Si el dinero no da la felicidad, al menos la hace más fácil. Sé que es un tema polémico y sobre el que se han vertido ríos de tinta durante los últimos cientos de años. Pero tenemos una enorme cantidad de evidencia científica que conforma la relación positiva entre los ingresos y el bienestar subjetivo.
Lo que no sabemos es cuál es la naturaleza exacta de esa relación. Es decir, ¿la felicidad aumenta indefinidamente con el ingreso o hay un punto en el que “nos saciamos” y aumentar los ingresos ya no conduce a un mayor bienestar?
El mapa económico hacia la felicidad
Muchos estudios han investigado esta relación examinado el impacto de los ingresos con dos factores fundamentales: la evaluación subjetiva de la propia vida y el bienestar psicológico (tanto positivo como negativo). Esta relación se ve muy clara cuando hablamos de personas de bajos ingresos, pero a medida en que aumentan la relación se hace más compleja y llega a desaparecer.
Hasta el momento, el estudio más completo que teníamos decía que, de media, bastaba con unos 75.000 dólares anuales para “saciarnos”. Es decir, que esa cantidad era el tope más allá del cual el dinero no nos hacía más felices. El estudio tenía ciertas limitaciones: la primera es que, por los datos que usaba, la estimación poco preciso en la cantidad de dinero (y técnicamente, la horquilla estaba entre 60.000 a 120.000 dólares); la segunda es que se limitaba a estudiar el caso estadounidense. Un caso lleno de particularidades.
Ante esto, Andrew T. Jebb y su equipo de la Universidad de Purdue se dieron cuenta de que, para estudiar el tema en profundidad debían recurrir a una base de datos mucho más grande (global, si era posible) y, de esa forma, descontar todos los efectos sociales y culturales. Así que recurrieron a la Gallup World Poll, una muestra representativa de casi 2 millones de personas repartidas por 164 países el mundo.
La felicidad vale 95.000 dólares al año
Los datos son muy curiosos: a nivel mundial a partir de 95.000 dólares al año la 'evaluación de la vida' no mejora. Los investigadores descubrieron que la media no subía más de 7.58 sobre una escala de 11 puntos. De la misma forma, el límite en cuanto bienestar emocional es de 60.000 dólares para la puntuación máxima de emociones positivas y 75.000 dólares para las puntuaciones mínimas de emociones negativas.
Como es razonable, esto cambia entre países y regiones del mundo. La “saciedad” se produce más tarde en regiones ricas. En Europa occidental, América del Norte, Australia, Nueva Zelanda, Japón, Corea y la zona del Golfo la cifra tope de “evaluación de la vida” superaba los 100.000 dólares. En otras zonas como los Balcanes, Europa del Este, el Sudeste asiástico, América latina o el África subsahariana las cifras estaban entre los 70.000 y los 35.000 dólares.
Los datos cambian también dentro de los países (entre zonas urbanas y rurales, por ejemplo), pero lo que más sorprendió a los investigadores fue lo bajo que podía ser llegar el umbral. En algunos sitios, con 40.000 dólares anuales se toca el suelo de emociones negativas. Esto da una idea de la verdadera relación entre el dinero y la felicidad: una relación en la que el dinero es la base que nos permite tener (lo que creemos que es) una vida buena. Más allá de eso, nos aporta poco.