Cuando la policía rusa publicó un delirante gráfico explicando a sus siempre temperamentales conciudadanos cómo debían y cómo no debían hacerse un selfie, Internet se miró en el espejo pasmado. ¿De verdad es necesario explicarle al mundo que quizá y sólo quizá fotografiarse de espaldas a un depredador felino gigante es una mala idea? Son cosas de Rusia, pensamos, y seguimos adelante, felices, ignorando una soterrada realidad cuyas estadísticas son ya insoportablemente evidentes. Al menos 49 personas ha muerto tratando de hacerse un selfie desde 2014. En serio.
El dato lo han hallado en Priceonomics. Recopilando todas las noticias relativas a selfietragedias han llegado a la conclusión de que al menos una cincuentena de personas, jóvenes y mayoritariamente varones, han perdido la vida tratando de obtener el ángulo y el fondo perfecto. Hace no demasiado Mashable ofrecía sus propias estadísticas, escasas en comparación a la investigación de Priceonomics. Entonces, ya era posible establecer que más personas perdían la vida fotografiando su cara que siendo atacadas por un tiburón. Era algo.
Las estadísticas de Priceonomics van mucho más allá, y hacen del cartel ideado por las autoridades rusas una excelente forma de concienciar a las futuras generaciones sobre los riesgos del narcisismo. No en vano, la edad media de las víctimas del selficidio es de 21 años, algo lógico si tenemos en cuenta que alrededor del 30% de las fotografías tomadas hoy en día por los jóvenes son selfies. Por más ridículo que pueda parecer, hay gente ahí fuera muriendo por culpa de los selfies.
¿Pero cómo te matas haciendo un selfie?
La mayor parte de ellos, cayendo desde las alturas.
16 personas han muerto desde 2014 tratando de tomar la perspectiva perfecta para su selfie, pero cayendo por el precipicio en el intento. Lección número 1: si estás en lo alto de un rascacielos y no eres Philippe Petit, simplemente no te acerques a la cornisa para comprobar que, en efecto, hay centenares de metros de caída libre. La segunda causa más común son los ahogamientos: 14 personas han perdido la vida ya al fotografiarse entre las olas. Lección número 2: si necesitas dos brazos para nadar, no es buena idea utilizar uno para tomarse una fotografía.
Otros motivos por los que la gente muere haciéndose un selfie: arrolladas por un tren (8), a consecuencia de diversas armas de fuego (6), estrellando su avioneta o su coche (4) o siendo atacadas por un animal (1).
La nacionalidad de las víctimas apunta a dos países con particulares problemas: la India y Rusia.
También son países muy poblados, pero las autoridades de ambos países son las únicas que se han tomado el problema en serio. En Rusia, ya lo vimos, con carteles muy divertidos (pero, al final, totalmente necesarios). En la India, según apuntan en Priceonomics, hay muchas muertes relacionadas con los ahogamientos, dadas las particularidades del país. Sumado a incautos selfieadictos, boom. La policía de Mumbai ha tenido que declarar una quincena de zonas libre de selfies para evitar riesgos.
Los cuatro casos españoles
Al menos cuatro personas o bien españolas o bien en España han perecido en el transcurso de la creación de su selfie. Podría haber más. Uno de los problemas de las estadísticas relativas a las muertes de selfie es que no se recopilan de forma sistemática, de modo que dependemos de su cobertura en los medios de comunicación. Para el caso español, cuatro han llegado a los periódicos. Veamos algunos de ellos.
En noviembre de 2014, una joven estudiante polaca se precipitó sobre la orilla del Guadalquivir, en Sevilla. Se sentó sobre un pequeño murete en el que se especificaba, mediante un cartel, la prohibición de hacerlo. Se hizo un selfie y poco después falleció. Algo semejante le sucedió a un turista español en Noruega: al intentar fotografiarse sobre la cima del Preikestolen, un gigantesco mirador con más de 600 metros de cáida libre en plenos fiordos, perdió el equilibrio y cayó sobre el vacío. Perdió la vida.
Un caso menos común, aunque relacionado con una de las causas de selficidio más recurrentes en todo el mundo: trenes. Un joven de Jaén se subió a un tren de mercancías cuando estaba estacionado en el municipio de Andújar. Al tratar de sacarse una fotografía sobre los vagones, rozó la catenaria, falleciendo en el acto.
El más idiosincrásico, aunque no se trate de un selfie: el hombre que fue corneado durante un encierro mientras trataba de grabarlo en vídeo. Durante los últimos Sanfermines se vivieron estampas parecidas, pero ninguna terminó en tragedia. En esta ocasión, durante las festividades de Villaseca de la Segra, un pequeño pueblo de Toledo, sí. En su momento, la grabación del infausto momento llegó a subirse a YouTube, pero ya está retirada. El incidente ocurrió durante el concurso de recortes, y la víctima, atenta al móvil, no se percató del peligro.
Algunos ejemplos que no deberías seguir
Imagen | Paško Tomić
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