Ha identificado a dos grafiteros tras gastarse 200.000 euros en siete meses en limpieza
El problema se extiende más allá de las ciudades: a Renfe las pintadas le costaron 25 millones en un año
San Sebastián de los Reyes está harto. De pintadas, de aerosoles, de la frustración de los comerciantes y vecinos que descubren sus fachadas garabateadas por las mañanas y también, por supuesto, de dedicar cientos de miles de euros de las arcas públicas a la limpieza de paredes. De ahí que las autoridades de este municipio madrileño de 92.700 habitantes hayan decidido declararle la guerra a quienes se dedican a plasmar su arte donde nadie se lo ha pedido ni permitido. Y no le va mal en su cruzada "anti grafiti".
En cuestión de días la policía ha cazado allí a dos prolíficos grafiteros a los que ahora quiere dar un castigo ejemplar. Les pedirá cuentas tanto por la vía administrativa como la penal. Al fin y al cabo entre ambos suman más de 250 pintadas.
Guerra al aerosol. Hace unas semanas el Ayuntamiento de San Sebastián de los Reyes sacaba pecho por cómo le va en su lucha contra los grafiteros del municipio. No sin razón. En cuestión de días ha cazado a dos particularmente prolíficos. Primero sorprendió in fraganti a un joven que se dedicaba a estampar su firma, 'Roco', en las paredes del municipio. Y poco después echaba el guante a otro que se dedicaba a hacer exactamente lo mismo con su propio rúbrica, que podía variar entre 'Kdys', 'Kdis' y 'Kdes'.
La noticia podría no haber pasado de las páginas locales de sucesos si no fuera porque entre ambos suman la friolera de más de 250 pintadas —según cálculos de la policía— y lo de las pintadas en muros y fachadas supone un enorme quebradero de cabeza para el Ayuntamiento. Enorme y carísimo, para ser más precisos.
Una factura de 200.000 euros. No hay nada más elocuente que un buen dato. Y el Ayuntamiento de San Sebastián de los Reyes deja dos que ayudan a entender hasta qué punto suponen un problema de orden público los grafitis. El País recoge que solo durante los últimos siete meses el consistorio madrileño ha gastado cerca de 200.000 euros en la limpieza de pintadas, lo que no está nada mal si se tiene en cuenta que los presupuestos municipales aprobados en febrero de 2022, por ejemplo, ascendían a 127 millones.
El otro dato lo desliza también El País y nos habla de cómo de grande es la huella urbana de los grafitis. Desde julio de 2023 la Concejalía de Seguridad habría limpiado cerca de 919 metros cuadrados. Las tarifas del borrado de firmas varían de una empresa a otra, pero muestran una tabla de precios que andan entre los 15 o 21 euros el metro cuadrado a otros que se elevan a 70. La factura depende de cuestiones como el tamaño del grafiti, dónde esté situado, qué pintura se haya usado o el material de la fachada.
En vez de museos, juzgados. San Sebastián de los Reyes no solo ha presumido en redes de haber "desenmascarado" a dos grafiteros. En su mismo mensaje de X hacía gala del castigo que plantea aplicarles, tanto por la vía administrativa como la penal. Un perito judicial se estaría encargando ya de cotejar las diferentes firmas que han ido apareciendo en el municipio para demostrar que son obra de 'Roco' y 'Kdys'. En el proceso se fijará en cuestiones como el tipo de diseño, cómo se ha pintado o con qué presión. Su dictamen será fundamental para la deliberación del juez y, llegado el caso, la condena que deberán asumir los grafiteros.
Que la policía del municipio al fin haya puesto cara a 'Roco' y 'Kdys' no es casualidad, ni fruto únicamente de la fortuna. Su concejal de Seguridad habla de una "estrategia integral" desplegada por el Consistorio que se ha apoyado, entre otras claves, en el uso de cámaras, el control de las zonas más afectadas por los espray y una pauta bien calculada: borrar pintadas para provocar "un efecto llamada" y esperar a que sus autores u otros grafiteros acudieran a reemplazarlas.
Endureciendo las sanciones. Hay más datos para la reflexión. Durante el primer semestre de 2019 el Ayuntamiento de Madrid calculaba que había realizado 36.706 labores de limpieza. Durante el mismo período de 2017 la carga de trabajo había sido bastante menor, de 19.641. Con ese telón de fondo, a finales de 2022 la capital aprobó una nueva ordenanza de limpieza que endurecía las sanciones para quienes se dedicasen a dejar “pintadas vandálicas” por la ciudad.
"Las sanciones por grafitear cualquier superficie de la capital partirán de un importe mínimo de 2.000 euros hasta llegar a 3.000. Ahora, la sanción leve […] es de 600", añadía el Consistorio. En caso de reincidencia la norma prevé multas mayores, de 6.000.
El arte más caro. San Sebastián es noticia por los éxitos recientes de su cruzada contra los grafitis, pero no supone un caso aislado ni desde luego es la única localidad española que se enfrenta al desafío de las pintadas urbanas. Tampoco sus arcas son las únicas de las que salen ingentes sumas de dinero para limpieza. En 2018 el Consistorio de Madrid estimaba que un tercio de los 236,9 millones de euros presupuestados por entonces para el aseo de las calles se dedicaba a eliminar pintadas. Las mismas fuentes explicaban a La Información que borrar cada pintada o grafiti de las vías públicas de la capital costaba, de media, 2.000 euros.
Un arte sin fronteras. Lo de los grafitis, las jaquecas para los ayuntamientos y las inversiones abultadas en su limpieza no es de nuevo algo exclusivo de la comunidad de Madrid. Si el arte no tiene fronteras, los grafitis no son una excepción. Hace unos días Barcelona anunciaba más personal para la limpieza de pintadas, con una inversión de 16 millones de euros entre 2024 y 2025.
Otras ciudades del país, como Bilbao, Málaga, Valencia o Zaragoza, por citar solo cuatro grandes metrópolis, se han visto obligados a lidiar con las pintadas. Con el gasto público consecuente. Incluso Renfe se quejaba hace poco de que en 2023 los vándalos habían pintado una superficie equivalente a 80.000 m2 en sus trenes. "El vandalismo grafitero en los trenes de Renfe genera un coste a la ciudadanía de más de 25 millones de euros", denunciaba la operadora ferroviaria, que en 2018 calculaba que en cuestión de siete años y medio se había gastado 77 millones en hacer desaparecer pintadas. En otros países también suponen un reto.
El debate de fondo. De fondo hay un debate clave: los límites entre el arte y el vandalismo, qué se puede considerar arte urbano y qué garabatos que ensucian y deterioran las ciudades. "Es un poco faena porque das una imagen que no corresponde con la que quieres dar a tus clientes", confesaba hace poco a El País el dueño de un negocio de San Sebastián afectado por los grafitis: "Tampoco es algo que digas ‘qué arte’, solo es vandalismo".
Desde hace años hay consistorios, como el de Vigo, que impulsan grandes murales en fachadas, muros, taludes, medianeras, escaleras y demás espacios visibles repartidos por la ciudad, aunque siempre de forma organizada, estudiando antes a los artistas, las propuestas y las superficies sobre las que actuarán. Su objetivo: reivindicar el arte urbano. Y plantearlo de tal forma que sean las instituciones quienes puedan fomentarlo en vez de borrarlo.
Imagen | Jorge Franganillo (Flickr)
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