Los recientes atentados terroristas en Cataluña han colocado en el debate público el papel de Arabia Saudita en el auge del extremismo islamista y las relaciones bilaterales de España con ese país. Relaciones en las que tanto el actual Rey como el anterior han ocupado un papel especial por las buenas relaciones entre las dos casas reales.
Además, se plantea el debate sobre la conveniencia de que la industria española venda armas a un país que apoya a uno de los bandos de la guerra civil siria, entre acusaciones de que Arabia Saudita es responsable del terrorismo yihadista en Europa y de la aparición del Estado Islámico. El debate lo resumen un fotomontaje de la página de humor Rokambol donde se da a entender que Arabia Saudita está detrás de los terroristas que actuaron en Cataluña.
Pablo Iglesias, líder de Podemos hacía una reflexión en su página de Facebook donde llamaba a “revisar las relaciones empresariales con países como Arabia Saudí y Qatar”, “implementar un control férreo de los flujos financieros y de los paraísos fiscales” que considera son “clave en la financiación de las redes terroristas”. Y planteaba también cómo el esfuerzo saudí en difundir su visión de un Islam servía de caldo de cultivo para el terrorismo islamista.
El Islam de Arabía Saudí
El wahabismo, la corriente oficial del Islam oficial de Arabia Saudita, ha sido comparada en los medios con las ideas del Estado Islámico por su extremado conservadurismo. El periodista argelino Kamel Daoud escribía en 2015 en el New York Times que Arabia Saudita era como el Estado Islámico pero habiendo triunfado. Podemos ver similitudes desde el código penal al rol asignado a la mujer en la sociedad. Y es que parten de una corriente ultraconservadora que considera necesaria que las sociedades musulmanas se acerquen a los valores y estilo de vida de los primeros seguidores del Profeta, los “piadosos antecesores”, o “salaf” en árabe, que dan nombre a la corriente salafista.
Pero hay una diferencia fundamental. El Islam oficial en Arabia Saudita defiende el mantenimiento del statu quo político. De hecho nació por una alianza de la casa Al Saud con el clérigo Muhammad ibn Abd-al-Wahhab en el siglo XVIII. Al Wahab pactó proporcionar legitimidad a los gobernantes Al Saud a cambio de la hegemonía religiosa en sus territorios. Se trata de un pacto que dura hasta la fecha. Y así, los wahabíes de Arabia Saudita son salafistas quietistas. Alejandro Salamanca explica en su blog Desvelando Oriente que “la rama quietista tiende a centrarse en asuntos rituales y doctrinales, rechazando por completo la implicación en asuntos políticos”.
El Estado Islámico en cambio pertenece a la rama salafista-yihadista, que aspira a purificar el Islam regresando a los tiempos originales mediante la violencia. En concreto, el Estado Islámico pretende hacer saltar por los aires las fronteras de los estados árabes creados por las potencias coloniales europeas para construir el Califato y tiene características de secta apocalíptica, como explica Manel Gozalbo en “El Califato del fin del mundo”.
Esta otra rama, el salafismo-yihadista, tiene un origen ajeno a Arabia Saudita. Arranca en el Egipto de Nasser con la obra de Sayid Qutb, miembro de los Hermanos Musulmanes. La novedad de Qutb es que compara a los gobernantes de la época con los de la Era de Ignorancia (“Yahiliyah”), previa al Profeta, rescatando las ideas del reformador medieval Ibn Taymiyya. Si los dictadores árabes pasaban a ser considerados el equivalente a paganos no se rompía el tabú de matar a otros musulmanes en caso de magnicidio. Ese acto de declarar como no musulmán al enemigo caracteriza a los grupos más extremos y consumió en purgas internas a grupos yihadistas en los años 90.
En esto se diferencian Al Qaeda y el Estado Islámico. El primero reserva ese tipo de declaraciones de no ser un verdadero musulmán para personas y el segundo, para colectivos enteros. De hecho, la propia proclamación del Califato en 2014, señala Manel Gozalbo, supuso la declaración de falsos musulmanes de todos aquellos que no se unieran a él.
Afganistán, el origen
A la corriente salafista-yihadista fueron aportando toda una serie de autores que no son saudíes. Por ejemplo, el palestino Abdulá Yusuf Azam lanzó una fetua tras la invasión soviética de Afganistán titulada “La defensa de las tierras musulmanas, la primera obligación después de la fe”. Azzam fue mentor de Osama Bin Laden, con quien fundó una organización para atender a los voluntarios árabes que acudieron a Afganistán. Defendía una yihad con límites éticos en la que se luchara por liberar territorios musulmanes y que los voluntarios árabes se integraran en los distintos grupos de rebeldes afganos. Bin Laden, en cambio, prefirió organizar un grupo de voluntarios árabes aparte y fue cayendo bajo la influencia del egipcio Aymán al-Zawahirí. Azzam fue asesinado y Bin Laden aprovechó los contactos que hizo mientras trabajaba con Azzam para fundar más tarde Al Qaeda.
La guerra afgana fue el crisol de la que surgió una nueva generación de salafistas-yihadistas con una visión mas global. Se atribuye exclusivamente al dinero estadounidense y saudí la aparición del yihadismo global, pero en realidad el islamismo radical había arraigado en diferentes países de Oriente Medio y, si no hubiera convergido en Afganistán, lo habría hecho en otra parte. Precisamente Al Qaeda surgió después del fracaso de los antiguos voluntarios árabes al volver a casa, que acudieron a refugiarse con Bin Laden en Afganistán en la segunda mitad de los años noventa. Las fuerzas de la historia ya estaban en marcha.
Arabia Saudita aprendió la lección de Afganistán y, cuando se implicó en la guerra civil siria, apoyó a las fuerzas seculares del Ejército Sirio Libre y una variedad de grupos islamistas. Qatar en cambio, que se estrenaba en los juegos de la geopolítica y las guerras por intermediación (“proxy wars”) apoyó a la franquicia siria de Al Qaeda, el Frente Al-Nusra. Entonces irrumpió el Estado Islámico con la aspiración de disputar el liderazgo de las fuerzas islamistas en Siria. Estallaron coches bomba dirigidos a líderes del Frente Al-Nusra, mientras el Estado Islámico arrebataba territorio al Ejército Sirio Libre y otros grupos de la insurgencia.
Las fuerzas opositoras al régimen sirio nunca lograron formar un frente único, con alianzas cambiantes, mientras el Estado Islámico estaba más ocupado en arrebatarles territorio que en combatir el régimen. Curiosamente, se puede leer análisis que afirman que Arabia Saudita apoyó al Estado Islámico como parte de su política para Siria, cuando la aparición y auge del Califato debilitó a los grupos armados que apoyaba allí. También se pueden leer reproches a Occidente, que vende armas a un país que supuestamente apoya el terrorismo yihadista en Europa.
Las armas de Occidente en Siria
Arabia Saudita ha comprado a Estados Unidos y algunos países europeos armamento para entregarlo a las fuerzas insurgentes que luchan en Siria contra el gobierno. La primera persona en llamar la atención sobre la llegada de nuevos tipos de armamento a los frentes de batalla en Siria fue Eliot Higgins, desde su casa en el Reino Unido. Por aquel entonces se encontraba en paro y dedicaba su abundante tiempo libre a seguir los acontecimientos de la guerra civil siria a través de los vídeos que los insurgentes subían a Internet.
En enero de 2013, Higgins llamó la atención en su blog Brown Moses de la aparición de lanzagranadas anticarro M79 OSA, un diseño de la antigua Yugoslavia. Se trataba de un arma del que no disponía ningún país en la zona, así que debía ser de reciente adquisición. Posteriormente fueron aparecieron otros tipos de armas que se fabrican exclusivamente en Croacia, lo que permitió identificar el origen. Tras recibir la atención de los medios por su descubrimiento, Eliot Higgins se volcó en lo que era un hobby para convertirse en un experto en Inteligencia de Fuentes Abiertas (OSINT, en sus siglas en inglés) de talla mundial.
En los frentes de batalla sirios aparecieron también, en manos de los rebeldes, ametralladoras pesadas de origen serbio Zastava M02 “Coyote”. Una cifra que puede que llegara a alrededor de las 200 y que fueron adquiridas entre 2015 y 2016. Los insurgentes sirios recibieron también misiles anticarro HJ-8 y misiles antiaéreos portátiles FN-6, ambos de fabricación china.
Ninguna de esas dos armas está en uso por parte del ejército saudí, pero sí en cambio en los ejércitos de Sudán y Pakistán, países que tienen muy buenas relaciones militares con Arabia Saudita. Así que es probable que fueran compradas a alguno de estos dos países para su envío a Siria. En todos los casos, el proveedor de armas a los insurgentes sirios procuró que no se descubriera quién pagaba la operación comprando armas de terceros países. Pero finalmente Arabia Saudita realizó un movimiento que despejó todas las dudas de su papel en la guerra.
El 5 de diciembre de 2013, la Agencia de Cooperación en Seguridad del Departamento de Defensa notificó al congreso estadounidense la solicitud hecha por Arabia Saudita para que se autorizase la exportación de 13.935 misiles anticarro TOW en un contrato por valor de 900 millones de dólares. El destinatario era la Guardia Nacional, una fuerza leal a la casa Al Saud que sirve de contrapeso al ejército, con el propósito de servir para misiones de “defensa y antiterrorismo”.
Al tiempo, misiles TOW aparecieron en Siria en manos de grupos insurgentes, que tras cada uso publicaban en Internet un vídeo mostrando el lanzador en el momento del disparo y el objetivo en el momento del impacto. Probablemente se tratara de una imposición del proveedor para asegurar que los insurgentes los usaban para el propósito previsto. La abundancia de misiles TOW en el frente de batalla hizo que los insurgentes sirios los emplearan no sólo contra blindados, sino contra reductos, posiciones y vehículos ligeros de las fuerzas progubernamentales. En octubre de 2015, el periodista Frank Gardner, especialista en asuntos de defensa y seguridad de la BBC, publicó en Twitter que una fuente en el gobierno de Arabia Saudita le había contado sobre el envío de un lote de 500 misiles TOW al Ejército Sirio Libre. Pero para aquel entonces, para nadie era un secreto el origen de los misiles.
El mercado negro y el terrorismo en Europa
Hasta ahora, ningún armamento procedente de la guerra siria ha llegado hasta Europa para ser usado en atentados terroristas de carácter yihadista. Las fuentes de abastecimiento principal de terroristas y organizaciones de crimen organizado siguen siendo el mercado negro europeo, que se nutre fundamentalmente de robos en los cuarteles militares, armas de las guerras yugoslavas y modificaciones de armas civiles de Europa del Este. Ejemplos de casa caso lo tenemos en tres atentados terroristas de carácter yihadista que tuvieron lugar en 2015, dentro de la actual ola de terrorismo low-cost llevado a cabo por individuos o células muy pequeñas.
Amedy Coulibaly, el terrorista que asaltó un supermercado judío en enero de 2015, donde asesinó a cinco personas y mantuvo quince rehenes, empleó un fusil Vz.58 en versión Sporter Compact que fabrica la empresa CSA en la República Checa para el mercado civil. Un mes más tarde, se celebró en Copenhague un acto de homenaje a la víctimas del ataque terrorista contra la revista francesa Charlie Hebdo. El local fue tiroteado desde el exterior por Omar Abdel Hamid Al Hussein con un fusil M/95, denominación danesa del Diemaco C7 empleada por las fuerzas armadas del país y de cuyos arsenales fue robado. Por último, el 13 de noviembre de ese año, tres terroristas entraron en París en la sala Bataclán y abrieron fuego contra el público que asistía a un concierto de rock para luego atrincherarse con rehenes hasta que la policía asaltó el edificio. Los terroristas contaban con dos fusiles Zastava M70, versión yugoslava del AKM soviético, junto con dos fusiles Tipo 56, copia china del AK, fabricadas en la Albania comunista.
Pero la polémica sobre las armas que compra Arabia Saudita no sólo surge con el hipotético trasvase de armas de los insurgentes sirios que habrían terminado en el terrorismo yihadista en Europa, que como hemos visto no ha sucedido. La otra polémica es el dilema ético que supone vender armamento a países como Arabia Saudita, implicados en conflictos armados en los que sufre enormemente la población, como es el caso de Yemen.
El papel de España en la venta de armas
Yago Rodríguez es un investigador español especializado en inteligencia de fuentes abiertas (OSINT, en sus siglas en inglés). Revisando los vídeos de propaganda de las fuerzas insurgentes huzíes en Yemen, le llamó la atención la aparición de armamento español en sus manos. Concretamente lanzagranadas anticarro desechables C-90 y granadas de mano “Alhambra”, ambas fabricadas en España por la empresa Instalaza y vendidas por Arabia Saudita. El armamento había sido capturado por los huzíes en posiciones y vehículos de las fuerzas armadas saudíes que habían caído en manos de los rebeldes yemeníes.
El asunto le llevó a interesarse por las ventas de armamento español a los países de la región y publicar en 2016 el libro "Análisis de las relaciones de defensa entre España y países de la península arábiga". Yago Rodríguez repasa los documentos oficiales y encuentra la venta de municiones de carro de combate, munición de artillería aviones de transporte, bombas de aviación, etc. Nada del material que se ha podido ver en manos de los insurgentes sirios. Y en el caso de proyectiles y municiones, se trata de calibres estándares de la OTAN que no tienen que ver con los materiales de diseño soviético que emplean el ejército sirio y los grupos insurgentes.
El libro recoge que la empresa estatal española Navantia aspira a vender cinco corbetas a Arabia Saudita en un contrato multimillonario que incluye acondicionar una base naval y la formación de la dotación. La compra de cinco corbetas forma parte del Saudi Naval Expansion Program II (SNEP II) y estarán destinadas a modernizar y reforzar la flota saudí del Golfo Pérsico y contrarrestar el rearme de la armada iraní, con sus nuevas fragatas de construcción nacional armadas con misiles antibuque chinos.
El contrato sería una tabla de salvación para la empresa pública Navantia, que atraviesa su peor momento en la última década porque hace tiempo que entregó varios buques mayores para la exportación, pero todavía quedan años hasta que la Armada Española encargue la nueva generación de fragatas F110. El rey de España viajó a Arabia Saudita en enero de 2017 y en aquel entonces el contrato se daba casi por cerrado. Pero Estados Unidos ha presionado para que la armada de Arabia Saudita encargue buques a empresas de Estados Unidos, país que al fin y al cabo es su principal aliado estratégico y garante de su seguridad. Así que la decisión se ha retrasado.
La agenda propia de Arabia Saudí
La armada saudí participa en operaciones militares en Yemen, país cuya población civil está sufriendo calamidades en la presente guerra. De firmarse pronto el contrato por las cinco corbetas, el tiempo que transcurriría desde el primer corte de chapa a la entrada en servicio garantiza que el conflicto habrá concluido. Así que el dilema de vender o no buques de combate a Arabia Saudita tienen más que ver con asumir una postura ética que realmente con una medida para prevenir sufrimiento a la población civil en Yemen.
Ni el Islam de Arabia Saudita es el mismo que el del Estado Islámico, ni sus intereses geopolíticos convergen. Ni las armas compradas para Arabia Saudita han llegado a manos de los yihadistas en Europa, que no se financian con las transferencias desde paraísos fiscales, sino que son autónomos económicamente. Pero la promoción de un Islam profundamente conservador en Europa por parte de Arabia Saudita sí debe ser motivo de preocupación. Aunque los fundamentos teológicos sean diferentes, el carácter reaccionario frente al mundo moderno del Islam de Arabia Saudita se parece demasiado al de otras corrientes más radicales como para pensar que no hay un trasvase de simpatizantes.
En el plano diplomático y comercial, si se opta por mantener buenas relaciones con un país de la naturaleza de Arabia Saudita en materia de Derechos Humanos, países como España deberían aprovechar la naturaleza de aliado geopolítico y socio comercial de primer nivel para obtener algún logro tangible. Por ejemplo, resolver la situación del disidente Raif Badawi, Premio Sajarov del Parlamento Europeo en 2015. Eso no disimularía la naturaleza de Arabia Saudita, pero al menos ayudaría a cambiar la vida de alguien.
Imagen | GTres, Al Jazeera English, DVIDSHUB, Alexanyan