A pesar de que sus ventas han disminuido, los discos de vinilo mantienen una importante base de seguidores que no sólo son amantes de lo retro, sino que también aman esa calidez que otorga ese grandioso sonido orgánico, algo que ningún otro medio puede reproducir, de ahí que sea considerado un artículo de culto que se niega a morir.
Parte de esta magia la encontramos en su proceso de fabricación, algo que no es nada sencillo ya que requiere de un complejo conjunto de acciones que son todo un arte, algo que muy pocas compañía llevan a cabo al día de hoy. Y hoy conoceremos parte de este fascinante proceso.
The Vinyl Factory
Una de las plantas de producción más importantes del mundo es The Vinyl Factory, la cual fue fundada en 2001 en la ciudad de Londres después de que un grupo de artistas y músicos decidieran adquirir la vieja maquinaria de fabricas en quiebra, lo que les permitió arrancar un negocio que se pensaba muerto, pero que por fortuna está más vivo que nunca.
The Vinyl Factory se ha encargado de trabajar con diversos sellos discográficos para ser los encargados de la fabricación de vinilos edición especial de diversos artistas en el mundo, que al tratarse de ediciones limitadas a un "precio especial" (más elevado), les permite mantener el negocio y seguir trabajando dentro de este proceso cada vez más extraño y difícil de comprender.
Como mencionaba, el proceso es bastante complejo, pero se resume en que la información registrada en masters análogos se debe traducir en información acústica mecánica, esto por medio de surcos que llevarán la información sonora que interpretará la aguja de nuestro giradiscos, estos surcos se crean sobre un acetato de vinilo por una aguja de diamante, cada surco posee distintas y únicas deformaciones con la intención de guardar toda la información de los masters.
El primer acetato que surge de un master se le llama "disco patrón", éste se recubre con cloruro de estaño y debe pasar por un largo proceso químico para fabricar un molde de níquel, este molde es una copia negativa del disco que se conoce como "disco padre" y sirve para crear las copias positivas o "discos madre" que servirán para fabricar los "discos estampadores", los cuales servirán para crear copias positivas finales, que son las que saldrán a la venta.
Durante todo este proceso, tanto los discos estampadores como las copias finales deben pasar al cuarto de escucha, donde una o varias personas deben escuchar cada uno de los discos y analizarlos con microscopio para ver que no tengan fallos, los discos con algún error son destruidos y se considera una pérdida para la fabrica. En años anteriores muchas compañías omitían este proceso, ya que hacía que la producción fuera más lenta, pero ahora, cuando estas fabricas se dedican a crear discos edición especial, no pueden haber fallos.
Sin duda es un proceso fascinante, una mirada al pasado cuando este proceso "artesanal" era la única opción para almacenar música, algo que The Vinyl Factory ahora nos presenta en un vídeo de tan sólo 60 segundos, donde resumen un proceso que a veces lleva semanas.
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