Academia.edu, la red social enfocada al mundo académico en la que científicos, investigadores y estudiantes comparten abiertamente sus publicaciones, ha alcanzado un éxito considerable desde su lanzamiento en el 2008. Después de haber levantado más de 17 millones de dólares en varias rondas de financiación de inversores de la talla de Mark Shuttleworth (Ubuntu) o Ruppert Pennant-Rea (The Economist), la plataforma tiene a día de hoy cerca de 64 millones de usuarios y más de 21 millones de papers subidos.
Gran parte del éxito de Academia.edu se debe a su inscripción dentro del open-access, el movimiento que aboga por que la producción científica esté disponible de forma abierta, gratuita e inmediata para cualquier usuario. La plataforma, que es usada tanto por científicos consolidados como por estudiantes de grado y postgrado, permite a los académicos crear un perfil profesional en el que agrupar toda su producción científica y conseguir más difusión, además de conectar con colegas de la misma disciplina.
¿Una empresa que apoya la filosofía open-access?
A priori, Academia.edu encaja dentro del modelo open-access en el que lleva años autoinscribiéndose. La plataforma es, sin duda alguna, una de las entidades responsables de acercar la ciencia al gran público. La red social, además, documenta que los papers subidos a la plataforma obtienen más citas en la literatura científica que los que solo están en plataformas de pago. Pero el acceso a los papers en la plataforma no es completamente libre e inmediato. Antes de poder acceder a cualquier artículo, debemos estar identificados como usuarios. La plataforma pierde prácticamente toda su usabilidad si no nos registramos, quizá la razón mayoritaria del altísimo número de usuarios registrados.
De hecho, a Academia.edu le interesa conseguir usuarios registrados. A pesar de que el dominio .edu sugiera lo contrario, la red social no está relacionada con ninguna institución educativa. El dominio se registró en 1999, antes de que los .edu se reservasen para universidades y otros organismos educativos de Estados Unidos. Academia.edu es una empresa con ánimo de lucro, una start up que aún no ha encontrado su modelo de negocio y a la que no le importa pervertir las reglas del open-access o enfadar a la comunidad científica.
Enfadando a tus usuarios por buscar un modelo de negocio
En una entrevista con Scientific American, el CEO Richard Price declaró que el objetivo último de la empresa es crear un algoritmo para vender análisis de tendencias de investigación científica a empresas de I+D. Zach Foster, jefe de producto, quizá sin darse cuenta de poner en duda si la compañía tiene su propio rumbo claro, aclara a Magnet que ese modelo nunca ha pasado a ser más que una idea comentada por su CEO en una entrevista y que sus modelos de negocio son otros. Y así es; la red social, en su intento por al menos cubrir los costes de operación, ha probado varias soluciones que no se han librado de polémica.
En enero de 2016, Adnan Akil, el antiguo jefe de producto de la compañía, contactó personalmente a varios académicos preguntándoles qué les parecería si Academia.edu les permitiese pagar una pequeña cantidad para que sus artículos apareciesen como “recomendados” en la plataforma. A pesar de que solo se contactó a un número muy reducido de académicos, la historia pronto se volvió viral en Twitter y muchos promovieron el hashtag #DeleteAcademiaEdu como protesta, adjuntando capturas de cuentas desactivadas. La genial idea del antiguo jefe de producto, claro, nunca se llevó a cabo.
Solo unos meses después, la empresa empezó a usar la plataforma de anuncios de Google Adsense, mostrando anuncios solo a aquellos usuarios que no estuviesen identificados en un nuevo intento de cubrir gastos. Finalmente, además de vender anuncios de ofertas de trabajo en instituciones académicas, entre finales de 2016 y principios de 2017 la empresa lanzó un modelo de suscripción premium totalmente opuesto al open-access que limita una buena parte de las funcionalidades que hasta entonces ofrecía de forma gratuita:
If searching full text via search engine no longer works without paying, then https://t.co/4oINq9mfPE will indeed have become useless. https://t.co/fLnhmIxlB3
— Melanie Swalwell (@melswal) 29 de abril de 2017
Una función tan básica para un repositorio científico como la búsqueda queda limitada considerablemente: sin ser usuarios premium, no podemos realizar búsquedas en los textos completos de los artículos subidos a la plataforma; solamente en los títulos. Otras funciones, como las analíticas de las descargas de tus artículos, las visitas a tu perfil o los avisos de referencias a tus publicaciones en los trabajos de otros académicos también quedan reservadas para los usuarios de pago.
"Tu nombre ha sido mencionado por un autor muy conocido": mails al borde del engaño
A los académicos e investigadores les interesa estar al tanto de cualquier referencia a sus publicaciones científicas de algún colega de disciplina. Es por ello que la función “Mentions” (Menciones) de Academia.edu es bastante interesante, al menos a priori. La plataforma, sin embargo, lleva más de un año intentando explotar esta función como atractivo para conseguir suscripciones de una manera tan agresiva como, hasta que el servicio mejore, engañosa.
Academia.edu envía por defecto alertas por email cada vez que “encuentra” una mención a tu nombre en un paper subido a la plataforma. Los emails de alerta que envían tienen varios formatos: algunos incluso hacen referencia a tu actividad en la plataforma o a perfiles a los que sigues para aportar credibilidad. Todas las alertas muestran un texto que dice que «el nombre “[Nombre Apellido1 Apellido2]” ha sido mencionado en un paper». Es decir, que ha habido un match absoluto de tu nombre. Junto al texto, un botón para “ver la mención” que en realidad es un enlace que nos lleva a suscribirnos como usuarios premium.
Desde marzo de 2017, el que escribe estas líneas ha recibido 63 emails de alerta por menciones, 3 en los últimos dos días, muchas de ellas repetidas. Nuestro perfil de Academia.edu dice que hay 532 menciones a nuestro nombre en publicaciones subidas a la plataforma. No tenemos ninguna publicación científica: solo alguna publicación de divulgación. Nos extraña mucho, pero, tras meses ignorando los emails de alerta, nos decidimos a pagar los más de 7€ que pide Academia.edu por su suscripción mensual para ver qué hay detrás de esas 532 “menciones”.
¿El resultado? Ni una sola de las 532 menciones es verdadera. Academia.edu asigna menciones a prácticamente lo que le da la gana, aunque el nombre de la mención sea totalmente diferente al tuyo, y, ni mucho menos cuenta solo como menciones los matches absolutos de tu nombre, como da a entender en los emails de alerta.
La plataforma nos avisa de menciones tan dispares como “Cordón Pozo, E” o “E. Pozo-Guisado”. Muchas veces mezcla varios nombres (“Lara Cervera Pozo, Enrique Luis Domínguez Berenjeno”.) e incluso reconoce menciones donde ni siquiera hay nombres, como en el sintagma gallego “cisterna e pozo” o este fragmento que el reconocimiento óptico de caracteres (OCR) no procesa nada bien: “prest ar at ención a est e pozo de ciencia”.
Cuando preguntamos al CEO Richard Price sobre la dudosa fiabilidad de esta función, este nos redirige al jefe de producto, quien asegura que “parte del atractivo de Menciones es precisamente ese: encontrar referencias no sólo con cita completa, sino también en conference papers, tesis, posts en blogs, borradores. Otras plataformas no son capaces de encontrar este tipo de menciones, las ignoran, aunque eso también significa encontrar más referencias potencialmente erróneas”.
Foster reconoce que son conscientes de que el algoritmo de Menciones es problemático y que actualmente tienen “un equipo trabajando en mejorarlo” y que “por ello” tienen una política de devoluciones en los que se devuelve el dinero al usuario sin pedir explicación alguna en los 30 días posteriores a la compra:
"Hemos añadido la funcionalidad para permitir a los académicos ajustar el nombre por el que quieren buscar. Por ejemplo, para que el algoritmo encontrase menciones diferenciadas entre "Zach Foster" o "Zachary Foster". Aun así, personas con nombres muy comunes, o que tienen otros significados (como Pozo), encuentran de manera habitual falsas menciones positivas, que estamos tratando de resolver".
¿El futuro de Academia.edu?
Una plataforma que en sus primeros años de lanzamiento fue recibida con los brazos abiertos por la comunidad científica ve ahora cómo algunas de sus formas de monetización contrarias al open-access por el que tanto aboga la están poniendo contra su público natural.
Kathleen Fitzpatrick, directora del grupo de investigación en humanidades digitales de la Michigan State University, escribía que la idea de que Academia.edu sea una puntocom con ánimo de lucro respaldada por capital riesgo condiciona el futuro de la plataforma. “En algún momento, les presionarán para alcanzar la rentabilidad. De lo contrario, tendrán que desmantelar la empresa y venderla por partes o cesar operaciones”. Por ello, desde el mundo académico ya hay voces que recomiendan que cierres tu cuenta, que no regales el esfuerzo de tu trabajo a la plataforma o que al menos no dependas de ellos para almacenar tus publicaciones a largo plazo.