no soportan que una mujer diga lo que piensa sin tapujos.
Ramón González Férriz, columnista en El Confidencial
Máriam Martínez-Bascuñán. Creo que tiene la mirada más sofisticada sobre política nacional e internacional y las tendencias que la mueven. Tiene la enorme capacidad de coger ideas muy complejas y convertirlas en una columna de 400 palabras redonda e iluminadora.
Aloma Rodríguez. Suele arrancar sus columnas a partir de películas y libros, amistades y experiencias familiares, y siempre convierte eso en una reflexión sobre la vida y sobre la manera de vivirla, también en el plano político. Tiene una mirada extremadamente original, 50% tierna y 50% punky.
Pero dejarlo en dos es quedarse corto: leo todo lo que publican Lucía Méndez (El Mundo), Sandra León (El País), Aurora Nacarino-Bravo (Letras Libres), Soledad Gallego-Díaz (El País), Isabel Garcia Pagan (La Vanguardia)...
Antonio Ortiz, cofundador y director de Weblogs
Cayetana Álvarez de Toledo. De El Mundo. Es uno de los mejores escritores en prensa que hay ahora mismo.
Ángeles Caballero. En Ctxt, personalísima y de un ingenio que no encuentro en medios grandes.
Elvira Lindo. Entra menos en el perfil de columnista tradicional, pero la sigo desde hace tantos años que creo que es de las firmas que más echaría de menos para celebrar y para discrepar.
Anna Pacheco, periodista y columnista
Creo que hay muchísimas columnistas que podrían haber participado en este evento. Muchas de ellas ya las han mencionado algunas de mis compañeras por aquí arriba. Algunas más veteranas, pero que siguen siendo imprescindibles (Elvira Lindo, Cristina Pardo); otras que son maravillosas como radiografías de nuestras generación, de las cosas que nos pasan, de ese costumbrismo a veces fantástico y raro (Sabina Urraca, Alba Muñoz, Lucia Litmajer). Aportaré por aquí algunas más que creo que aún no se han dicho:
Isabel Sucunza. Isabel Sucunza sabe mucho sobre libros; por algo además de escritora también es librera. La conocí a través de El Butano Popular donde escribía pensamientos y reflexiones dispersos y afilados. Su visión del mundo es interesante, muchas veces alejadas del barullo de las cosas de Internet. Su estilo baila desde lo narrativo o estrictamente literario, a una mirada distinta de la literatura, la crítica social o los movimientos ciudadanos. Me pasa mucho con ella aquello de pensar que ojalá se me hubiera ocurrido a mí esa frase antes. La podéis leer en medios como El Periódico o La Directa.
Creo que también es muy importante el trabajo que hacen las compañeras de Visual 404. HJ Darger y Deborah García. No sé si son columnas al uso. Supongo que no. Pero creo que también se trata de eso: de repensar el columnismo, al menos tal y como lo conocemos. Al fin y al cabo, durante muchos años nos hemos tragado mucho un tipo de narrativa muy masculina. Ellas se permiten explorar en la antropología visual, en la música, en la crítica de cine, en las imágenes y en los objetos. Y lo mejor: su lenguaje es maravillosamente contemporáneo. Entre tanto olor a viejuno o jóvenes que escriben como viejos, ellas saben a limonada fresca. Las podrás leer en medios como El Salto, Broadly o Tentaciones.
Beatriz Serrano. Creo que hay muchas mujeres escribiendo cosas muy interesantes sobre mujeres y feminismo, pero me parece justo destacar el trabajo de Beatriz Serrano a través del canal feminista LOLA (de Buzzfeed). Creo que esta autora ha conseguido ser increíblemente divulgativa, normalizar conceptos, usos y términos sin perder el sentido del humor. Creo que su trabajo es importante porque es capaz de llegar a muchas mujeres y hombres y porque su estilo desenfadado no resta ni una pizca de seriedad al discurso. Recuerdo especialmente su columna sobre Ylenia y el feminismo, un aporte muy acertado e inexplorado.
Andrés Mohorte, editor en Magnet
Alba Muñoz. Lo admito, pocos columnistas logran captar mi atención hoy en día. Existe una evidente brecha generacional enraizada en la tradición del género, tan decimonónica, y tan insalvable para generaciones cuyo arco de influencias jamás se ha determinado por una columna. Y sin embargo, sí hay una columnista de mi generación a la que tengo el gusto de destacar: Alba Muñoz. No porque su estilo caiga dentro del canon, sino por lo contrario, y no porque sus textos sean "columnas", que no lo son, sino más bien textos de trivialidades cotidianas en las que se intercalan reflexiones sobre el género, el papel de la tecnología en nuestras vidas o las relaciones interpersonales.
Antes que un púlpito desde el que declarar lo que es correcto sobre lo que no lo es, sus artículos de opinión reflejan un sentir muy generacional, una desazón por lo incognoscible en un tiempo en el que todo el conocimiento está en nuestra mano, y sin embargo es inaccesible en su totalidad. Esa muestra de duda, tan honesta como prolífica en lo intelectual, ahuyenta a sus columnas de certezas de obligada aceptación. Y su estilo tan armónico, alejado de los manierismos y recursos estéticos tan viejos y oxidados de tantos columnistas, tan natural y empeñado en contar, no en adornar, contribuye a que sus textos, mucho antes que órdenes de pensamiento, constituyan espacios de debate individual y pongan a prueba nuestras ideas, firmezas y convencimientos. Como decía, un sentimiento muy siglo XXI.
Daniel Gascón, escritor y editor de Letras Libres España
Máriam Martínez-Bascuñán. Tiene una mirada singular y lúcida. Sabe conectar la realidad con la filosofía política, combina el conocimiento de la teoría con la preocupación por la forma.
Aurora Nacarino-Brabo. Tiene una claridad admirable en el pensamiento y en la expresión. Sitúa los fenómenos de la actualidad en un contexto histórico, y defiende su posición con valentía e inteligencia. Soledad Gallego-Díaz es alguien que conoce todas las claves, que tiene toda la experiencia pero también toda la curiosidad del mundo, y que es una garantía de perspicacia y rigor.
Gonzalo Torné, escritor
No sé si propiamente son columnistas, pero leo con mucho interés lo que escriben, por ejemplo, Noemí López Trujillo y Silvia Cruz Lapeña, que suelen escribir sobre temas de los que no sé nada, con tiento y audacia. Pero te podría señalar diez más. De Silvia Cruz recuerdo a menudo un reportaje sobre Pujol abucheado en un concierto flamenco que organizó para ver si arrancaba algún voto “charnego”. Inolvidable.
Berta González, periodista en El Mundo
Fuera de Madrid también hay vida, aunque parezca que no a veces en la prensa nacional y para enterarse de lo que ocurre en Andalucía es muy recomendable leer a Teresa López Pavón todas las semanas. Creo que vivimos exceso de barroquismo, herencia umbraliana, en muchas columnas de Opinión y Teresa aporta datos, sobriedad y un toque de humor justo.
También sigo a Gabriela Bustelo porque hace un ejercicio de independencia y de objetividad muy difícil en un país que divide las tertulias supuestamente de opinión política en bandos ideológicos donde no hay matices y la verdad lo es sólo depende de quién la diga. Es una de esas "opinadoras" que aporta mundología y, por eso, aparta el sectarismo.
Cayetana Álvarez de Toledo escribe una página a la semana que es imprescindible para mi por toda la documentación previa que se nota sin apabullar que lleva detrás.
Ángeles Caballero pisa la calle y lo cuenta muy bien. Porque otro de los excesos del columnismo patrio es el encierro en sus portátiles y sus gin tonics para criticar la burbuja en la que siempre viven otros.
Emilia Landaluce y Rosa Belmonte, claro, son de mis preferidas: por sus lecturas, sus andanzas, su ironía y cierto afán muy sano de provocación.
Eva Díaz Pérez, a sus pies, nadie como ella hila historia y presente.
Marta García Aller para el futuro del ahora.
Paro.
Isabel Bellido, periodista en Yorokobu y Jot Down Magazine
Podría decir muchos más nombres, algunos capitales y más que conocidos (Elvira Lindo, Almudena Grandes, Leila Guerriero, Cristina Fallarás, Rosa Montero, Maruja Torres, Laura Freixas, Ruth Toledano…), y todos ellos serían válidos, así que también los podéis contar. Sin embargo, en un intento de aportar algo más personal –por como soy y por el tipo de información que consumo– distinto u original, mencionaré (y justificaré el por qué) a otras fantásticas mujeres columnistas.
Lorena G. Maldonado. Para mí –y para muchas otras y otros, me consta– es ahora mismo la voz joven más poderosa del país. En cuanto a edad, posición (ante la vida y la letra) y estilo, no hay hombre ni mujer que la supere. La mejor prueba de su trabajo está en la sección de Cultura de El Español, pero si nos ponemos estrictos y cercamos el asunto, podemos tomar nota entonces de sus columnas en El Subjetivo (esto es, el apartado de Opinión de The Objective). Leemos sobre política en “He matado a Rajoy”, sobre cine, sexo y vida en “Ni Sofia Coppola, ni Tinder: la seducción era otra cosa”; encontramos feminismo en “Soy feminista y amo a los hombres –que amo–“ y en otros tantos textos; también literatura en “Cristo era una lesbiana con barba”. De todo, de todo menos contarle al indulgente, cándido y pobre lector qué es lo que ha hecho el domingo por la tarde, como hacen tantos y tantos columnistas –hombres– a los que cada mes sus jefes regalan un buen cacho de jornal por columna escrita. Y todo con garra, con un brillante vocabulario –nada forzado– que obliga en ocasiones a coger el diccionario; con espíritu transgresor, con palabras hermosas, ideas claras y a veces incómodas. Porque hay que molestar, ella lo sabe bien. Y lo hace genial.
Marta Sanz. Como escritora es conocidísima e indispensable, pero es que también escribe columnas, aunque no sea tan notorio (¿será porque no es hombre?, ¿porque no está en Twitter, órgano vertebrador de las opiniones absolutas?). Lo hace en Mercurio y El País y también tuvo espacio en El Cultural. Aunque sus artículos estén circunscritos al ámbito cultural y literario, Marta Sanz posee una voz más que autorizada, en el sentido de que representa una valiosa línea de trabajo formada a través de la experiencia, los años, la escritura, el autoconocimiento y el conocimiento de sus afueras, que son las mismas que las nuestras: el capitalismo salvaje y su efecto nocivo en las relaciones personales, en la imagen de las mujeres y hasta en el dolor (de ahí su último libro, Clavícula) son algunas de sus grandes preocupaciones, que a todos nos atañen.
Lucía Litjmaer y Sabina Urraca. En mi intento por situarme en el underground las subrayo a ellas. Me parecen dos buenos ejemplos de supervivientes de la palabra que han sabido pelear su hueco pero que aún podría ser más extenso y hondo. Ambas cuentan con trayectorias que les avalan, no sólo respecto al oficio de opinadoras (es que los hay que sólo tienen ese), sino en el más amplio sentido de la palabra "profesional": escritora, periodista, profesora, gestora cultural (la primera); vendedora de seguros, camarera, guionista, locutora, creativa de televisión y publicidad, cortadora de marihuana (la segunda, según su simpática biografía en Fulgencio Pimentel, la editorial que le ha publicado Las niñas prodigio).
Carmen Camacho. Una escritora universal de diario de provincias. También periodista y columnista, pero sobre todo poeta. Leer a Carmen Camacho es un verdadero gustazo. Su ritmo, la palabra antigua que ella manosea (magrea, seduce, toca...) hasta hacer que suene como nueva, las expresiones y conjuros que usa; sencillamente, lo que dice y cómo lo dice. No pierde fuerza del verso al artículo. Escribe en El Diario de Sevilla y lo hace sobre política y tema sociales (de la calle, del bar, de la vuelta de la esquina, pero también de las orillas y de los que llegan hasta ellas en pateras). En definitiva, hace una radiografía de lo que está pasando en este país: refleja las tonterías, saca las vergüenzas; es sensata, cuerda, lista y muy buena.
Mi concepto del buen columnismo pasa por poseer un buen cerebro tras cada letra junta; una carrera profesional complementaria que me haga pensar que sí, que su opinión vale más que la mía. Hay otras muchísimas periodistas españolas a las que admiro y no están aquí, y no están aquí porque no son columnistas o bien porque no escriben columnas frecuentemente. Me encantaría verlas opinando, y creo que si no lo hacen no es tanto porque no les guste o atraiga (que, oye, sería legítimo) sino porque no se lo ofrecen, no las animan. Y ese puesto (el de "ofrecedor") lo suele ocupar siempre un hombre.
Por último, la periodista y columnista Patricia Horrillo también ha querido dejarnos una tanda de nombres no incluidos en las propuestas del resto de compañeros para estrechar el margen de las omisiones.
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