¿Se puede separar la obra del autor? Es una pregunta que ha avivado infinidad de debates durante los últimos años. La respuesta depende de un frágil equilibrio entre la acusación elevada contra el artista y la relevancia de sus trabajos. En el caso de J.K. Rowling, creadora de Harry Potter, el segundo elemento de la ecuación es inconmensurable. ¿Pero qué hay del primero?
Anti-trans. El pasado fin de semana, Rowling compartía un artículo publicado bajo el siguiente titular: "Creando un mundo post-coronavirus más igualitario para las personas que menstrúan". La autora subrayó lo que, a su juicio, era un concepto absurdo: "Personas que menstrúan. Estoy segura de que solíamos tener una palabra para esa gente. Que alguien me ayude. Wumben?". Un juego de palabras con "woman".
Rowling, así, se alineaba con las tesis del feminismo radical. La "mujer" no es un constructo cultural, no depende del género sino del sexo. Es biológico. No existen las "personas que menstrúan", sino las "mujeres que menstrúan".
‘People who menstruate.’ I’m sure there used to be a word for those people. Someone help me out. Wumben? Wimpund? Woomud?
— J.K. Rowling (@jk_rowling) June 6, 2020
Opinion: Creating a more equal post-COVID-19 world for people who menstruate https://t.co/cVpZxG7gaA
Polémica. Rápidamente, Rowling fue acusada de TERF, "trans-exclusionary radical feminist", término del que se burló pocas horas después. Uno de los debates más divisivos del feminismo rota en torno al "sujeto político" de la feminidad. Rowling, junto a otras portavoces ampliamente censuradas dentro del movimiento, defiende una idea exclusiva y reduccionista de este. Dependiente del sexo, negando el carácter abierto del género.
De ahí la agria reacción de gran parte de sus seguidores.
El contraste. No es la primera vez que Rowling es acusada de transfobia. A finales del año pasado otro tuit provocó otra airada polémica. En esta y otras ocasiones, las declaraciones de Rowling han provocado que muchos seguidores de Harry Potter reaccionaran, por ejemplo, donando a fundaciones pro-trans el equivalente al dinero invertido en sus libros, agrandando la brecha entre fans y autora.
Un contraste agudizado por la temática general de su obra, con un explícito y binario sentido moral (bien absoluto vs. mal absoluto), y por tanto inspirador para toda clase de causas.
Tendencia. Rowling se ha convertido de un tiempo a esta parte en una figura controvertida entre los admiradores de la saga. Es una paradoja, dado que ella misma la creó. Gran parte de la animadversión surge de su interés por reescribir o reinterpretar el carácter identitario de Harry Potter. Los libros no ahondan en cuestiones identitarias, no se preocupa por tales desigualdades.
Pese a ello, Rowling ha intentado a posteriori imprimir una mayor diversidad racial a sus personajes, algo que ha espoleado incluso su propio meme, en el que la británica se inventa cada vez más enrevesadas y alocadas asociaciones y hechos (como que los magos defecan en sus ropa interior y luego "eliminan" la prueba del delito).
¿Es importante? Sí, en tanto que refleja una dinámica cultural reciente y con amplia penetración: los autores ya no hablan a través de sus obras, sino también a través de las redes sociales. Y a menudo la distancia entre su figura pública y lo que expresan mediante su arte es enorme, al menos a ojos de sus seguidores. Rowling tan sólo es el último ejemplo de un proceso de revisión de las opiniones y la vida personal de los artistas.
Imagen: Joel C Ryan/AP