John Bercow, speaker de la Cámara de los Comunes, atestó ayer la estocada definitiva al Acuerdo de Salida planteado por Theresa May. Amparado en un procedimiento parlamentario de mediados del siglo XIX, Bercow negó a May la posibilidad de debatir y votar por tercera ocasión su denostado acuerdo con la Unión Europea. Reino Unido, a diez días de finalizar el plazo para alcanzar algún tipo de pacto provisional con sus ex-socios comunitarios, camina a ciegas.
¿Y ahora qué? Lo cierto es que nadie lo sabe. May no tiene demasiadas posibilidades de maniobra. Ya no hay tiempo material para negociar un nuevo acuerdo de cero, y tampoco existe la voluntad política para limar las suficientes aristas que impiden aprobar el enterrado por la Cámara de los Comunes. Ante tal eventualidad, la opción por defecto a activar el próximo 29 de marzo es simple: "no deal".
A priori, no debería suceder. La Cámara de los Comunes votó la semana pasada en contra de una salida caótica y desestructurada de la Unión Europea. La decisión no es legalmente vinculante, pero sí expresa cierto temor político a las imprevisibles consecuencias de una ruptura sin acuerdo. Reino Unido sabe qué no quiere del Brexit, pero, a un puñado de días de su concreción, sigue sin saber qué quiere de él.
La situación de parálisis y la inquietante sombra del "no deal" apuntan a una sola opción: aplazamiento o suspensión indefinida. El Tribunal de Justicia de la Unión Europea avaló el pasado mes de diciembre la revocación unilateral del Artículo 50, el procedimiento de salida, por parte del Reino Unido. Todos los medios británicos informan hoy de la intención de May de solicitar una prórroga a sus aún socios europeos.
Problema: si el aplazamiento es a corto plazo, es decir, si se trata meramente de retrasar la fecha de ruptura, May requiere del consenso de los 27. Y no está claro que la Unión Europea acceda a tal concesión si su gobierno no ofrece una hoja de ruta clara. De ahí que la incertidumbre siga reinando tanto en Reino Unido y en Europa, y que sea imposible descartar una salida sin acuerdo.
De forma sucinta, estas son las cinco opciones encima de la mesa.
1) Aplazamiento largo y elecciones
Según algunos analistas, la opción más probable.
Sin el control de su partido, el apoyo de los Comunes y el respaldo de sus propios ministros, Theresa May acudiría a Bruselas acompañada por la larga sombra de la derrota. La primera ministra solicitaría un aplazamiento largo, de nueve a veintiún meses, a cambio de otras elecciones generales. Su liderazgo, exhausto, ya no tendría el capital político suficiente para negociar un nuevo acuerdo.
Las pistas sobre la posición de Bruselas siguen siendo inciertas, pero es un acuerdo aceptable tanto por la Comisión como por la mayor parte de estados miembros. Tanto el Partido Conservador, muy dividido, como el Laborista, explícitamente a favor de la convocatoria electoral, verían con buenos ojos amortizar a May y acudir a las urnas. Serían las terceras elecciones de Reino Unido en cuatro años.
Problema: obligaría a celebrar elecciones europeas en mayo.
2) Aplazamiento corto y referéndum
El Acuerdo de Salida defendido por May está muerto, pero hay una posibilidad que permitiría un tercer "meaningful vote" sobre la cuestión: la enmienda presentada por los diputados laboristas Peter Kyle y Phil Wilson.
Data de febrero e incluye un cambio sustancial al documento presentado por May en los Comunes: en caso de sanción parlamentaria, el gobierno convocaría un referéndum popular para verificar su aprobación. Como apuntan diversos periodistas, puede que Bercow permita votar por enésima vez el acuerdo de May si incluye la enmienda Kyle-Wilson. Sí se trataría de un documento distinto.
¿Podría triunfar? Jeremy Corbyn ha indicado que sí apoyaría la propuesta de May condicionada al referéndum. La primera ministra mataría dos pájaros de un tiro: podría solicitar un aplazamiento corto (junio de 2019) y atado a unos objetivos concretos (la tramitación parlamentaria del acuerdo y la consulta popular). Cuestión distinta sería el resultado del referéndum: el acuerdo es hoy tóxico para muchos británicos.
No es un camino de éxito garantizado. Los Comunes han negado en dos ocasiones la posibilidad de otro referéndum sobre el Brexit. Para May es un balón envenenado: entregaría una victoria al Laborismo y nada le garantizaría una victoria en las urnas.
3) Aplazamiento hasta 2020
La opción más atractiva para May y la que seguramente negocie en Bruselas a partir de mañana.
Convencidos de la escasa conveniencia de un "no deal", tanto Reino Unido como la UE acordarían retrasar la ejecución del Artículo 50 por 21 meses. El objetivo: limar los detalles más controvertidos del Acuerdo de Salida y llegar a alguna clase de nuevo consenso sobre la frontera de Irlanda del Norte. Permitiría a May ganar tiempo, redoblar la presión sobre su partido y obtener, quizá, un mejor documento.
¿Posibilidades? Es incierto qué beneficio puede obtener la Unión Europea de un aplazamiento semejante. Los motivos son variados. El primero es la volatilidad política del Reino Unido: nada asegura que tras otros dos años de negociaciones la Cámara de los Comunes apruebe el acuerdo. Hay poca voluntad política en Bruselas para entregar un cheque en blanco a May, muy comprometida en Londres.
Sería la vía más sencilla para May, pero tendría que estar atada a condiciones concretas y a objetivos muy claros para que los gobiernos europeos pudieran aceptarlo políticamente. El mismo problema del punto 1: obligaría a celebrar elecciones europeas en mayo.
4) Reino Unido rescinde el Artículo 50
El botón nuclear de Theresa May.
Descartado el adelanto electoral, cerrada la vía a un segundo referéndum y dubitativa sobre la posición de Bruselas, Theresa May tomaría la única decisión unilateral que tiene a su alcance: retirar el Artículo 50. Esto implicaría suspender indefinidamente el Brexit, convocar elecciones europeas el próximo mes de mayo y reiniciar el proceso de salida por completo. Hasta el punto de anularlo.
Es una vía extremadamente improbable. Por un lado, May ya no tiene esa disfruta de esa clase de autonomía: el proceso de salida de la Unión Europea está controlado ahora mismo por la Cámara de los Comunes, no por su gobierno. Por otro, sería una decisión muy impopular e inaceptable para el núcleo duro brexiteer. Las consecuencias políticas dentro de Reino Unido serían impredecibles.
¿Por qué no se puede descartar? Reino Unido tiene hasta el minuto previo al 29 de marzo para rescindir el Artículo 50. Si no alcanzara acuerdo alguno con Bruselas sobre las condiciones de una extensión del Brexit, el pánico del "no deal" podría apoderarse de la clase política. Ante la posibilidad de una ruptura caótica y un reinicio total del proceso, los Comunes podrían tomar una decisión desesperada.
5) "No deal"
La opción por defecto.
Da igual que haya sido rechazada por la Cámara de los Comunes, que la Unión Europea haya mostrado su interés en evitarla a cualquier precio y que todos los análisis prevean un cataclismo en caso de su activación. El "no deal", el Brexit sin acuerdo, sigue siendo la opción por defecto si todo falla. Si no hay consenso entre los parlamentarios británicos. Si Bruselas no acepta un aplazamiento incierto.
Si los cuatro escenarios previos fallan, si la parálisis y la imposibilidad de llegar a cualquier tipo de pacto tanto en Londres como en Bruselas prevalecen, la ruptura entre Reino Unido y la Unión Europea sería explosiva y caótica. Los políticos comunitarios no la desean, pero han afirmado en más de una ocasión estar preparados para un "no deal". Para muchos brexiteers, es mejor que opciones intermedias.
Es decir, el riesgo está ahí. Y si hay una lección a extraer del Brexit, es que todo lo que pueda salir mal, probablemente, saldrá mal.
Imagen: Tim Ireland/AP
Ver todos los comentarios en https://www.xataka.com
VER 0 Comentario