La invasión rusa de Ucrania ha puesto patas arriba el precio del barril de petróleo. Hasta el punto que nos encontramos al borde de una crisis energética sin precedentes. Ahora existe una creciente ansiedad de que Europa se quede sin diésel teniendo en cuenta que el continente solo tiene un suministro de alrededor de 40 días en sus reservas. Alarmados por lo que viene, los comerciantes están pagando grandes primas para obtener los suministros disponibles ahora en lugar de esperar.
De todos los derivados del petróleo, el gasóleo es el que más puede hacer descarrilar nuestra economía por su uso en el transporte y la calefacción.
No es sólo cosa de la guerra. La delicada situación de abastecimiento no se debe únicamente a la contienda en Ucrania. Las tensiones ya existían antes de la invasión rusa, con unos stocks bajísimos en China, Estados Unidos y Europa a consecuencia de la apresurada aceleración de la economía tras dos años de pandemia. Tanto, que en 2021 China introdujo un racionamiento para los camiones, con un límite de 100 litros al día.
Las reservas estadounidenses de gasóleo están en su nivel más bajo de los últimos 14 años. Europa, con la guerra en Ucrania, se ha quedado sin gasóleo ruso. De los 1,4 millones de barriles diarios importados por la UE en 2019, la mitad (685.000 barriles), procedían de Rusia. Otra buena parte viene de las refinerías de Arabia Saudí (285.000 barriles).
Sin embargo… en la situación actual. Hay que dejar claro que históricamente, Europa ha importado alrededor del 20% de Rusia. Pero ahora las compañías petroleras europeas están evitando los suministros de petróleo del país a medida que el conflicto se prolonga por segundo mes y, en cambio, buscan envíos desde lugares más remotos y poco corrientes como Oriente Medio, Asia o EEUU. Cabe decir que incluso Shell Plc, BP Plc o TotalEnergies SE ya están restringiendo las entregas en Alemania.
Las empresas, incluido Trafigura Group, han advertido que algunos lugares podrían agotarse. Incluso se habla de una prohibición total de comprar.
Los datos. Para tener una idea de qué tan grave es realmente el problema y qué tan rápido podrían agotarse las existencias, hay que observar las cifras. Había 247,4 millones de barriles de destilados medios (la categoría de combustible que cuenta con el diésel como su mayor componente), almacenados en países europeos en enero, según la Agencia Internacional de Energía. Eso es suficiente para unos 40 días de demanda, incluso si la región no produjo ni importó barriles adicionales de combustible.
Los países europeos seguirán produciendo diésel e importándolo de sus fuentes tradicionales no rusas. La velocidad a la que se agoten las reservas dependerá de su éxito en la sustitución de los suministros que provienen de Rusia. ¿Cuánto durarán?
Cada país, una necesidad diferente. Sin embargo, esas reservas no están distribuidas uniformemente y las dificultades aparecerán antes en algunos lugares que en otros. Mientras que Finlandia y Dinamarca tienen suficientes inventarios privados y controlados por el gobierno para mantener la industria en funcionamiento durante más de seis meses, Reino Unido y Noruega tienen para poco más de 30 días.
Antes de la pandemia, Reino Unido dependía de las importaciones para satisfacer la mitad de su demanda de destilados medios, y un tercio de esos suministros provenían de Rusia, según datos de Eurostat. El país tendrá que encontrar fuentes alternativas para unos 100.000 barriles diarios de diésel si quiere evitar consumir sus reservas.
Los que tenían más independencia de Rusia lo tienen mejor. A los países, o regiones dentro de países, que tradicionalmente dependen de suministros no rusos, ya sea de crudo para sus refinerías o de combustible diésel, les irá mejor que a aquellos que tienen fuertes lazos con Moscú. El mayor consumidor de diésel de Europa, Alemania, es un ejemplo de ello.
La parte sur del país está unida al Mar Mediterráneo por oleoductos de crudo desde Marsella en Francia y Trieste en Italia que alimentan sus refinerías en Karlsruhe, Vohburg-Ingolstadt y Burghausen. Es decir, es relativamente independiente de los suministros rusos. Igualmente, el oeste del país está conectado a los puertos de Rotterdam y Wilhelmshaven, lo que le brinda cierta protección contra cualquier sanción.
La parte oriental lo tiene negro. Alemania oriental, donde las refinerías procesan predominantemente crudo ruso, enfrentaría la mayor presión si se detuviera el flujo de ese petróleo. Las reservas de emergencia de Alemania se distribuyen en el territorio de la República Federal de tal manera que en cada una de las cinco regiones de suministro definidas hay al menos 15 días de existencias de acceso inmediato. Esas reservas se agotarían mucho más rápidamente en el este que en el sur.
Lo mismo ocurrirá en otras partes del continente. Una fuerte dependencia del crudo ruso hará que las refinerías en la República Checa, Polonia, Eslovaquia y Hungría sean relativamente vulnerables a cualquier corte de suministro o restricciones a la compra. Eso podría tener un efecto dominó rápidamente en los suministros de diésel. Los precios también podrían hacer gran parte del trabajo mucho antes de que haya escasez de materiales, aumentando a niveles que destruyan la demanda.
Imagen: Unsplash
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