Todo el mundo, quien más y quién menos, ha estudiado algún idioma distinto del materno aunque sea a nivel superficial. Es algo generalizado desde hace décadas, y si preguntáramos a alguien por qué aprende lenguas como el inglés, el alemán o el chino la gran mayoría indicaría entre sus respuestas el retorno económico que poder comunicarte en esos idiomas puede tener el futuro y el valor añadido a una formación académica.
Pero esta lógica se rompe cuando se tratan de comprender los motivos que llevan a pequeños grupos de personas a estudiar idiomas que muy difícilmente pueden suponer ningún beneficio material en el futuro, sino más bien al contrario. El problema surge cuando esta parte del patrimonio cultural, porque no conviene olvidar que los idiomas, aparte de una herramienta de comunicación, son un bien cultural en sí mismos, se analiza con una óptica estrictamente utilitarista o mercantilista.
Las lenguas, aunque minoritarias, también forman parte del acervo cultural común, pero no todas son tratadas de la misma manera por la administración. La lengua castellana cuenta con organismos públicos como la Real Academia Española que recibe a través de los Presupuestos Generales del Estado 1,6 millones de euros; o el Instituto Cervantes, que tuvo en 2017 una financiación de 120,5 millones de euros (de los cuales el 53,3% fueron de origen público).
Pero pese a que otras lenguas del estado no cuentan con esta clase de apoyo público, cuentan con un estigma social y están en peligro de extinción, algunas personas aún se dedican a su estudio. Y quizá la clave está en el último punto: tratar de evitar su riesgo de desaparición.
Según la UNESCO, en España se encuentran tres idiomas a los que se debería prestar especial atención debido a su precaria situación. El euskera, que a pesar de no ser una lengua de ráiz indoeuropea se encuentra sólo en situación "vulnerable" (el menor de los cinco niveles que la UNESCO gradúa su escala), y el aragonés y el asturiano, que se encuentran "en peligro" (el segundo menos grave de los citados cinco niveles).
De no corregirse esta situación se corre el riesgo de que alguno de estos idiomas termine como las lenguas guanches originarias del archipiélago canario, actualmente en el quinto nivel de gravedad de la escala de la UNESCO.
Por qué aprender un idioma que nadie habla
Si me permite el lector, voy a utilizar mi caso personal como ejemplo del proceso que puede llevar a una persona a interesarse por el estudio de una lengua minoritaria.
Aunque resido en Zaragoza, mi familia proviene de la comarca de Valdejalón (al suroeste de Zaragoza) y cuando era pequeño en el pueblo en que veraneaba podía escuchar muchas expresiones que parecían normales pero que al salir de la región perdían su sentido. Algunos ejemplos: en el parque podía jugar en el "esbarizaculos" (tobogán), usaba "pozales" (cubos), partía la fruta en "raldas" (rodajas) o iba a un sitio "de propio" (ex profeso). Todo este léxico acabó formando una conciencia de que sí, yo hablaba castellano, pero con ciertas peculiaridades.
Puede sorprender que se hable de la existencia de "aragonesismos" fuera de la zona pirenaica, a la que se suele reducir su área de influencia, pero esta situación no siempre fue así. Hasta el siglo XV, cuando se produjo el cambio de la Casa de Aragón a la Dinastía Trastámara (de origen castellano) al frente de la Corona de Aragón en el Compromiso de Caspe (1412), el romance aragonés estuvo ampliamente extendido por todo el territorio de la actual comunidad autónoma, fuente de la que surgen los giros locales que se mantienen hoy.
Desde entonces el idioma aragonés comenzó un progresivo repliegue desde el sur de la comunidad hasta limitarse al llegar el siglo XX a los valles pirenaicos y el prepirineo. El último golpe lo atestó el masivo éxodo rural que tuvo lugar en España desde la posguerra. En el Pirineo, además, se sumaron los desplazamientos provocados por los embalses construidos por el desarrollismo franquista (Chánovas, Jánovas en castellano, como el más conocido).
Todo esto llevó a la situación de diglosia en que se encuentran las escasas y fragmentadas islas de hablantes de aragonés que persisten desde hace décadas. Un proceso similar, motivado por la huída del campo a la cuidad de grandes bolsas de población, vivió el asturiano, hoy en día muy rural.
En la actualidad es difícil pero no imposible tener contacto con el idioma aragonés. Una vía habitual es la música (El Corazón del Sapo, Mallacán, La Ronda de Boltanya). Y otro muy potente también es la literatura donde destacan las editoriales Xordica y Transiberiano. En el zaragozano barrio de la Madalena es habitual encontrar en sus paredes cartelería en aragonés de diversos colectivos. Entre estos destacan los de Nogará, que junto a otras asociaciones como el Ligallo de Fablans o Purna llevan a cabo cursos anuales de aragonés.
Algo semejante ocurre en Asturias, aunque con mayor permeabilidad en el día a día rural. A pesar de la precaria situación en que también se encuentra, Inaciu Galán, presidente de Iniciativa Pol Asturianu, describe que en su proceso de aprendizaje de la lengua él al menos pudo aprender a hablarla "en casa, en mi entorno, más con mis abuelos". Al fin y al cabo "el asturiano sigue siendo una lengua ambiental, en mayor o menor grado de castellanización, en las ciudades de Asturias".
El precario rol de las escuelas
La revitalización de ambos idiomas es impensable sin sus escuelas. En Aragón, Nogará es una asociación cultural privada con 27 años de historia a sus espaldas cuyo objetivo es la enseñanza del aragonés y la cultura aragonesa a través de sus cursos y de actividades de socialización. Este último aspecto es de especial importancia en lenguas minoritarias.
Si se estudia inglés, por ejemplo, no se tendrá ningún problema en practicarlo, pero quienes aprenden lenguas minoritarias pueden encontrarse con la situación de no tener con quién hablarlo. En 2011 se contabilizaron 25.556 personas que hablaban aragonés para una población que superaba los 1.300.000 habitantes. Por esto es esencial que, a la vez que se enseña el idioma, se vayan mostrando también lugares y personas con quién practicarlo y crear una especie de "red" de hablantes.
Actualmente los profesores de Nogara hacen su labor de forma altruista, aunque este año se ha firmado un convenio con el Ayuntamiento de Zaragoza con el objetivo de "dignificar el trabajo de la gente", como afirma Cherardo Callejón, uno de los docentes. Casi todo los maestros de Nogará han seguido el mismo proceso que Callejón: empezó como alumno, y al acabar los dos grados (ahora son tres) se le ofreció la posibilidad de seguir colaborando como voluntario. Al margen de de la actividad docente, Callejón también ha coordinado la publicación de O zaguer chilo ("El último grito") un disco recopilatorio de artistas locales que cantan en aragonés.
En Asturias, Iniciativa Pol Asturianu nació en 2011 como heredera del Conceyu Universitariu pol Asturianu. Esta asociación también cuenta con cursos anuales para aprender el idioma. Consigue autofinanciarse a costa de tener un sueldo "simbólico" para los profesores, explica Inaciu Galán, situación que buscan cambiar para poder "dar dignidad a los cursos y al profesorado". En su caso, el salto a dar clases comenzó con los cursos para adultos de la universidad, tras los cuales hizo el máster de formación para el profesorado en la especialidad de asturiano.
Por el lado de los alumnos, entre las motivaciones para haber empezado el estudio de una lengua minoritaria abunda el deseo de mantener vivo un bien cultural que se deteriora ante la inacción de la administración. Javier Orna, exalumno de segundo grado de Nogará, expresa que "el aragonés es un tesoro cultural que se está perdiendo, y desde las instituciones no se está haciendo nada para cambiar esta dinámica".
Por su parte, Saúl Cinca, su compañero de segundo grado, asegura que "empezó a estudiar aragonés por principios" al darse cuenta de que tras vivir unos años en Castellón "sabía hablar valenciano y no la lengua de su tierra, que se está perdiendo". Alex Ronco, otro antiguo alumno que dio el paso durante un tiempo a profesor, afirma: "Siendo que me gustan las lenguas minoritarias ¿cómo no iba a aprender la nuestra?". Ronco sitúa el origen de su interés en "esas palabras que escuchaba a mi madre y padre de pequeño en el pueblo", ya que esto implica "aprender una parte de nuestra cultura y cuidar nuestro patrimonio".
¿Con quién hablar un idioma en extinción?
Una de las actividades estrella de Nogará son los distintos eventos sociales en los que sus estudiantes ponen en práctica lo aprendido. De este modo comienzan todos sus cursos con la "devantadera" (fiesta de inauguración) y a lo largo del año realizan varias "trobadas" (encuentros) en las que se pasan fines de semana en diferentes lugares del Pirineo realizando actividades culturales con "charrantes patrimonials" (hablantes natales).
En este apartado, Callejón explica que sin el proceso de socialización "no habría sido posible" que la aprendiera con desenvoltura. Recuerda cómo en 2003, año en que empezó los cursos, cada semana, al acabar las clases los viernes por la noche, los alumnos salían a tomar algo con su profesor. Esto lo hacían en bares en los que sabían que podían encontrarse con otros hablantes de aragonés.
Galán, por su parte realiza, una muy diversa actividad en pro de la socialización del asturiano más allá de su magistratura. Es socio de la productora Cuatro Gotes que colabora con la plataforma de youtuber en asturiano Play Presta; colabora con la revista Viaxast en el apartado turístico además de con la plataforma Conocer Asturies; ha escrito varios libros; e incluso presenta el programa Mundu Sidredu en la televisión autonómica TPA. Proyectos que difunden el asturiano en un entorno social.
Una de las áreas en las que más se socializa es el ocio, por lo que, en Zaragoza, hay varios bares en los que resulta fácil encontrar a otros hablantes con los que mantener una "charrada" (conversación). Para el conocedor del léxico son fáciles de reconocer, porque suelen tener nombres como la "Tabierna a Flama" (Taberna la Llama), "Tabierna Ordio Minero" (cerveza minera, porque procede de las Cuencas Mineras de Teruel) o "Tabierna L'Albada" (Taberna El Amanecer). Un local de aspecto más político es el Centro Social Autogestionado "Enrestida" (Embestida).
Pese a ello, el problema para mantener el uso de la lengua vuelve a aparecer cuando se sale de estas pequeñas burbujas y su uso torna muy difícil. Un aspecto que ha facilitado la conexión entre hablantes minoritarios ha sido Internet. Redes sociales como Twitter permiten poner en contacto a las escasas personas que han mantenido el idioma. Pero esta presencia en redes sociales no se ha llegado a trasladar a los medios de comunicación, un terreno clave para su consolidación.
Mientras que otras comunidades cuentan con canales de televisión que emiten íntegramente en sus lenguas locales (como Euskal Telebista 1 o TV3) la Corporación Aragonesa de Radio Televisión, por ejemplo, no emite una sola hora a la semana en el aragonés, ni en su cadena de televisión ni en la de radio. Lo más parecido que se emite es Bien Dicho, programa que suele tratar sobre léxico del mundo de la agricultura. RTPA, la televisión asturiana, sí cuenta con programación en asturiano, aunque en programas específicos y minoritaria.
Si se quiere buscar una presencia del idioma en los medios ligada a la actualidad la opción restante es atender a los medios alternativos como Radio Topo, que alberga diversos podcasts con temas sociales y culturales actuales como la extinta Hora Charrante (la hora habladora) o el aún activo Tierra de Barrenaus (tierra de locos). Además, en la red también se pueden encontrar fuentes de enorme valor como el Archivo Audiovisual del Aragonés que se dedica a recopilar grabaciones de hablantes nativos del aragonés y que cuenta con testimonios grabados de todas las zonas de uso del idioma.
Situación legal y las resistencias
Los principales focos de resistencias hacia la normalización provienen del campo conservador. En este punto Aragón y Asturias comparten el dudoso honor de ser las únicas comunidades autónomas que cuentan con una lengua propia que no posee un reconocimiento oficial, y los principales motivos son una mezcla de desidia por un lado, junto a una fuerte oposición interna por otro.
El aragonés disfrutó de la oficialidad gracias a la Ley de Lenguas de Aragón de 2009, promovida por el gobierno del socialista Marcelino Iglesias. El texto reconoció como idiomas propios de la comunidad tanto al aragonés como al catalán (hablado en la franja oriental). Pero fue derogado con la llegada del PP al gobierno autonómico y la sustitución de la cooficialidad por los famosos LAPAO (Lengua Aragonesa Propia del Área Oriental) y LAPAPYP (Lengua Aragonesa Propia de las Áreas Pirenaica Y Prepirenaica).
Más que oposición, la estrategia del PP ha consistido en ignorar el aragonés o en darle una connotación negativa y cómica. Cuando el diputado de Podemos Nacho Escartín intervino en aragonés en las Cortes, la respuesta del diputado del PP Fernando Ledesma, en lugar de censurarle, fue responderle en francés.
La situación que puede encontrarse en Asturias es similar, ya que esta comunidad también se encuentra inmersa en un esfuerzo por el reconocimiento oficial del asturiano. Desde el punto de vista político y legal, Galán considera que es de "insuficiente protección por la falta de oficialidad". En el apartado social, afirma que "las encuestas hablan de un alto interés" y que "más del 50% está a favor de la oficialidad y que esos porcentajes menguan cuando hablamos de un apoyo más genérico a la protección en la escuela, presencia en medios".
Aunque, por otro lado, reconoce hay minorías muy agresivas. Sobre todo desde que el FSA-PSOE apoyó la oficialidad en el congreso de 2017, para gran escándalo a nivel nacional. Contrasta con "el PP, que viene radicalizando su postura en los últimos años. Hubo momentos, concretamente en la reforma de 1998 en que llegó a apoyar la oficialidad, aunque también hay que de decirlo, sabiendo que el PSOE de aquel momento nunca diría que sí".
En Aragón, la oposición se filtra a un sector de la sociedad que muestra un fuerte rechazo a cualquier política que visibilice al aragonés en la esfera pública. Este año, 16 de las más de 2.400 calles que tiene Zaragoza fueron rotuladas en aragonés (junto al castellano) porque portaban nomenclatura del Pirineo. Más recientemente se instaló un cartel a la entrada de Huesca que daba la bienvenida a la ciudad de manera bilingüe (Uesca). En ambos hubo una fuerte oposición a los cambios (y en el segundo el cartel fue vandalizado).
Meso ya o segundo cartel bilingüe de BIENVENIDA a la ziudat de Uesca, en a entrada d’a carretera d’Ayerbe (con inaugurazión multitudinaria e rueda de prensa debán d’os medios!). Agora, en uns momentos, colocazión d’o terzero e zaguero, en l’azeso d’a carretera de Balbastro. pic.twitter.com/aaoPMPOwk7
— OLA-Uesca (@OlaUesca) 19 de octubre de 2018
Ante esta situación, expertos en la materia como Chabier Gimeno, sociólogo y profesor de la Universidad de Zaragoza, reclaman una vuelta a una ley de lenguas parecida a la anterior porque "no hay ninguna experiencia europea en Europa de recuperación de lenguas o mantenimiento sin oficialidad". En Asturias, la oposición al reconocimiento también proviene del lado conservador. El PP asturiano ha creado una falsa dicotomía bable/asturiano: el objetivo, como en Aragón, es no nombrar a la lengua por su nombre. La formación prefiere defender esta lengua de forma "natural", sin cooficialidad.
Respecto a lo que sucederá más adelante, Inaciu Galán se muestra optimista porque "hay un consenso social importante y la demanda en las escuelas es alta". Y añade: "El futuro dependerá del nivel de compromiso de la sociedad, pero también del estatus legal y las medidas que se tomen. Mientras, sigue transmitiéndose el asturiano de forma minoritaria, pero sigue, y eso es lo importante: una base para que siga hablando hablantes".