Al contrario que Estados Unidos u otros países americanos como Chile o Uruguay, Europa aún no ha abierto un debate político serio sobre el estatus legal de la marihuana en el seno de sus diversos estados. Las políticas son dispares y no establecen un patrón común, y son pocos los gobiernos o las formaciones políticas que aspiran a legalizar o regular el consumo y la venta de cannabis. Aunque puede que el patrón esté cambiando: el gobierno alemán ha anunciado que legalizará la venta y el consumo de marihuana medicinal para 2017. ¿Es el primer paso hacia un proceso semejante al vivido en Estados Unidos?
A priori, parece improbable. El propio Ministerio de Sanidad alemán, responsable último de la decisión, ha especificado que "una legalización para el consumo privado no es el ánimo ni el objetivo" de esta reforma, cerrando la puerta a futuras aventuras legislativas. La idea, al contrario, es ofrecer a pacientes enfermos la posibilidad de tratarse si así lo sugiriera su médico. Además, el gobierno germano quiere que las aseguradoras incluyan a la marihuana en el listado de medicamentos cubiertos por las pólizas. Es un pequeño paso, sólo eso.
Europa: muy lejos de América
En Estados Unidos, más de una veintena de estados han legislado en un sentido muy similar al anunciado en Alemania. La marihuana medicinal, en cinco de ellos, se ha convertido en la antesala a la regulación y legalización completa en Alaska, Oregón, Colorado, Washington y Washington D.C. El abanico de reformas y de estatus del cannabis, tanto medicinal como recreativo, en el país norteamericano es muy amplio, pero casos como el de Colorado, donde la marihuana aspira a convertirse en un negocio multimillonario equiparable al de las tabacaleras, muestran qué puede suceder a nivel estatal en el futuro.
Más al sur, en América Latina, otros estados han tomado caminos parecidos. El caso más significativo es el de Uruguay, el primer país del mundo en legalizar el consumo de marihuana recreativa. Fue en 2013, y la implementación de la ley aún está en pañales: la regulación corresponde al Instituto de Regulación y Control del Cannabis, dependiente del Ministerio de Sanidad, cuya misión, entre otras, incluye la regulación y el registro de todos los cultivadores, tanto privados como de venta al público, de Uruguay. Por lo demás, la marihuana tendrá un estatus similar al del alcohol. El límite para acceder a ella lo marcará la mayoría de edad.
Es un caso extraordinario, aunque encuentra referentes en Chile (donde el consumo privado está despenalizado, la venta con usos medicinales está regulada y el cultivo está legalizado, lo que ha permitido que florezca la granja de cultivo de cannabis más grande del mundo) o en Colombia (donde la posesión de hasta 22 gramos está despenalizada, pero no su venta; por otro lado, el gobierno, al igual que el alemán, quiere legalizar la medicinal).
A Europa todo esto aún le queda demasiado lejos. El país más próximo a la legalización de la marihuana es Países Bajos. Aunque su estatus legal aún es difuso y la policía, llegado el momento, puede confiscar cannabis (técnicamente no está permitido, pero no tiene consecuencias penales), la política generalizada por los gobiernos neerlandeses es la de tolerancia. Se permite la venta en recintos especializados (los célebres coffee shops), aunque algunas ciudades y regiones han limitado el acceso al cannabis a residentes (a través de tarjetas específicas; no es el caso de Amsterdam, fuente de riqueza económica vía turismo).
De España a Suecia: disparidad total
España es quizá el siguiente país en la lista, si la medimos en términos de tolerancia normativa respecto a la marihuana. Tanto Ciudadanos como Podemos, dos partidos de diferente significación política y con millones de votos a sus espaldas, incluyeron en sus programas la legalización de la marihuana, al uso uruguayo u oregonés. Izquierda Unida, más minoritaria pero también con un millón de votos detrás, ha sido la única formación histórica en proponer continuadamente su regularización. Ni Partido Popular ni PSOE apuestan por esa idea, los dos partidos mayoritarios y que históricamente han gobernado el país.
En realidad, el estatus legal del cannabis en España es de los menos restrictivos de Europa. La tenencia (y el cultivo) no es ilegal siempre y cuando la finalidad sea el autoconsumo, pero tanto la venta como el transporte y distribución sí tienen consecuencias penales, incurriendo en una notable paradoja: mientras puedes fumar marihuana en tu casa sin que la policía tenga potestad de confiscarla, es improbable que tal marihuana haya llegado de forma legal a tu hogar. Eso sí, el gobierno del PP ha aumentado las multas y sanciones por tenencia en lugares públicos: desde 601 hasta 30.000 euros.
Portugal, por su parte, no ha regulado de forma específica el consumo de marihuana, sino el de todo tipo de drogas en general: su uso sigue estando prohibido, pero despenalizado, de tal modo que los adictos no tengan que afrontar consecuencias penales por su enfermedad. En Eslovenia sucede algo parecido. Francia, Reino Unido y Suecia (con una de las políticas más duras contra la droga) representan casos contrarios: países donde el consumo de cannabis a todos los niveles continúa estando ilegalizado, y donde la política oficial de los gobiernos, lejos de la tolerancia, es la persecución. En Reino Unido, particularmente, las restricciones y consecuencias penales de su consumo aumentaron bajo el último gobierno laborista. Todavía penaliza electoralmente.
Los enfoques varían, y se ubican entre los extremos de Países Bajos y los países nórdicos, donde la persecución del consumo de cannabis u otras sustancias es alta. Italia ha despenalizado el consumo de pequeñas cantidades y en Bélgica ha sucedido algo semejante, promiviendo una política de tolerancia similar, aunque mucho menos abierta, que la de sus vecinos neerlandeses. En general, son los partidos verdes o liberales, a menudo terceras o cuartas fuerzas políticas, los más proclives a incluir medidas que regularicen la marihuana. Pero no es un tema que domine las agendas políticas de Europa.
La disparidad de preferencias entre países hace compleja entrever una política común, y hasta el momento ningún país ha dado pasos significativos, como sí los ha habido en América, hacia la legalización. Quizá, la dirección del continente apunte primero al cannabis medicinal, donde sí se han hecho avances con productos canábicos en países como Reino Unido o Alemania. Por el momento, la legalización queda muy lejos.
Imagen | Don Goofy