¿Adoras el mundo de los viajes y los mapas? Cuidado, podrías enamorarte de esta tienda londinense

Como podéis imaginar por artículos como este, este o este (y este, y este, y este, y...), descubrir Stanfords ha sido caer en un flechazo instantáneo para nosotros. Se publicita como la librería de viajes más grande del mundo, y aunque exista algún Fnac o cualquier otra cadena gigantesca cuya sección de viajes sea más grande que este establecimiento, no le robaría ni un ápice de su encanto.

Está situada en Covent Garden, Londres, y su fundador primigenio, Edward Stanford, es lo que podrías esperarte sabiendo que echó raíces en tierra británica: un antiguo burgués de la era victoriana que prosperó aprovechándose de la necesidad de su producto por parte de los exploradores colonialistas de mediados del siglo XIX. Se especializó, se convirtió en mejor experto que sus primeros empleadores y cambió su posición en el escalafón pasando de mero vendedor a proveedor de mapas, imprentas mediante.

Venden mapas, planos, atlas, globos terráqueos de diversas representaciones y colores, cartas de navegación, literatura sobre viajes, cuadernos de viaje, accesorios de ídem, ropa de... Es difícil que no encuentres algo para ese amante del género que hay en ti o en tu vida.

Y si no sabes por dónde tirar siempre puedes ofrecer el gran logro de la empresa, una Cartografía de Londres de 1862 que ha sido reconocida por la Royal Geographical Society como “el mapa más perfecto de Londres que jamás se haya publicado”.

Los suelos de las tres plantas de Stanford están hechos de mapas, aumentando el tamaño de sus territorios representados según asciendes (el sótano está dedicado a las callejuelas de Londres, en su segundo piso te encuentras el sistema solar). Para los que no se conforman con todo esto, también existe una “digital office”, un departamento de la tienda donde puedes encargar mapas personalizados y fotografías aéreas de las zonas que te interesen. Para que no quede ni una sola mirada cartográfica por encontrar su respuesta.

Con todo esto, casi parece que entrar a Stanford es en sí mismo todo un viaje. Un viaje a un país de unos cientos de metros cuadrados, 160 años de historia y un paisaje tan ecléctico como gratificante.

Ver todos los comentarios en https://www.xataka.com

VER 0 Comentario

Portada de Xataka