No sólo ofrece pocas certezas el coronavirus, sino que también impide cantar victoria de forma provisional. Bien lo saben Corea del Sur y Alemania, dos de los países que mejor han gestionado la crisis hasta la fecha. El primero ha registrado ya diversos rebrotes, ralentizando la desescalada. El segundo detectó uno multitudinario en un matadero, y hoy, pocos días después, ha identificado uno nuevo... En otro matadero.
Qué sucede. Que las autoridades han detectado 23 nuevos contagios en un centro de procesamiento de carne de Wildeshausen, una pequeña ciudad al sur de Bremen. El brote se descubrió tras realizar pruebas a apenas 50 trabajadores, lo que disparó todas las alarmas. Más de 150 contactos cercanos han sido puestos en cuarentena, y la empresa propietaria del matadero, PHW Group, testeará a sus 1.100 empleados.
¿Por qué? El origen del brote es incierto. PHW ha reaccionado con rapidez, asegurando que sus instalaciones cumplen con todas las medidas de seguridad exigidas por las autoridades. Todos los empleados se habían sometido a una prueba ya a principios de junio. Sólo se detectó un positivo. Los trabajadores realizaban sus tareas estrictamente separados, según PHW, y la planta incluía múltiples protecciones sanitarias.
Reciente. La industria cárnica alemana es reincidente. La semana pasada se identificaba un brote masivo en otro matadero, esta vez en Gütersloh, Renania, con más de 1.300 contagios. El gobierno regional impuso una cuarentena inmediata para más de 7.000 personas potencialmente infectadas, cerrando un centenar de escuelas y guarderías próximas a la planta. Tanto el distrito de Gütersloh como otro vecino, Warendorf, 600.000 personas en total, han vuelto al confinamiento.
Se han cerrado locales de ocio, restaurantes, espacios públicos y un largo etcétera. Un retroceso a la situación pre-desescalada.
Escándalo. Los acontecimientos de Gütersloh han puesto a la empresa propietaria del matadero, Tönnies, en el ojo el huracán. Una comisión que investigue las condiciones laborales de los trabajadores cárnicos es más que probable. Se cree que se incumplían diversas exigencias sanitarias. La mayor parte de empleados son polacos rumanos y búlgaros, a menudo subcontratadas y en condiciones precarias, hacinados en pisos compartidos y al margen de la supervisión de las autoridades.
Tendencia. De un tiempo a esta parte, como explican nuestros compañeros de Directo al Paladar, los mataderos se han convertido en el epicentro de la epidemia. Sólo en Estados Unidos se han cerrado doce plantas. España ha registrado al menos tres pequeños brotes en tres instalaciones distintas. La proximidad de los trabajadores, el contacto cercano, las largas jornadas y la escasa ventilación, un cóctel perfecto para el virus.
R0. Si a eso sumamos trabajadores migrantes, ignorados por el sistema, como sucedió en Singapur, nos topamos con situaciones potencialmente explosivas. En Alemania, la situación de los mataderos ha contribuido a disparar el número de reproducción de la enfermedad (ahora mismo en 2,02). Junto a otros brotes en Berlín o Göttingen, el espectro de una segunda ola y un segundo confinamiento es más real que nunca.
Imagen: Commons
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