8.000 personas se han comprado un decrépito y fantasioso château. Y ahora van a restaurarlo

8.000 personas se han comprado un decrépito y fantasioso château. Y ahora van a restaurarlo
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Cualquiera que se haya echado las suficientes siestas que haya pasado el tiempo suficiente viendo el Tour de Francia se habrá dado cuenta de algo: el país está repleto de châteaus. Antiguas mansiones nobiliarias que gobernaban una destacable porción de terreno y cuya lujosa arquitectura y elegante diseño las convierten en auténticos ejemplos del savoir faire francés.

No es sólo una percepción visual provocada por la realización de la televisión francesa, Francia tiene muchísimos châteaus. Se calcula que el número rebasa el millar. Sucede que los châteaus son opulentos, un sumidero de dinero y requieren de una actualización y revisión casi constante. Así las cosas, y dado la ingente inversión necesaria para mantenerlos, muchos han terminado abandonados, derrengados y en un estado casi ruinoso.

Este era el caso de un coqueto palacio en Poitou-Charentes, el de la Mothe-Chandeniers. Construido durante la Edad Media y bastión de la familia nobiliaria Bauçay, ejerció su rol como muralla defensiva y centro neurálgico de su comarca hasta que, en 1932, un incendio se lo llevó por delante. La fatalidad le provocó pérdidas irreparables y lo convirtió en un fantasmal rincón del romanticismo francés, bello pero decadente, en singular simbolismo con el propio sino de la Francia post-moderna.

El castillo de la Mothe-Chandeniers terminó sus días en una plataforma de crowdfuning llamada Dartagnans. La empresa ejerce de intermediaria entre propietarios que quieren deshacerse de sus posesiones y compradores que están interesados en restaurar el rico patrimonio arquitectónico francés. En Dartagnans hay de todo: castillos, monumentos nacionales abandonados y, ante todo, un montón de châteaus. Con tan buena suerte que el de Mothe-Chandeniers caló hondo entre la comunidad.

Chateau

Cuarenta días después de que saliera a subasta, más de 7.500 usuarios han donado un mínimo de 50 euros para la restauración del château. 500.000 euros después, ha sido todo un éxito, y el edificio será restaurado para mimetizar los días de su pasado glorioso. El asunto tiene su miga, porque revela hasta qué punto antiguas casas y edificios nobiliarios, hoy abandonados pero considerados valiosos, pueden tener una salida vía... El pueblo común y corriente.

El resumen sería, en fin, que Internet se ha comprado un château.

Las campañas de Dartagnans están formuladas de tal modo que ahora los casi 8.000 compradores forman parte de una empresa que gestiona el futuro del castillo. Además de un acceso de lujo a las estancias internas (visitables, no residenciales, eso sí) todos ellos podrán participar en los procesos que determinen qué será del château. Una salida obvia, y que según los dueños de la plataforma ya ha sido explorada, será la de escenario cinematográfico (con sus lujosos ingresos asociados).

Los problemas de los châteaus franceses, muchos en venta, son similares a los que en su momento atravesaron (y aún atraviesan) muchos de los estates británicos. Antiguos palacios nobiliarios que dependían de los ingresos asociados a la posición de sus dueños, y que tragaban recursos en forma de mano de obra y reformas de mantenimiento. La decadencia del estrato nobiliario y los cambios sociales, especialmente en Francia, con la importante revolución acometida en el campo tras 1789, provocó que perdieran su rol social y su primacía económica.

Y de ahí al abandono. El de Mothe-Chandeniers, precisamente, fue saqueado y abandonado tras la Revolución Francesa. Readquirido por la élite generada al albur de Napoleón III (periodo en el que adquirió su actual aspecto romántico), quedó para los restos tras el incendio de 1932. Abandonado y recomprado varias veces, sus dos últimos propietarios fueron un empresario industrial de la región y, finalmente, a partir de 1981, un profesor de matemáticas de una escuela local. Signo inequívoco del sino de los tiempos.

Su abandono definitivo, debido a los amplios gastos y al abundante terreno que la naturaleza ya había ganado, se verá ahora revertido gracias a casi 8.000 personas. Un día más que Internet salva al mundo.

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