Poco antes de iniciar un tiroteo que acabaría con la vida de una veintena de personas, Patrick Crusius entró en 8chan y escribió un larguísimo manifiesto explicando los motivos de su acto terrorista. Crusius, natural de Dallas, a diez horas en coche de El Paso, el lugar donde cometería los asesinatos, aludía a una "invasión hispana de Texas", y proponía una política de exterminio de la población latina y migrante con objeto de convertir "nuestra forma de vida" en algo "más sostenible".
Titulado "Una verdad incómoda", Crusius publicaría aquellas palabras veinte minutos antes de que la policía recibiera la primera llamada de alerta desde el supermercado donde desataría el terror. En ellas, hacía alusión explícita a una teoría largamente difundida en los foros extremistas de la red y formulada a principios de esta década por un filósofo francés, Renaud Camus. Se trata de "El Gran Reemplazo", el santo grial del nacionalismo blanco en los rincones de Internet.
Alumbrada por primera vez en L'Abécédaire de l'in-nocence, libro publicado en 2010, y popularizada en Le Grand Remplacement (introduction au remplacisme global), un año después, "El Gran Reemplazo" apunta a una conspiración global por parte de las élites gobernantes y progresistas de Occidente para "sustituir" a las poblaciones blancas y nativas de los territorios europeos (y norteamericanos) en beneficio de inmigrantes musulmanes (para el caso francés y del viejo continente) e hispanos (para el caso de Estados Unidos).
Desde su publicación, Camus, un pensador de larga tradición y actividad política en Francia, se ha convertido en un referente ineludible para numerosos ideólogos de extrema derecha. Foros como 8chan han contribuido a distribuir sus ideas, encajadas en las teorías conspirativas del "genocidio blanco", un programa de exterminio y eliminación de la "cultura blanca" para el que sólo habría un respuesta posible: la acción armada, y la violencia interpretada como mecanismo de defensa ante un destino, la desaparición cultural, cada día más próximo.
8chan, allí donde se gesta la tragedia
No es la primera ocasión en que 8chan y "El Gran Reemplazo" subyacen bajo un atentado terrorista dirigido contra poblaciones minoritarias en países occidentales. Hace algunos meses, el autor del atentado de Christchurch, en Nueva Zelanda, reconocía similar inspiración a la manifestada el sábado por Crusius: de los hilos extremistas de 8chan, donde socializó con otros activistas xenófobos, a las teorías de Camus, a las que atribuía un alto grado de inspiración. Otro atentado en California este mismo año se remontaba a similares referentes.
Es decir, son ya tres los atentados que han emanado de 8chan, el spin off de 4chan fundado por Fredrick Brennan en 2013.
Harto de las limitaciones impuestas por los moderadores de 4chan, Brennan ideó un espacio donde cada usuario pudiera hablar de lo que deseara, en los términos en los que mejor le pareciera, siempre y cuando no entrara en colisión con la legislación estadounidense. El resultado fue 8chan, un 4chan sin adulterar que ofrece una página en blanco para toda suerte de ideologías y teorías de la conspiración, muy a menudo, como demuestra el caso de Crusius, preñadas de connotaciones violentas.
Como han ilustrado numerosos reportajes, 8chan funciona como laboratorio de socialización de la extrema derecha estadounidense. El foro se ha convertido en la salvaguarda del discurso de odio ("políticamente incorrecto", podría decirse) dirigido contra grupos minoritarios, a menudo alineado con el gobierno de Donald Trump. De allí brotan las ramificaciones más esotéricas de QAnon, la teoría de la conspiración que, supuestamente, evidencia un complot del establishment estadounidense para laminar el buen hacer de la Administración Trump.
"Q", la mitológica figura que ha ido filtrando los puntos básicos de la conspiración, publica sus mensajes en 8chan. El magma extremista y violento en el que se ha convertido la plataforma, además de su vinculación con tres masacres, ha provocado que incluso su creador, Brennan, quien perdió el control del foro poco después de crearlo, haya llamado a su cierre. Por el momento, Cloudfare, uno de los servicios que le ofrecía cobijo, ha retirado su protección contra ataques DDoS.
Originalmente, el presidente de Cloudfare definió como una "obligación moral" sostener la protección a 8chan, aludiendo al principio básico de la libertad de expresión. Sin embargo, la presión social y pública contra la plataforma, identificada por las propias fuerzas de seguridad estadounidense como un centro de radicalización ideológica con vínculos innegables a los ataques de El Paso, ha provocado que cambie de opinión en menos de veinticuatro horas. Es incierto hasta qué punto 8chan puede sobrevivir a corto plazo sin el paraguas de Cloudfare.
La fiscalía estadounidense juzga el tiroteo como un caso de "terrorismo doméstico" diseñado "para intimidar a la población local". Ambas ideas suponen un problema para 8chan: en el momento en el que una plataforma digital deja de ser la última línea de defensa entre la libertad de expresión y las fuerzas de la corrección política y se convierte en un foro que propaga la violencia y los atentados terroristas, la acción policial o judicial es más probable. Y también la acción unilateral de actores como Cloudfare.
La alargada sombra del nacionalismo blanco
Ante todo, los acontecimientos de El Paso revelan hasta qué punto las ideas de Camus y de "El Gran Reemplazo" han permeado entre los grupos radicalizados de la extrema derecha, y cómo hallan en 8chan su punto de encuentro. En su manifesto, Crusius culpa a las élites progresistas y al Partido Demócrata de los asesinatos: "Ellos son los instigadores, no yo. Yo simplemente estoy defendiendo mi país de una sustitución cultural y étnica habilitada mediante la invasión". Es una frase que resume bien el clima actual entre los círculos radicales: el victimismo.
Cualquier agresión es reactiva, una legítima forma de protesta.
Tal esquema mental sólo es concebible desde el pleno convencimiento de un "genocidio blanco", o de forma más sutil, de una "sustitución" de las poblaciones occidentales por otras provenientes de otras latitudes. Según Camus, "los individuos pueden unirse a otros pueblos, integrarse y asimilarse (...) pero las gentes, las civilizaciones, las religiones, y en especial aquellas religiones que se consideran a sí mismas civilizaciones, tipos de sociedades y casi Estados, no pueden y ni siquiera pueden desear fundirse con otras gentes, con otras civilizaciones".
Es decir, las grandes corrientes migratorias del siglo XX representan un problema para los países occidentales porque enfrentan a dos tipos de sociedad, a dos culturas esencialmente distintas. Cuando los migrantes musulmanes llegan a Francia lo hacen arrastrando una serie de ideas, valores y concepciones religiosas y morales que chocan sin remedio con los fundamentos del estado y de la sociedad francesa. La convivencia no es posible, sólo la batalla. Es un discurso muy trabajado por Marine Le Pen, capaz de entroncarlo, por ejemplo, con la tradición laica de Francia.
"El Gran Reemplazo" sería así la historia de una guerra donde las poblaciones nativas van perdiendo. La inmigración, en boca de Lauren Southern, un youtuber extremista que ha amplificado a nivel popular las ideas de Camus y otros pensadores afines a la extrema derecha, ha logrado que "sólo las razas Europeas afronten la posibilidad de la extinción en el futuro cercano". Un proceso de limpieza étnica sutil y orquestado por las propias élites europeas que acabaría con la civilización occidental.
El ejemplo más extraordinario de tales ideas es el "genocidio blanco", la conspiración que habría de poner fin a las razas caucásicas, europeas y norteamericanas a través de políticas tolerantes con la migración y de la depresión demográfica generalizada de los países occidentales. En un contexto de baja natalidad en los estados ricos del norte global, la llegada de migrantes latinos o musulmanes provocaría una sustitución paulatina de las poblaciones nativas y originales. En tales circunstancias, la lucha armada, el terrorismo, sería la única vía de defensa.
Patrick Crusius o el autor de los atentados de Nueva Zelanda son la variante extrema de una ideología, el "nacionalismo blanco", que ha ganado tracción y popularidad en los medios de comunicación durante los últimos años, espoleado en gran medida por el éxito de acontecimientos como el Brexit o por la elección de mandatarios como Donald J. Trump. Desde televisiones como Fox News hasta medios escritos como Breitbart, sus ideas gozan de amplio reconocimiento más allá de oscuros rincones como 8chan.
Como vimos en su día, las propuestas de Camus y las teorías de la conspiración en torno al genocidio blanco se enmarcan de forma más amplia en el nacionalismo blanco, cuyas raíces se remontan a mediados del siglo XIX y a principios del XX. El libro básico del movimiento, The Passing of the Great Race, fue publicado por Madison Grant en 1916, y sirvió para impulsar el supremacismo racial entre los grupos más radicales del movimiento conservador estadounidense.
A grandes rasgos, Grant identificaba en las razas provenientes del norte de Europa la auténtica génesis de los Estados Unidos de América, y consideraba a la inmigración originaria del sur europeo como una amenaza insostenible para los modos de vida y las culturas tradicionales del país. Pese a que las ideas de Grant se orientaron en su origen a etnias menores del viejo continente (como los italianos o los irlandeses, no por casualidad católicos), sus ideas fueron adaptadas rápidamente a otros grupos migrantes, como los latinoamericanos, de mayor impacto tras la Segunda Guerra Mundial.
Tanto las sucesivas iteraciones del KKK como presidentes de la talla de Woodrow Wilson, pasando por jóvenes ideólogos europeos como Adolf Hitler, se interesaron por las teorías de Grant y las adoptaron a su discurso racista. El "nacionalismo blanco" se definió así como un movimiento destinado a proteger la cultura de los pobladores europeos (y de forma concreta: la cultura protestante de los europeos del norte), en radical oposición a la "amalgama racial". Si de cada grupo racial emanaba una cultura propia y distintiva, el mestizaje sólo podía representar una perversión y una amenaza.
Aquellas ideas motivaron la proliferación de leyes que formalizaban la segregación racial. El fin de la Segunda Guerra Mundial y los explosivos años sesenta motivaron el repliegue del nacionalismo blanco en las esferas de poder conservadoras, en especial en el Partido Republicano, pero jamás eliminaron su sustrato. A largo plazo, las ideas más extremas fueron recogidas por movimientos y organizaciones subterráneas, como el National Policy Institute o Alternative Right, y revitalizadas durante la última década gracias a plataformas como 8chan.
En un contexto de crisis económica y transición cultural, en el que numerosos grupos históricamente discriminados, como los afroamericanos o el colectivo LGTB, han reafirmado su identidad en la esfera pública, el nacionalismo blanco ha encontrado un caldo de cultivo perfecto para la radicalización y la acción violenta. Si "El Gran Reemplazo" sugerido por Camus está más cerca que nunca, como la inmigración, la baja natalidad y el acceso a las esferas de poder de las poblaciones minoritarias sugieren, la respuesta debe ser lo más violenta posible.
El resultado son atentados como El Paso.
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