El Consejo Federal suizo ha pasado una serie de medidas de corte animalista. Mayores controles para venta de animales (se prohíben las granjas de cachorros), restricciones en su uso para experimentación científica y una vigilancia especial en el caso de las exhibiciones de los mismos. Pero de entre todas estas nuevas normas hay una que ha llamado especialmente la atención: los cocineros suizos tienen ahora prohibido tirar a las langostas vivas al agua hirviendo. Deben anestesiarlas o aturdirlas antes de echarlas a la olla.
No sólo eso, sino que están obligados a tratarlas con delicadeza en el tiempo anterior a su ingesta. No pueden depositarlas sobre el hielo, como vemos a veces en las pescaderías removiéndose e intentando deshacerse de sus ataduras. Deben permanecer en el agua, como especies acuáticas que son. Una serie de requisitos que sólo son una extensión de los que ya se ejercían sobre los vertebrados (vacas, cerdos) y que se extiende ahora a estos animales marinos.
Aunque la medida nos llame la atención leyes parecidas han pasado ya los tribunales italianos, para los que ese “sufrimiento” previo es injustificable. Los animalistas tienen mucho camino hecho en estos dos países en cuanto al trato de los crustáceos, pero todavía les queda recorrido tanto allí como aquí. Los verdes suizos pedían, también, la prohibición de la importación de los alimentos de origen animal, cosa en la que el Gobierno no ha cedido.
Fijándonos más en el aquí, está por ver si los defensores de los animales conseguirán que España penalice el maltrato innecesario de los toros o de los pulpos antes de su ingesta.
Eso sí, hoy gana Tenacitas.
Fuente: 20 Minuten.
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