Hace diez años, la Comisión del Mekong, el organismo que regula todas las actividades sobre la cuenca del río, ofrecía una estadística significativa: la potencia hidroeléctrica generada por sus aguas aumentaría un 7% año tras año hasta 2030. Los países implicados, entre ellos potencias demográficas y económicas al alza como Vietnam, China o Tailandia, recogieron el testigo. Hoy el Mekong observa una inusitada actividad hidroeléctrica.
Se han construido decenas de presas en su curso y en sus afluentes. Y eso está cambiando dramáticamente al río.
Más temperatura. Lo ilustra un estudio publicado la semana pasada en Enviromental Research Letters: la temperatura del Bajo Mekong se ha desplomado durante los últimos años a causa de la construcción de más y más centrales hidroeléctricas. La investigación se centra en los proyectos culminados por Vietnam sobre la cuenca del Sesan, el Sre Pok y el Sekong, tres de sus principales afluentes.
Cifras. Utilizando imágenes obtenidas por Landstat durante los últimos veinte años, los investigadores observaron que la temperatura de las aguas de los tres ríos cayó hasta 2º C tras la construcción de las presas. La caída fue inmediata. El Sesan, por ejemplo, experimentó descensos de 1º C y 2º C en 2001 y 2009, años de inauguración de grandes presas. El Sre Pok, de 1,4º C en 2009, cuando se abrieron cuatro embalses. Y el Sekong, 07º C en 2015.
¿Por qué? La temperatura de los ríos tropicales es más alta durante la estación seca y más baja durante la húmeda. Cuando comienzan las lluvias, las presas se abren. Pero conforme el monzón remite, el flujo de agua se restringe, almacenando grandes cantidades de agua en previsión de la estación seca. Durante los meses siguientes, las compuertas liberan el agua embalsada, más fría, alterando el equilibrio medioambiental del río.
Problemas. El trabajo advierte: cuantas más presas se construyan sobre el Mekong más se alterará su temperatura, amenazando a sus especies endémicas. No es la única amenaza que afronta el río a causa de las presas. En 2019, el Mekong sufrió su sequía más drástica, reduciendo su caudal a mínimos históricos. Parte de la responsabilidad recayó sobre las numerosas presas construidas por China, que detrayeron de agua al curso bajo, en una política agresiva seguida por Laos, no sin controversia.
Poder. Sucede que el Mekong es una perita en dulce para naciones de rápido crecimiento y grandes necesidades energéticas. Se calcula que su potencia hidroeléctrica instalada podría llegar a los 27.000 MW en los próximos años, cifra espectacular frente a los 700 MW de 2005. Sólo Laos ha construido unas 288 presas sobre el Mekong y sus afluentes durante los últimos años. China cuenta con una veintena de ellas en el curso alto.
A más embalses, más poder sobre el río. Y por tanto sobre los países vecinos. Un problema para quienes viven aguas abajo, como Tailandia. Su gobierno se ha quejado amargamente sobre el frenesí constructivo, de impacto directo en millones de campesinos: riadas, sequías y una interrogación sobre la producción alimentaria de la región.
Más violentos. Otros estudios avalan el impacto de las presas en la naturaleza del río. Es sabido, por ejemplo, que la construcción de motas, compuertas, presas, embalses y toda suerte de infraestructura sobre el Misisipi ha empeorado, y mucho, la violencia de las riadas. Similares conclusiones se pueden extraer del Colorado. Las barreras aceleran las aguas y multiplican el impacto de las inundaciones.
Se trata de un factor más importante para explicar la proliferación de riadas o de distorsiones medioambientales que el propio cambio climático. Una que en el Mekong, un río que ya sufre los efectos del aumento del nivel del mar, amenaza con consecuencias dramáticas.
Imagen: Water Alternatives