Si alguna vez te has preguntado el motivo por el que la mayoría de perros tienen los ojos marrones con un iris tan grande, debes saber que los humanos tenemos gran parte de responsabilidad. Y es que, un estudio reciente de la Royal Society afirma que la domesticación tuvo un papel esencial en este proceso: fuimos seleccionando durante siglos a los perros con ojos marrones por nuestra comodidad.
O eso afirma un reciente estudio.
Han tenido tiempo. Cuando hablamos de evolución, debemos hacernos a la idea de que es un proceso que requiere mucho, muchísimo tiempo. Esa evolución suele producirse de manera natural cuando una especie se adapta a las condiciones de vida de su medio para lograr sobrevivir. Los ejemplares más fuertes son los que prevalecen gracias a alguna característica genética y, a medida que esos ejemplares se reproduzcan, se irá produciendo la recomposición morfológica en los nuevos especímenes. Como decimos, es un proceso largo, pero los perros han tenido tiempo de evolucionar a nuestro lado, ya que se estima que fueron domesticados en algún punto entre hace 50.000 y 15.000 años.
El amarillo no es tan amistoso. En un inicio, perros y lobos no estaban tan lejos en la línea evolutiva, pero en algún momento, hace decenas de miles de años, se separaron y los perros empezaron a acercarse más a los humanos. El "problema" es que los ojos de aquellos protoperros podían seguir siendo amenazadores. Si nos fijamos en los lobos actuales, suelen tener colores fríos como el amarillo o el azul, donde se distingue perfectamente el iris y la pupila, que pueden utilizar para señalizar e intimidar al fijar su mirada en una posible presa. Es por eso que, con el tiempo y con el afán de que la mirada de aquellos primeros perros domésticos fuera menos amenazante, los humanos empezaron a intervenir en la genética.
Los guisantes de Mendel. Uno de los grandes aportes de George Mendel a la biología fue lo fácil que es entender la genética y los rasgos dominantes con su experimento de los guisantes. Cruzando variedades de plantas de guisante altas y bajas, descubrió que la mayoría de veces el resultado eran cepas altas. Esto ocurría porque hay factores hereditarios que, dependiendo de su combinación, se activan y, además, hay genes más o menos dominantes. Echando una mano a la evolución, los humanos empezaron a cruzar perros con los rasgos oculares deseados para que se impusiera ese color oscuro frente al claro y, por tanto, la mirada de nuestros nuevos mejores amigos no fuera tan severa como la de un lobo.
El gato de ‘Shrek’. Algo que seguro que no te imaginabas es que los ojitos del gato de 'Shrek' tenían mucho que ver con nuestra predilección sobre los ojos oscuros en los perros. Tanto en lobos como en perros, la esclerótica -la zona blanca del ojo- no se suele ver. Es algo que también ocurre en otros muchos animales, como los gatos. Y, precisamente, con el color oscuro del iris parece que la pupila está mucho más dilatada cuando nos mira de lo que realmente está. Los bebes humanos tienen pupilas más grandes que las de los humanos y unas pupilas dilatadas se asocian con la amistad. Por tanto, y según los investigadores, a lo largo de los siglos fuimos moldeando el color de las mismas para hacer que la mirada de los perros fuera más amigable y cálida.
El estudio de Konno. Para este estudio, el equipo de Akitsugu Konno (científico del comportamiento en la Universidad de Ciencias de Teikyo, Japón) editaron fotografías de 33 perros de diferentes razas (desde algunos más domésticos y otros más cercanos al logo). En el proceso, aclararon y oscurecieron sus ojos, dependiendo del caso, y se mostraron las imágenes a una muestra de 142 voluntarios, principalmente estudiantes. Se pidió que clasificaran a cada perro según lo amables, agresivos, maduros o inteligentes que les parecían, y la mayoría afirmó que los perros con ojos oscuros eran más amigables y más parecidos a cachorros.
Hay flecos. Sin embargo, como en cada estudio, hay otras voces que se alzan para señalar posibles huecos. Molly Selba, anatomista en la Universidad de Maryland Eastern Shore, afirma que "tiene sentido que el color de ojos sea sólo algo más en lo que los humanos hemos dejado nuestra huella". Sin embargo, también afirma que le habría gustado que la muestra fuera mayor y que se aplicara el análisis a las 350 razas, aproximadamente, que existen. Además, también habría sido interesante comprobar si los perros con ojos oscuros son adoptados más rápidamente que los que tienen ojos claros.
Jessica Hekman, veterinaria y genetista canina de la organización sin ánimo de lucro Functional Dog Collaborative también considera que el estudio es convincente, pero no arroja luz sobre si este proceso se empezó a realizar hace decenas de miles de años o si se trata de un proceso más reciente (en los últimos cientos de años) por parte de los criadores.
Los ojos son el reflejo del alma. Si bien el color de los ojos no necesita 20.000 años para cambiar de forma mayoritaria (se estima que el 90% de los perros del planeta tienen los ojos oscuros), lo que sí necesita un mayor periodo de adaptación es la creación de nuevos músculos. En un estudio de la Universidad de Portsmouth, los investigadores afirmaron que los perros desarrollaron un músculo específicamente para levantar la ceja interna. Comparando las reacciones de un perro y un lobo a la interacción con un humano, se observó que los primeros levantaban las cejas mucho más que sus parientes lejanos.
Cuando el perro levantaba las cejas de esta forma, creaba en el humano un deseo de "cuidarlo" y era más fácil que los viésemos con rasgos más humanos, potenciando esto mediante la herencia genética. Además, el estudio del Dr. Kaminski mostró que los perros de estudio movían las cejas muchas más veces cuando los humanos estaban mirándolos. Pero la mayor prueba es la que comenta Anne Burrows, coautora del estudio:
"El movimiento de elevación de las cejas internas en los perros es impulsado por un músculo que no existe consistentemente en su pariente vivo más cercano, el lobo".
No sólo impactamos en los ojos. Mientras que en los perros es un músculo formado, los lobos tienen en esa zona un grupo de fibras escaso e irregular. El problema es que se trata de unos músculos muy delgados y es algo que no suele permanecer en los fósiles con miles de años, por tanto, es complicado saber en qué punto comenzaron los perros a desarrollar ese músculo. Lo que sí sabemos es que, con la domesticación, los perros fueron dejando atrás los hocicos largos y los caninos muy pronunciados debido a que ya no eran herramientas tan necesarias en la vida doméstica y a los cambios de dieta.
Imagen | Alejandro Alcolea para Xataka
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