3.434 muertos después, España ya es el segundo país más afectado por el coronavirus. La pandemia avanza a un ritmo extraordinario. Ningún otro país había perdido tantas vidas dos semanas después del décimo fallecido, ni siquiera China o Italia. La circunstancia es grave. Tanto que numerosas personalidades públicas y grandes empresas han comenzado a mostrar su solidaridad donando amplias cantidades de dinero a la causa.
Ejemplos. El martes diversas empresas del Ibex 35 anunciaban una iniciativa para coordinarse "lo mejor posible en la donación de material de primera necesidad". Gran parte del movimiento se sostenía sobre donaciones millonarias, como la comprometida por Banco Santander por encima de los 25 millones de euros.
Días antes, Mango e Inditex publicitaban acciones similares (donaciones de dos millones y 300.000 mascarillas cada una).
Individuos. La tendencia se ha extendido a figuras individuales. La hija de Amancio Ortega se ha comprometido a comprar un millón de mascarillas y 5.000 trajes protectores. Messi ha entregado más de €1.000.000 a dos instituciones hospitalarias, una de ellas el Clínic de Barcelona. Guardiola hizo lo propio con la Fundación Ángel Soler Daniel.
Durante los últimos días, Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, ha promocionado numerosas donaciones: desde el Real Madrid hasta Ana Botín (Santander), pasando por Marta Álvarez (Corte Inglés) o un bufete de abogados.
Intenciones. ¿Se trata de un ejercicio de altruismo o de una campaña que busca realzar la imagen de empresas y famosos en un contexto de crisis? El debate ha circulado durante los últimos días. Para algunos, las donaciones ensombrecen la falta de fondos públicos fruto de un sistema donde las grandes fortunas pueden desviar sus impuestos. Messi, por ejemplo, fue condenado por haber defraudado hasta €4 millones.
Tres veces más de lo donado esta semana.
Anónima. Se trata de una conversación cíclica, idéntica a la espoleada por cada donación de Amancio Ortega. La polémica no reside en lo conveniente del dinero sino en su moral: ¿ayudar al país o realzar una marca personal? Siguiendo el argumento, lo primero podría obtenerse desde transferencias estrictamente anónimas, puramente solidarias.
El altruismo siempre es publiciad. Pero también marca tendencia: si Messi anuncia una donación, otros famosos siguen su estela. Cuando las asociaciones humanitarias se asocian a una celebridad lo hacen conscientes de su efecto arrastre. Un rostro influyente puede movilizar a otros muchos, para beneficio de la causa. Algo que se perdería en el anonimato.
Dilema. No es un hecho exclusivo de España. Similares polémicas han surgido al albur de las donaciones de Jeff Bezos ($10.000 millones para la lucha medioambiental). O más recientemente tras las ayudas de China a países como Italia o España. Ninguna donación es plenamente altruista. La cuestión es si su utilidad instrumental compensa su fin interesado.
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