La película [Black Panther][1], el éxito de taquilla de Marvel que recientemente se convirtió en el primer drama de superhéroes nominado a [Mejor Película en los Oscars][2], tiene lugar en el secreto Reino Africano de Wakanda. La Pantera Negra, también conocida como T'Challa, es quien gobierna en este imperio imaginario: un refugio a salvo de los colonialistas y capitalistas que históricamente han empobrecido el verdadero continente africano.
Pero algunos fans de este [éxito de taquilla][3] tal vez no se den cuenta de que no hace falta mirar al mundo ficticio de Black Panther para encontrar un reino moderno de africanos que aspiraba a ser un refugio seguro contra el racismo y la desigualdad. La monarquía ficticia tiene su equivalente en el mundo real en el histórico Reino de Haití, un entidad que existió como una especie de Wakanda del hemisferio occidental desde 1811 hasta 1820.
La [Revolución Haitiana][4] terminó con la creación del primer estado negro libre en las Américas, pero lo que el mundo no se esperaba era que un ex esclavo llamado Henri Christophe se autoproclamara monarca. Los relatos de los medios de comunicación de la época, algunos de los cuales he recogido [en un archivo digital][5], sirven de ventana a un breve período de tiempo en el que el reino se erigió como un faro de libertad para la raza negra en un mundo de esclavitud. Sin embargo, [al igual que Wakanda][6], el Reino de Haití no era una utopía para todos.
El 1 de enero de 1804, [un ejército dirigido por antiguos esclavos africanos][7] en la colonia francesa de Saint-Domingue evitó el intento de Francia de recuperar la esclavitud, declarándose independientes y libres para siempre. El líder de los revolucionarios, [el general Jean-Jacques Dessalines][8], había derrotado al famoso ejército de Napoleón y se había convertido en emperador de la recién renombrada Haití.
Pero en octubre de 1806, Dessalines fue asesinado por rivales políticos, lo que llevó al país a dividirse en dos estados separados: el general Henri Christophe se nombró presidente de la parte norte de Haití, mientras que el general Alexandre Pétion gobernaba una república completamente separada en la parte sur y suroeste del país. En marzo de 1811, el presidente Henri Christophe sorprendió a todos cuando se nombró a sí mismo como rey Enrique I y cambió el nombre de la república del norte por Reino de Haití.
Enrique I no tardó en tener toda una corte de nobles que incluía duques, barones, condes y caballeros para rivalizar con la realeza inglesa.
El primer y único reino de Haití atrajo inmediatamente la atención de los medios de comunicación de todo el mundo. ¿Cómo podía haber una república en un lado de la isla y una monarquía en el otro? ¿Estaba el nuevo rey negro tratando de imitar a los mismos soberanos blancos que una vez habían esclavizado a su pueblo? [Se preguntaban otros][13]. Los decretos que establecían la orden real de Haití fueron inmediatamente [traducidos al inglés][14] e impresos en Filadelfia, mientras que muchos periódicos y revistas estadounidenses y británicos publicaron reportajes sobre el rey haitiano.
[Un periódico][15] lo describía como "el modelo elegante de un Hércules". [Mientras que otro lo describía][16] como "un hombre notablemente guapo y bien formado; con un pecho y hombros anchos, así como una apariencia de gran fuerza y actividad muscular".
El "primer monarca" del "Nuevo Mundo"
En 1813 se terminó la construcción del opulento [Palacio Sans-Souci][17], que significa literalmente "sin preocupaciones". El palacio fue parcialmente destruido por un terremoto en 1842 y en la actualidad sus restos han sido declarados [Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO][18].
Durante sus mejores días, el palacio era toda una maravilla. Había jardines cuidados de forma elegante y una [catedral única con cúpula][19]. La estructura estaba flanqueada por una dramática [escalera doble][20] que conducía a la entrada y dos arcos detallados con grabados e inscripciones. En uno de los arcos se reconocía a Enrique, y no a Jean-Jacques, como el "fundador" del país.
También había [dos coronas pintadas][23] en la fachada principal del palacio, cada una de las cuales medía casi cinco metros de altura. En la de la derecha se podía leer: "Al primer monarca coronado en el Nuevo Mundo", mientras que en la de la izquierda estaba escrito: "Nuestra adorada reina que reina para siempre sobre nuestros corazones". El rey Enrique vivía en el palacio con su esposa, [la reina María Luisa de Haití][24], y sus [tres hijos][25], el príncipe Víctor Enrique y las princesas Atenea y Amatista Christophe.
Periódicos de todo el mundo reimprimían artículos del periódico oficial de la monarquía, la [Gazette Royale d'Hayti][27], en los que se detallaban las suntuosas cenas de la familia real, repletas de [discursos pomposos][28] y prolongados brindis por famosas figuras contemporáneas como el rey Jorge III de Inglaterra, el presidente de Estados Unidos James Madison, el rey de Prusia y el "amigo de la humanidad", el "inmortal" abolicionista británico [Thomas Clarkson][29].
La Gazette [también relataba][30] la decadencia de la celebración oficial del cumpleaños de la reina María Luisa en agosto de 1816, que duró 12 días y contó con la asistencia de 1.500 personas. El último día de la fiesta, se dispararon 12 cañones después de que el duque de Anse brindara por la reina como "modelo perfecto de madre y esposa".
Pero había mucho más en el reinado del Rey Enrique que simplemente fiestas lujosas.
El 28 de marzo de 1811, el rey Enrique implantó una monarquía constitucional, una medida elogiada por muchos en la élite británica. El famoso naturalista británico Joseph Banks defendió el libro de leyes escrito por Enrique en 1812, conocido como "Código de Enrique", [denominándolo][31] "la asociación de hombres más moral que existe". "Nada de lo que han escrito los hombres blancos se le puede igualar", agregó.
Banks admiraba la detallada reorganización de la economía del código, pasando de un código basado en la esclavitud a otro (al menos en teoría) basado en el [trabajo libre][32]. Esta transformación era totalmente lógica para un hombre que había pasado de ser esclavo a autoproclamarse rey y cuyo lema era: "[Renazco de mis cenizas][33]". El código establecía una compensación compartida entre propietarios y trabajadores a "una cuarta parte del producto bruto, libre de todo impuesto" y también contenía disposiciones para [la redistribución de cualquier tierra][34] que antes hubiera pertenecido a los dueños de esclavos.
"Su Majestad, en su solicitud paternal," se lee en un edicto, "quiere que cada haitiano, indiscriminadamente, tanto pobres como ricos, tenga la capacidad de convertirse en dueño de las tierras de nuestros antiguos opresores".
La "solicitud paternal" declarada por Enrique se extendía incluso a los africanos esclavizados. Mientras que la [Constitución de 1807][35] declaraba que Haití no "perturbaría los regímenes" de las potencias coloniales, los guardias reales haitianos intervinieron regularmente en la trata de esclavos para liberar a los cautivos en barcos extranjeros que entraban en aguas haitianas. Un [número de octubre de 1817][36] de la Gazette celebraba la captura de un barco de esclavos por parte de los militares haitianos y la subsiguiente liberación de 145 de "nuestros desafortunados hermanos, víctimas de la codicia y el odioso tráfico de carne humana".
¿Demasiado bueno para ser verdad?
Sin embargo, la vida en el Reino de Haití no era para nada perfecta.
Los [rivales políticos][37] de Enrique contaban como muchas veces la gente desertaba a la sureña República de Haití, donde contaban historias sobre el favoritismo del monarca y el abuso de poder de la aristocracia. Y lo que es peor, la famosa fortaleza de Enrique, la [Citadelle Laferrière][38], fue, según algunos relatos, [construida gracias a trabajos forzados][39]. Por esta razón, los haitianos [han debatido durante mucho tiempo][40] si la imponente estructura, que fue restaurada en 1990, debería simbolizar la libertad de Haití después de la independencia.
Los sueños de Enrique de tener un reino negro libre no durarían mucho. El 15 de agosto de 1820, el rey [sufrió un derrame cerebral debilitante][41] que le provocó una discapacidad física. Temiendo una administración fracturada por la deserción de algunos de sus miembros más prominentes, el primer y único rey de Haití se suicidó en la noche del 8 de octubre de 1820.
A pesar de algunas cuestiones sobre las condiciones de vida en el Reino de Haití, todavía se puede reconocer a su gobernante como un visionario. Incluso uno de sus más ardientes rivales del sur de la isla, Charles Hérard Dumesle, que a menudo se refería a Christophe como un "déspota", alabó sin embargo el notable "nuevo orden social" establecido en el código de Enrique. Dumesle [parece que lamentó en su día][44] que las "leyes civiles del rey fueran la fórmula para un código social que sólo existía sobre el papel".
Para todos aquellos que todavía sueñan con la[liberación de la raza negra][45], los líderes más fuertes, [incluso con sus defectos][46], como el rey de Haití o Black Panther, siempre han sido un eje central de estas visiones. El rey Enrique fue incluso representado como una especie de superhéroe en su época. Como [decía][30] un artículo de 1816 sobre Enrique:
La historia nos demuestra que ningún pueblo ha hecho nunca nada grande por sí solo; sólo en colaboración con los grandes hombres que sobresalen de la masa y que se elevan a la gloria de haber logrado obras extraordinarias.
Autor: Marlene Daut, University of Virginia.
Este artículo ha sido publicado originalmente en The Conversation. Puedes leer el artículo original aquí.
Traducido por Silvestre Urbón.