¿Cuáles son las probabilidades de que una novata de origen latino, educada en los colegios segregados y pobres del norte de Nueva York, abiertamente socialista y de apenas 28 años se impusiera el cuarto demócrata en importancia dentro del Congreso? Sobre el papel, bajas. Sobre la realidad, muy altas: Alexandria Ocasio-Cortez, la nueva sensación de la política estadounidense, acaba de lograrlo. Ha vencido las primarias demócratas del distrito 14º de Nueva York.
El hito. La epopeya de Ocasio-Cortez, ahora mismo omnipresente en todos los medios estadounidenses, es digna de dramatización cinematográfica. Se oponía a la enésima victoria de Joseph Crowley en su distrito. Crowley, hombre blanco y vetusto de larga experiencia política, se contaba entre los candidatos a ocupar el puesto de "speaker" (el más importante del Congreso) en caso de que los Demócratas recuperaran la cámara en las midterms de este año.
Es decir, era un peso muy pesado. Llevaba desde 1999 en el Congreso. Y le había llegado el turno de ocupar un puesto de mayor responsabilidad.
La forma. Ocasio-Cortez lo ha impedido. Activista, educadora y trabajadora social, ganó cierta visibilidad interna como miembro destacado de Socialistas Demócratas de América y como parte integrante del aparato de campaña de Bernie Sanders. Su discurso camina por ahí: "Un Nueva York para los muchos (for the many)" calca el mensaje electoral de Sanders. Contrapone sus orígenes humildes, obreros y apegados a las raíces de su distrito al carácter elitista y lejano de Crowley.
Haciendo campaña de base, calle a calle, y valiéndose de su reconocimiento dentro de la estructura social y demográfica del Bronx y Queens, Ocasio-Cortez se ha impuesto al aparato demócrata con el 56% de los votos. "La gente", en sus palabras, "frente al dinero".
Las ideas. De raíces humildes (su madre es puertorriqueña, su padre también contaba con orígenes latinos), Ocasio-Cortez plantea una cobertura sanitaria universal (el gran caballo de batalla de la izquierda demócrata tras el fin de Obamacare), la gratuidad de los servicios escolares públicos, un salario mínimo de 15 dólares la hora y la reforma del sistema criminal de justicia. A gran escala, es una ferviente defensora de imponer mayores regulaciones financieras a Wall Street.
Sus posibilidades. El gran paso ya lo ha dado. Por su estructura demográfica, el distrito 14º de Nueva York es un feudo demócrata. Es muy probable que se imponga a su contraparte republicana, Anthony Pappas, de cara a las elecciones del próximo mes de noviembre. Si lo consigue, se convertirá no sólo en una fugaz estrella mediática de la política estadounidense, sino también en la congresista más joven de la historia del país: el récord lo ostentaba Elise Stefanik, de 30 años.
El por qué. Ocasio-Cortez encaja bien en el relato político contemporáneo de Estados Unidos: mujer, latina, de familia pobre, de ideario radical (en comparación al resto de su partido) y con una campaña moderna, muy amparada en el trabajo de calle, e impulsada por activistas de base doctos en el uso de estrategias renovadoras y digitales. Representa una enmienda al sistema desde la izquierda: un no al aparato Demócrata, al que Sanders ya combatió, y un tipo de política más participativo.
Hace escasamente un año, Ocasio-Cortez trabajaba de camarera en un bar de su barrio. Su fotografía detrás de la barra se ha hecho viral esta mañana de forma inmediata. Apenas doce meses después, está a un paso de entrar en el Congreso. Es una historia que muchos en Estados Unidos quieren leer. Es hoy. Lo que suceda en adelante si accede al Congreso es otro cantar.
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