Álvaro de Marichalar, preso político: lo de Cataluña ya se ha convertido en una película de Berlanga

No vamos a fingir que podemos explicar qué está pasando exactamente en Cataluña porque está siendo un día en el que todas las señales dictan que la fantasía ha intervenido la lógica social, que el Matrix se abre paso y nos muestra el colapso de esa simulación computacional que llamamos España. Mientras Gobierno y Parlament, Rajoy y Puigdemont, le dan al juego de la bolita, el ánimo de la ciudadanía sigue en pleno vaivén emocional con sentimientos que se van contradiciendo a los pocos minutos, a cada nuevo anuncio, declaración o tuit.

Pero lo que sí sigue vivo es el espíritu berlanguiano, los motivos de nuestra raigambre para sonreír ante la tempestad. En estos últimos días de la temporada Procés ha hecho aparición el secundario cómico estrella que todos necesitábamos para rebajar toda esta tensión. Don Álvaro de Marichalar, ese personaje de sociedad cuyas últimas y conocidas apariciones han sido ser expulsado de Sálvame Deluxe a los 15 minutos de entrevista ("no soy ni facha ni trilero. Yo soy un náufrago") y montarse en un Blablacar para despreciar a todos sus compañeros de viaje.

Él ha acudido a Cataluña para mediar en el conflicto cual Lagarder, Ojeda, Braveheart o Ghandi, dependiendo de la visión heroica que cada cual prefiera, y sin duda ha hecho todo lo posible por unirnos a catalanes y españoles en una misión común: el lol.

El pasado 8 de octubre y a sus cincuenta y seis años de edad Marichalar se puso rumbo a Barcelona para combatir al independentismo. Sus armas: su relevancia pública, su juicio, un par de banderas de España y Europa y algún que otro lema de cartón.

Primero le vimos fusionar en una misma camiseta escudos del Barça y del Madrid defendiendo un particular enfoque victimista sobre la patria. Se erigía simbólicamente como el más apto mediador de estas dos Españas.

La semana pasada le veíamos montar su base en la plaza de Sant Jaume donde entregó una carta en la Generalitat para a continuación posar "bajo la estatua del rey Conquistador, de quien es descendiente". A los transeúntes les gritaba: "¡Os amo!".

Estas fueron sus palabras en la misiva:

"Al ser navarro, soy español, por tanto, catalán, canario y gallego. Y quien se siente español, se siente europeo. Es una cadena muy sencilla”.

Según el familiar de la infanta Elena de Borbón, se pasó las noches hablando con los independentistas de la zona de que el procés es un sinsentido, sacando de su error a muchos de ellos.

Marichalar ha continuado apareciendo por escenarios proindependentistas todos estos días abriéndole los ojos a la ciudadanía ante el verdadero enemigo del pueblo: los mafiosos y el 3%. Esta misma mañana, en un momento de máxima tensión, presumía ante los manifestantes de ser "navarro y español".

Después aceptó las críticas de los catalanes que le indicaron sus errores ortográficos en sus pancartas escritas en catalán. Horas después el aventurero solicitaba el entendimiento pidiendo a los ayuntamientos españoles que cuelguen la senyera del balcón y apelaba a no boicotear los productos catalanes fuet en mano.

Para terminar, hace apenas unos instantes el Caballero Divisero era conducido al interior del Palau de la Generalitat por los Mossos d’Esquadra para ser detenido. Probablemente porque la presencia del aristócrata no ayudaba al clima general de indignación que ya se sentía entre los independentistas.

Por todo esto, y las imágenes que su detención nos ha dejado, podemos decir que Marichalar es la primera gran víctima inocente de la lucha soberanista. Un preso político que, por su neutralidad en el conflicto, porque "sólo quería aportar su granito de arena" en pos de la paz, duele más que la encarcelación de los Jordis.

Y estos son, básicamente, los tiempos culturales, políticos y sociales que nos han tocado vivir.

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