La acusación de violación de Kobe Bryant y cómo se está complicando recordar a las personas ilustres

Estamos ante el ejemplo perfecto de cómo se va a ir convirtiendo cada vez más difícil nuestra forma de procesar las muertes de personas queridas por el público.

El pasado domingo Kobe Bryant, junto con su hija y varios allegados, murió estrellándose en un accidente de helicóptero. Se iba así demasiado pronto el recién retirado jugador de baloncesto, uno de los atletas más importantes de las últimas décadas a nivel mundial. Las redes se llenaron de panegíricos sobre la estrella, todos recordando su carrera, algunos su faceta benéfica, también otros su fuerte implicación como padre y amigo.

Escena siguiente: una periodista del Washington Post es despedida por su actividad en Twitter horas después de lo sucedido. Aunque no ha quedado completamente claro por qué no sentó bien su intervención de cara al periódico (las versiones sobre cuál fue el comportamiento inapropiado difieren), sí sabemos qué lo detonó todo: Felicia Sonmez, la periodista política, compartió un post de 2016 de The Daily Beast que narraba la acusación por violación que afrontó el jugador en 2003 y que se resolvió de forma extrajudicial.

En qué consistió la acusación de violación contra Kobe Bryant

Según ambas partes, Kobe invitó a su habitación del hotel a una empleada del mismo de 19 años. Ambos se besaron y entonces él quiso ir a mayores.

A partir de este punto las versiones se contradicen. Ella dijo que el jugador le violó a pesar de que ella había dicho que no varias veces. Él primero aseguró que no tuvieron sexo, pero cuando la policía reveló que había ADN del jugador en la vagina de la chica (también se probó que había sangre en la ropa interior de la joven y en la camiseta del acusado) cambió su versión asegurando que el sexo había sido consentido. Los funcionarios hicieron pasar a la mujer por el detector de mentiras y le aplicaron el kit de violaciones. Según los enfermeros, la chica llegó al centro médico con signos de violencia vaginal que no encajaban con el sexo consensuado y sí con un "trauma genital".

Tras diez meses de pelea, la joven decidió no proseguir con la denuncia criminal, lo que hizo que los fiscales abandonasen el caso.

Al poco tiempo el equipo de Bryant y el de la presunta víctima llegaron a un acuerdo del que no se conoció el resultado, pero por el que según Los Angeles Times Bryant habría accedido a una compensación económica cuya cuantía final no trascendió a los medios. Es decir, oficialmente se mantuvo la inocencia de Bryant en todo este asunto. Eso sí, según los abogados de Bryant la razón por la que la mujer se decantó por retirar los cargos penales fue que el jugador escribiese una carta de disculpas en la que dijo lo siguiente:

Aunque creo de verdad que este encuentro entre nosotros fue consensual, reconozco ahora que ella no lo vio de esta manera ni considera este incidente de la misma forma en que yo lo hice. Después de meses revisando el caso, escuchando a su abogado e incluso oyendo su testimonio en persona, ahora entiendo cómo se siente que ella y que no dio su consentimiento a este encuentro.

Cómo ha envejecido este capítulo en la vida del baloncestista

A la derecha, Kobe Bryant en 2003.

En ese período el de los Lakers pudo seguir jugando y viendo desarrollar su carrera sin serios contratiempos salvo la pérdida de algunos sponsors, como McDonalds y Coca-Cola, que volvieron cuando se cerró la demanda civil. También muchos años después un festival de cine de animación decidió declinar su participación en el jurado por motivos morales refiriéndose a este episodio. Fue un desprecio aislado: Bryant terminó ganando un Oscar de la Academia de Hollywood por un corto de animación en 2018 en una gala caracterizada por los discursos sobre el #MeToo.

Ayer se han ido sumando voces de lectores que reprochan a los medios no haberles informado de este percance de la biografía del jugador hasta que ha saltado ahora el escándalo de la periodista despedida, con lo que se puede asumir que no era uno de los puntos más conocidos de su historia para el público general. En la prensa española la única referencia al acontecimiento de entre los casi 20 artículos en El País dedicados a Bryant en estos dos días habla de la acusación como un "momento crítico" a superar en la vida en pareja. En Clarín se saltan el relato jurídico y hablan de ello como mera infidelidad hacia su esposa.

Pese a todo, puede verse el contraste entre aquella época y la presente sólo con la forma en que la prensa y la comunidad trató la historia de la chica. Según cifras de ThinkProgress.org, de los 156 artículos publicados sobre la acusación de violación el 42% de ellos apoyaban la tesis de que ella mentía; el 31% que, aunque ella no pidió tener sexo explícitamente, seguramente era lo que quería que hubiese sucedido; un 17% que Bryant no es ese tipo de persona y apenas un 1% que el jugador probablemente no escuchó el “no”.

Es un tratamiento de los hechos que, en vista de recientes acusaciones como la de Harvey Weinstein o Kevin Spacey, no sería hoy tan opinativo por parte de los medios, dando al menos el beneficio de la duda sobre lo sucedido. Aunque tampoco hay que creer que las trayectorias de los acusados de hoy quedan en entredicho ni siempre se cree a las acusadoras, como vemos que ha ocurrido con la denuncia por abusos sexuales contra Cristiano Ronaldo.

En cuanto a la audiencia, y según ThinkProgress.org, sólo un 5% de los lectores y espectadores encuestados hablaron positivamente de la víctima, mientras que la abrumadora mayoría basculaban entre sostener que la mujer mentía o alabar lo buena persona que era el deportista.

Sobre la pertinencia (o no) del recordatorio de la periodista del Washington Post

Las razones por las que Felicia Sonmez ha sido temporalmente suspendida de su sueldo varían, desde lo erróneo que fue que ella difundiera capturas de Twitter con los nombres de los tuiteros que empezaron a amenazarla personalmente hasta la idea de que sus tuits estaban haciendo “más difícil” concentrarse al resto de sus compañeros. Finalmente un comunicado del medio ha declarado que, tras una investigación interna, se determinó que los tuits de Sonmez no habían violado su normativa, aunque haya sido castigada por ello.

Bajo todo ello subyace la idea de que no se debería hablar de un incidente oscuro de la vida de alguien que acaba de morir en un accidente y cuyos amigos y familiares están aún en una etapa muy temprana del luto. Menos aún siendo unos hechos que, recordemos, nunca fueron juzgados ni mucho menos probados.

Sin embargo, otros periodistas han señalado que no puede olvidarse que ese incidente también ha formado parte de su biografía, y que trasladarlo al público forma parte del deber periodístico de la profesión.

Sin duda un debate que se irá incrementando en los obituarios del mañana.

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